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Conmovedor

Señor Director:

Así me pareció el discurso de Natalia Troncoso en el Día Internacional de la Salud, celebrado con solemnidad en La Moneda (7-IV-2021). Habló en nombre de los profesionales y trabajadores de la salud; una pieza mayor que debió haber merecido un aplauso de pie de las agrupaciones feministas y de gremios vinculados a la salud, pero que prefirieron guardar un sonoro silencio. Este discurso estuvo despojado de ese odio estratégico que ensordece y ciega.

“Al principio no fue fácil, recuerda, habilitar camas, recibir pacientes COVID, con miedo a contagiarme o a contagiar a mi familia, con miedo de ser yo la que llegara a esa cama a ser ventilada, entramos a ciegas, sin saber de qué se trataba el virus, ni siquiera esperanza de vacunas, arriesgué mi vida por vocación y amor a mi patria al igual que todos los que trabajamos en salud”.

Habló como enfermera, con impecable profesionalismo, como madre chilena con sincero patriotismo y como madre de familia, rodeada del afecto de su esposo y de sus hijos. Pero este discurso de altura, profesional, patriótico y humano no interesó tampoco a la farándula televisiva. Desde Chillán, quisiéramos rendir un pequeño homenaje en la revista Quinchamalí. Artes. Letras. Sociedad, que incluirá el texto completo en el número 26 que deberá aparecer en el segundo semestre del presente año, siempre dispuesta para apoyar la multiplicación de los panes cuando lucen que fueron amasados con las manos limpias.

Alejandro Witker

Historiador

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