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Municipios de Ñuble en jaque ante la “migración” hacia el mundo rural

Cristian Cáceres

El pasado lunes dejó una particular postal en el sector La Mocha, de la comuna de Coihueco. Lluvias intensas mojaban a los desesperados vecinos y trabajadores municipales, quienes con maquinarias y palas intentaban remover la tierra, sacar los bolones y otras piedras para poder instalar los tubos que prometían sacar el agua que los tenía aislados, debido a las inundaciones de un camino colapsado, malherido por el excesivo tráfico para el que no fue diseñado.

Pese a que el camino está enrolado por Vialidad, “imagino lo sobrepasados que debían estar en esa dirección, porque no atendieron ninguno de los llamados desesperados que hicieron estos vecinos para que los fueran a ayudar, así que tuvimos que ir nosotros”, dijo el alcalde (s) de Coihueco, Russel Cabrera.

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Así es como cientos de familias de Ñuble, quienes en la última década han soñado con un hogar entremedio del verde de la naturaleza rural y lejos de la polución de la ciudad, han tenido que hacer frente a interminables contratiempos, propios de la vida no urbana. Se han ido estrellando con la realidad de los malos caminos, de no siempre tener agua las 24 horas (especialmente en verano), de que les saquen la basura sólo una vez por semana, lidiar con perros asilvestrados, mala señal de Internet, escasos patrullajes preventivos y nula red de luminarias públicas.

Lo que suele venir enseguida es una reunión entre vecinos, elección de directivas y partir a pedir ayuda a las respectivas municipalidades.

Y la realidad los vuelve a golpear, generalmente con dos buenas bofetadas.

La primera: “Muchas veces en estas reuniones, el alcalde (Carlos Chandía) parte diciéndoles que tiene una sola pregunta que hacerles al comienzo -¿Cuántos de ustedes tienen sus permisos de edificación al día y toda su propiedad regularizada?-. Y entonces casi todos se ponen a mirar al techo”, explicó Cabrera, quien si bien advierte que ésta no es una condición sine qua non para recibir ayuda, aclara que “las personas también tienen que colaborar, es imposible que una comuna prospere si todo descansa exclusivamente en el presupuesto municipal”.

Y la segunda (viene de Chillán Viejo): “Ya tuvimos que declarar públicamente, que no estamos en condiciones de ayudar a ninguna familia más que se encuentre en este tipo de asentamientos irregulares o precarios, donde además, se inundan, que es un problema al que hoy no le podemos hacer frente porque no contamos con las maquinarias adecuadas, ni tenemos los recursos para hacer frente a problemas para los que nunca estuvimos preparados, porque muchos ni siquiera son de competencia municipal”, alertó el alcalde de esa comuna, Jorge del Pozo.

Para entender qué pasó, el concejal de Chillán, Patricio Huepe, recomienda retroceder al terremoto del 2010, porque el megadesastre hizo que muchas personas que vivían en otras ciudades, como Concepción o Santiago, pero que tenían familias en Ñuble, se vinieran a vivir acá.

“Muchos hicieron sus casitas en esos predios y se fueron quedando, pero no son personas que estén acostumbradas a la vida rural, entonces ellos trajeron también sus costumbres y quieren replicar sus modos de vida que les ofrecía la ciudad”, explicó.

Luego, en mayor o menor medida, hay que contar el fenómeno de las protestas masivas del 18-O y los toques de queda por resolución sanitaria, que a muchas personas no le dejaron más escape al mundo que una pantalla de televisor, un computador, o un celular.

“Pero entremedio de todo eso, nos vimos enfrentados a la realidad de los loteos irregulares, esa venta irregular de predios de menos de cinco mil metros cuadrados que hoy ha llenado de núcleos residenciales precarios a nuestras zonas rurales”, añadió.

El edil advirtió que todo este gran marco de irregularidad que es la generalidad de las casas asentadas en loteos brujos, o en parcelas de agrado con casas sin permiso de edificación, hace que estos vecinos ni siquiera puedan ser acreedores de beneficio estatal alguno, ya que -en esas condiciones- no pueden ser parte de ningún registro ni comité.

“De todas maneras, la Municipalidad intenta buscar siempre alguna forma, algún subterfugio para ir a mejorar los caminos. Pero el tema es que no estamos preparados, ni nosotros, ni ninguna municipalidad de Chile, porque hay un déficit tremendo de recursos” lamentó el edil chillanejo.

