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Ñuble es la sexta región con más denuncias por VIF contra la mujer

De acuerdo a las cifras de violencia intrafamiliar (VIF) hacia la mujer, registrados por el Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD) de la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior, Ñuble figura como la sexta región que presenta más denuncias en este contexto, con una tasa de 421 por cada 100 mil habitantes, por detrás de Arica y Parinacota, Tarapacá, Los Ríos, La Araucanía y Los Lagos.

El año pasado se contabilizaron 2.566 denuncias. Al comparar el primer trimestre de 2018 y 2019, existe un aumento de 11%. Las comunas que presentan las tasas más altas son San Carlos, San Fabián, Chillán, Pemuco, El Carmen y Quirihue, según datos del CEAD analizados por el Centro de Estudios de Ñuble de la Universidad del Bío-Bío. El domingo pasado se registró el segundo femicidio del año en Ñuble y el número 21 del país hasta esa fecha.

¿Por qué la región presenta cifras más altas de violencia? ¿Cuál es la realidad de las mujeres violentadas en Ñuble en tiempos de auge del feminismo? Mujeres vinculadas al trabajo de equidad de género buscan respuestas. Soledad Martínez, psicóloga y coordinadora del proyecto de Dirección de Género y Equidad de la UBB, explica que “la violencia contra la mujer está caracterizada porque se basa en una visión de una relación de poder desigual entre los hombres y las mujeres, lo que llamamos un sistema patriarcal. No hay otros factores importantes, por ejemplo, el alcoholismo podría estar asociado, pero no es que sea relevante a la violencia de género, más que a otros tipos. La alta ruralidad es un factor de riesgo, pero lo es para cualquier tipo de violencia, por la falta de redes que existe”.

Martínez analiza que “Ñuble es una región donde imperan formas culturales machistas, patriarcales, en donde todavía hay un pensamiento tradicio-nal en que se les asigna un valor distinto a las mujeres y a los hombres, por lo tanto se produce este tipo de violencia con una frecuencia promedio más alta”.

Paz Calderón, psicóloga e integrante de la Coordinadora Feminista Chillán, afirma que “según el diagnóstico realizado por la coordinadora a fines de 2018, de cara al Encuentro Nacional de Mujeres que Lu-chan, identificamos ámbitos y formas de precarización y violencia en nuestra región hacia las mujeres, que pueden responder a la causa por la que tenemos altas denuncias”.

Calderón detalla que las conclusiones apuntan a que en Ñuble “aún reconocemos la cultura ‘latifundista en las formas de relación entre autoridades y la ciudadanía. En las familias, el gran arraigo a religiones, y varias décadas de municipios radicales y de derecha, la poca o nula instalación de la educación sexual en las escuelas, colegios y liceos, trae por consecuencia la instalación de una subjetividad y forma de entender las relaciones de pareja desde el conservadurismo, el control y la ignorancia”.

La psicóloga sostiene que otras causas serían “la instalación y admiración a próceres masculinos, instalando desde temprana edad estas figuras heroicas en el imaginario de nuestros niños, promoviendo estereotipos bases para una masculinidad belicosa, y el mínimo reconocimiento a mujeres que han hecho historia y han sido aportes para nuestros territorios.

La falta de autonomía de las mujeres en cuanto a su economía, las condiciones laborales precarias, la cesantía y el poco fomento al emprendimiento, lo que imposibilita mantener ingresos estables, son condiciones que no permiten que ellas ejerzan una vida libre y que decidan de forma autónoma, incrementando factores de riesgo para el control y la violencia machista”.

En tanto, la abogada Josefa Balmaceda, directora de Comunicaciones de Abofem -Asociación de Abogadas Feministas-, asevera que la tasa de denuncias “tiene que ver con un tema de idiosincrasia. Nuestra región es eminente-mente agrícola, con una cultura muy machista, quizás con poca educación en términos de derechos”.

