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Octavo año del PPDA intercomunal

El próximo 1 de abril comienza el octavo año de aplicación del Plan Preventivo de Descontaminación Atmosférica (PPDA), precedido por positivos registros que muestran un descenso de la polución e 2022.

Sin embargo, una mirada más rigurosa de lo realizado en torno a esta estrategia que proyecta disminuir en 70% las emisiones de material particulado que causan la contaminación del aire en la capital regional, deja un balance bastante preocupante sobre esta política pública promulgada el 25 de octubre de 2015.

El PDA considera en sus 10 años de vigencia una serie de medidas estructurales para cumplir su objetivo. Una de ellas es el reemplazo de las viejas estufas, pero en el mismo rango de relevancia para cumplir el objetivo se ubican la aislación térmica de las viviendas, la ampliación de áreas verdes y forestación urbana, el mejoramiento del transporte público para reducir el uso del automóvil particular, la implementación de calefacción distrital y la transformación de la matriz energética basada en la leña.

Como se ve, el recambio de calefactores, que ha sido el “caballo de batalla” de la autoridad ambiental, es solo uno de los componentes de la estrategia para enfrentar el que antes de la pandemia del covid-19 era el principal problema de salud pública de la ciudad.

Y si bien pareciera que hay un buen cumplimiento de este ítem en los últimos años, la verdad es que solo lleva un 41% de avance, un total de 8.330 nuevos equipos, lo que hace ver muy dificil el cumplimiento de la meta de 20 mil nuevos calefactores en una década. Incluso, si se lograra tal objetivo, esta línea de acción de forma aislada se vuelve irrelevante para el objetivo global, independiente de que sea popular entre la gente y un millonario y lucrativo negocio para un reducido grupo de empresas proveedoras. De hecho, evaluar la transparencia y eficiencia en la compra de los equipos, lo mismo que otras medidas basales del plan, es una tarea contemplada en la misma política pública y debía realizarse el año pasado. Esperamos conocer los resultados de ese análisis.

Por otra parte, la autoridad ambiental apuesta por extender la gestión de la contaminación atmosférica a una macrozona que incluiría a otras comunas de la región que sufren el mismo problema, como San Carlos, Bulnes y Coihueco. La argumentación resulta bastante discutible, sobre todo porque aspirar a una estrategia de descontaminación de mayor cobertura territorial, sin evaluar lo realizado y no realizado hasta ahora, sería una torpeza.

Al igual que las partículas de material particulado, debería preocuparnos la autocomplacencia de las autoridades locales por los resultados de los últimos dos años , que fueron mejores al promedio histórico, pero no precisamente por el PDA, sino por cuestiones climáticas que son aleatorias y en nada garantizan a futuro un mejor aire.

Por ello, lo que corresponde es evaluar y transparentar lo realizado hasta ahora, y esperar que después de ello se observen cambios sustantivos en la gestión de este instrumento que fue concebido no solo como un masivo recambio de estufas, sino como una política integral para enfrentar las deterioradas condiciones ambientales que sufrimos cada otoño e invierno en la capital de Ñuble.

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