Al menos, en la capital regional, lo que la municipalidad ha hecho, es arrendar equipamiento y mediante un proyecto de casi $800 millones con el Gobierno Regional, a través de fondos de la circular 33 del FNDR, para comprar más maquinaria.

“Pero ni con más máquinas los municipios tienen la capacidad como para hacerse cargo de toda la mantención que se exige. Todas las semanas nos llegan fotos de vecinos que se fueron al sector rural, mostrando el mal estado de sus caminos, pidiendo ayuda e insisto, muchos de esos caminos son de Vialidad. El Gobierno Regional también tiene maquinaria, pero al parecer, para ellos, todos esos asentamientos irregulares no son prioridad”, concluyó.

Resiliencia para los desafíos

Es innegable que la idea de comprar una parcela en las proximidades rurales de una ciudad es y seguirá siendo un buen negocio e incluso, una buena opción para vivir lejos de los problemas del mundo urbano, pero cerca de sus beneficios.

La pregunta es, entonces, ¿qué consideraciones tomar antes de adquirir una propiedad?

“Primero, ver para qué quieres la parcela. Si tu idea es venirte a vivir a una, no aconsejo comprar un terreno que queda ni muy cerca del camino principal, el de afuera, ni muy al fondo, porque los caminos son muy malos y un auto de ciudad se va a terminar rompiendo entero, eso es algo que ya hemos visto muchas veces”, dijo Cindy Ruiz, tesorera de un condominio de parcelas ubicada en el fundo Las Tagüitas, del sector General Lagos, camino a Coihueco.

Añadió que “hay que ver que en lo posible, todas las casas estén en predios de mínimo, 5 mil metros cuadrados, de lo contrario, en los veranos se empiezan a secar los pozos porque cuando hay más casas de lo permitido por ley, las napas se empiezan a secar”.

Hoy, junto a un grupo de vecinos están pagando cuotas de 50 mil pesos mensuales, casi por un semestre, para poder arreglar los 1.500 metros de camino hacia el interior. “El problema es que para una comuna tan grande y con tan pocos recursos como la de Coihueco, no somos prioridad, entonces, si queremos cualquier servicio o arreglo tenemos que pagarlo nosotros, y lamentablemente, no todos colaboran, ni todos están de acuerdo con hacer estos arreglos. Cuando no éramos más de 50 familias, había más colaboración, pero del 2019 en adelante esto creció mucho y ya es difícil ponerse de acuerdo”, añadió.

Las lluvias pueden inundar los predios, a veces se meten perros a las parcelas, la señal de Internet no siempre es la mejor. Bomberos, los centros de salud o Carabineros no quedan sólo a un par de cuadras.

“Nosotros tenemos una ruralidad del 60 por ciento, sin embargo, la gente que ha vivido toda la vida en el campo tiene una mayor resiliencia respecto de las dificultades propias de la vida alejada de los centros urbanos; por lo tanto, entiende que este tipo de vida lleva implícito un mayor desafío”, advirtió Russel Cabrera, cuya comuna tiene más de 500 kilómetros de caminos rurales.

Respecto al agua en los veranos, dejó en claro que “no tenemos que engañarnos con la cantidad de lluvia que ha caído este invierno, por muy beneficiosa que haya sido y en cantidades similares a lo que teníamos antes con un régimen casi normal. Estas lluvias no nos pueden generar amnesia respecto de la sequía en la que todavía seguimos. Y ése es uno de los mayores problemas. La gente siempre nos dice que pensaban que era más fácil hacer pozos, que creían que iban a contar con agua”.

Soluciones habitacionales

Una de las razones que no se pueden pasar por alto, para que muchas familias buscaran una vivienda en la periferia rural de las ciudades más grandes, fue lo difícil que se hizo encontrar casas en la ciudad y por la fuerte alza de precios del metro cuadrado urbano, en especial en Chillán, luego que Ñuble se convirtiera en Región.

“Desde ese momento, los precios de las casas en el centro, ya casi sólo eran posibles de pagar por los estamentos públicos para instalar sus oficinas, pero difícilmente por un chillanejo normal, ya que no podemos olvidar que estamos hablando de una de las regiones más pobres de Chile”, comentó el arquitecto y jefe de la División de Planificación y Desarrollo Regional, Claudio Martínez.

