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Nadie podría dudar que las proyecciones de desarrollo económico y social de la Región de Ñuble dependen de la evolución que tenga la actividad agrícola y, estrechamente asociado a ella, del comportamiento de los mercados internacionales, donde la demanda mundial por frutales sigue creciendo.
Potencialmente, las condiciones para una mayor expansión y dinamismo de la actividad existen han llevado a la Federación de Productores de Fruta de Chile (Fedefruta) a plantear un auspicioso futuro y a considerar a Ñuble como una región bisagra para la fruticultura hacia el sur de Chile.
El cambio climático, sin duda, juega un rol fundamental en esta proyección, pues es la razón del desplazamiento de numerosos cultivos frutales desde la zona central hacia el sur y centro sur, aunque también se debe considerar la fuerte presión por el uso del suelo en las regiones de O’Higgins y del Maule, en un contexto en que la tendencia de la demanda mundial por frutas es alcista.
Lógicamente, la expansión registrada por distintas especies también responde a factores específicos, como el aumento de la demanda por avellana europea, la apertura de nuevos mercados para las castañas o las siempre auspiciosas perspectivas para los berries.
Como consecuencia de este dinamismo, el suelo regado en Ñuble ya se ha revalorizado significativamente y lo hará aún más, desplazando a otras actividades como la ganadería y la producción de forraje, e inhibiendo el avance de las plantaciones forestales.
Igualmente, las proyecciones son positivas, considerando que de la mano de este crecimiento también ha crecido la capacidad de procesamiento de fruta, la infraestructura de frío y la superficie con riego tecnificado.
Lamentablemente, la zona tiene una gran deuda en materia de agregación de valor, pues si bien existen productores de congelados, frutas procesadas, jugos, pulpas, conservas, mermeladas y pastas, entre otros, salvo los congelados, estos rubros representan una proporción marginal en los retornos del sector, lo que repercute en el uso de capital humano de menor calificación. En ese sentido, si realmente se piensa en convertir a Ñuble en el polo horticultora más grande del país, se requieren incentivos potentes para la innovación y la atracción de profesionales y técnicos .
Ligado a lo anterior, es vital que estos esfuerzos tengan un correlato en el apoyo que pueden entregar las instituciones financieras a las Pymes agrícolas, a fin de que no solo entren al negocio aquellos que tienen grandes espaldas financieras y que suelen ser grupos empresariales santiaguinos.
Y finalmente, un aspecto clave y urgente de asumir lo constituye la ampliación de la seguridad de riego, para lo cual es fundamental concretar la construcción de embalses, como La Punilla, Zapallar y Chillán, porque sin agua, no habrá frutales ni desarrollo para la Región de Ñuble