Balmaceda agrega que “nuestras instituciones están mal educadas a qué entendemos por violencia, hay conceptos como violencia psicológica que son bastante difusos y no son bien recogidos. En el área penal revisten carácter de delito las amenazas que sean graves, o golpes. Y en el área de VIF, que es lo que se persigue, es muy restringida, porque solo se da entre personas que convivan o que tengan hijos en común, aquí dejamos la violencia en el pololeo fuera y no estamos protegiendo una relación sana en este contexto”.

Apoyo a la mujer

El miércoles pasado el Poder Judicial encabezó un seminario que abordó la violencia contra la mujer. En su presentación, Carla Palomera, magistrada del Juzgado de Familia de Chillán, expuso que “del total de causas, el 38% la víctima se desiste, sin cambiar el tenor de su denuncia no desea perseverar en ella; 6,8% de denunciantes se retractan, cambian la versión de los hechos: “no es efectivo lo que se dijo”, o la víctima no acude a las citaciones o no comparece al tribunal, tratándose de una especie de desistimiento implícito”.

Soledad Martínez asegura que es necesario prestar un apoyo integral a las denuncian-tes. “Las mujeres no siempre denuncian y terminan con un resultado. Vamos a ver trayectorias irregulares y difíciles de comprender. La ley es insuficiente, tenemos una serie de medidas precautorias, que no necesariamente se cumplen, o que no protegen a las mujeres en la situación en la que se encuentran”, enfatizó.

En Ñuble existen dos centros de la mujer, ubicados en Chillán y San Carlos. Tienen como objetivo dar apoyo psicológico, social y legal a mujeres mayores de 18 años que viven violencia en el contexto de pareja. Cándice Muñoz, asistente social y coordinadora del Centro de la Mujer de Chillán que funciona a través de un convenio entre el municipio y el Servicio Nacional de la Mujer, sostiene que “nos encontramos con mujeres que viven con violencia de todo tipo, y que se encuentran con una gran dependencia económica y emocional en muchos de los casos, y esos factores inciden en el desarrollo del proceso y de la intervención que va a vivir la mujer en el centro. No podemos entrar a juzgar, hay una sociedad que de pronto condena, y eso en muchos casos las limita”.

Muñoz analiza que la ruralidad podría incidir en que Ñuble presente tasas de violencia con-tra la mujer más altas,“porque hay una cultura patriarcal más marcada, si bien el alcoholismo y la drogadicción no son cau-sales directas, sí son agravantes de esta violencia”.Daisy Arenas, asistente social del centro, precisa que “hay mujeres que nunca han trabajado, y que una denuncia significa que las echen de las casas, el agresor es muy recurrente que lo primero que dice es que “no te voy a dar un peso ni para ti ni para los hijos”. Eso va postergando en muchos casos que la mujer busque ayuda, y una denuncia, porque se ve aislada de todas sus redes.

Nosotros ingresamos al año alrededor de 150 a 300 usuarias que viven el proceso. También están quienes vienen, se les hace la atención, pero que no prosiguen, que deben ser unos 300 casos más”. Las profesionales puntualizan que la mujer siempre puede regresar. Además de Chillán, el centro abarca las comunas de Pinto, Coihueco, Chillán Viejo y Bulnes. También trabaja en Quillón, Quiriquina, San Ignacio, Canta Rana, Huape, Pueblo Seco y Portezuelo.

Medidas insuficientes

La psicóloga Paz Calderón destacó que las instituciones no son capaces de romper el círcu-lo de violencia. “Reconocemos la condición de trabajadoras precarizadas de mujeres profe-sionales que trabajan en ellas, ya que solo prestan servicios y deben estar disponibles en extensas jornadas de trabajo, lo que dificulta que esta labor se realice con la seriedad y compromiso requerido, como lo son las Casas de Acogida y el Centro de la Mujer”.

Y agregó: “Que las muje-res que ingresan a Casas de Acogida en Ñuble, sin hogar, con hijos, habiendo sido vio-lentadas junto con ellos, y que corren riesgo vital, deban estar en ellas más de dos años para poder acceder a un hogar que permita ejercer su autonomía, nos muestra que hay mucho por avanzar en cuanto a pro-tección”.

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