Consultado por las opciones para quienes buscan viviendas en Chillán, respondió que la raíz del problema “es la histórica falta de planificación. El plano central de Chillán, para después del terremoto del 33 es el que todavía tenemos dentro de las cuatro avenidas, y de ahí en adelante nunca más hubo una planificación y eso hoy nos está pasando la cuenta”.

Por lo tanto, a su juicio, una de las herramientas con que cuenta Chillán para aminorar este deterioro es “la modificación del Plan Regulador, eso es clave. Ahora, si por un lado se propone la idea de crecer en altura fuera del casco histórico de la ciudad, también hay otras propuestas que apuntan a ocupar los centros vacíos que quedan en muchas de las calles del interior de las cuatro avenidas”.

En efecto, en el centro de Chillán, aún quedan muchas casas antiguas con patios de mucha profundidad y que no están siendo ocupados, por lo que se ha sugerido abrir algunos pasajes hacia el interior de estas calles y hacer más casas que respeten la normativa arquitectónica vigente del Chillán más clásico.

Respecto al crecimiento en altura y el so de los centros de las manzanas chillanejas, el concejal Huepe, espera ver respaldos en el proyecto Plan Chillán Bicentenario.

“Estoy muy de acuerdo con hacer crecer a la ciudad en altura, eso es algo que lo estamos discutiendo en el proyecto Chillán 2035, que ahora le cambiaron el nombre a Plan Chillán Bicenetenario, pero como eso es algo que se demora mucho, se trabajará en seccionales para evitar que se construya en el casco central, sino que más allá, crear nuevos centros, usar los terrenos del centro que, por el medio, están desocupados. En el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, hay, a lo menos, 20 propuestas”.

En el caso de Chillán Viejo, el alcalde, Jorge del Pozo, para quien también esta expansión rural ha sido un dolor de cabeza extra a la proliferación de los loteos brujos, la esperanza está en los conjuntos habitacionales que actualmente están proyectados para su comuna.

“Hoy tenemos un boom inmobiliario, se están construyendo una serie de proyectos que no son viviendas sociales, sino que con subsidios. Tenemos, al menos,  cinco proyectos construyéndose, además de otro proyecto de viviendas sociales, pero todas estas casas están asignadas a personas de la comuna, y que históricamente han estado inscritos en comités”, comentó.

El problema, reconoció, lo tienen con las familias nuevas. “Para ellos, a menos que haya una propuesta importante que surja desde el Gobierno, no tenemos nada para ofrecerles, sería muy irresponsable de mi parte decirles que les buscaremos alguna solución”, dijo.

No hay recursos suficientes

Jorge del Pozo reconoció que esta expansión de las ciudades tomó por sorpresa a muchos municipios.

“Nos duele mucho no poder ayudarlos, no poder abastecerlos siquiera de agua, no poder proporcionarles luz eléctrica, retirarles la basura, pero las familias ya son demasiadas y sus demandas superan por mucho lo que podemos hacer”, admitió.

Además, la ayuda que solicitan desde estos nuevos centros, ni siquiera son posibles desde lo legal. “Ya ni siquiera nos piden arreglos para caminos enrolados de Vialidad, sino que para caminos irregulares de servidumbre, que ni siquiera cumplen con las dimensiones que corresponden, por tanto, ni aún contando con máquinas, éstas no pueden ingresar porque sencillamente, no caben”.

Ahora, ni hablar de los problemas que las distancias, los caminos en mal estado y su estrechez, le significan a ambulancias (que no son cuatro por cuatro ni todo terreno) o a Bomberos, para quienes cada segundo cuenta y además, llegan a emergencias donde muchas veces no hay grifos ni de dónde abastecerse de agua.

Para Carabineros, la situación en Ñuble tampoco es mejor.

De paso por la región, la jefa nacional de Reclutamiento y Postulaciones de Carabineros de Chile, mayor Verónica López, analizó en Radio La Discusión, lo complejo que resultaba para sus fines preventivos o de reacción esta constante expansión de las ciudades hacia el mundo rural.

“Carabineros tiene como misión otorgar seguridad, pero el problema es que, a veces, no damos abasto porque no contamos con los recursos necesarios para todas las demandas”.

¿En qué terminará todo? “Esto no es nuevo, es cíclico. Al final, creo que mucha gente se volverá de su parcela a la ciudad”, cerró el arquitecto Claudio Martínez.

 

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Felipe Ahumada

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