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Morosos en Ñuble

El 37° Informe de Deuda Morosa, elaborado por Equifax y la Universidad San Sebastián y Equifax, correspondiente al trimestre abril-junio de 2022, reveló que el número de personas morosas en la región de Ñuble llegó a 94.303 y que la deuda promedio alcanza a $1.386.652.

¿Son buenos o malos estos números? ¿Es negativo este comportamiento? ¿Es conveniente endeudarse? ¿Los chillanejos están gastando más de lo que tienen? ¿Es posible “salir” de las deudas una vez que las mismas toman el control de nuestras finanzas?

Lo primero que se debe tener presente es que la deuda es algo que debe ser analizado con inteligencia, ya que la rapidez en conclusiones del tipo “la deuda siempre es nociva” puede llevar a grandes equívocos, nocivos para las finanzas personales, incluso hoy en que las tasas de interés son las más altas de la década, debido a la política antiinflacionaria impulsada por el Banco Central.

En efecto, existe lo que podríamos llamar un pensamiento unidireccional con respecto al tema y por eso conviene partir identificando los diferentes tipos. La deuda ficcional es la más común y nociva de todas, pues es aquella que se contrae para vivir por encima de las posibilidades, creando un mundo de “ficción” que no tiene correlato con lo que se gana por mes.

Otra es la que podríamos llamar deuda “hormiga”, que nace por la desorganización en las finanzas personales que llevan a pedir un pequeño préstamo por aquí, un adelanto de sueldo por allá, emisión y uso de tarjetas alternativas en mall y supermercados por otro lado y cualquier otro tipo de préstamo considerado “pequeño”, pero que luego pasa a formar parte de una bola de nieve que se vuelve muy difícil de cubrir.

Un tercer tipo, muy frecuente en Chillán –ciudad caracterizada por los bajos ingresos de su fuerza de trabajo-, es la deuda de subsistencia, aquella que se contrae para poder llegar a fin de mes sin ningún tipo de lujos.

Finalmente, un cuarto tipo es la deuda para invertir, donde el dinero proveniente del endeudamiento no se usa para consumir, sino para invertirlo en algún negocio u oportunidad. De los cuatro tipos ésta es la única que puede conducir a un crecimiento genuino del patrimonio, pero hay que estar muy seguro para llevarla a cabo y tomar siempre los recaudos en términos de medir el margen de garantía por sobre el capital invertido.

Con esta claridad, conviene entonces atender a dos recomendaciones básicas. Primero, partir por un acto elemental como es clarificar la situación financiera. Negar la realidad por la vía de la “desprolijidad financiera” es el primer y mayor error. Y segundo, eliminar los vehículos de acceso al crédito inmediato, como las tarjetas o los préstamos automáticos y si se cuenta con varias tarjetas (los deudores crónicos suelen hacerlo para especular con los distintos vencimientos) la recomendación es eliminarlas y quedarse solo con una. Puede costar en un principio, pero es la única manera de frenar el aumento de los pasivos.

Se necesita aumentar la cultura financiera para entender los distintos tipos de deuda que debemos evitar, fuerza de voluntad para resistirse al embate consumista y sobre todo hablar de este tema, analizarlo y movilizar la conciencia de aquellos que se encuentran sufriendo esta compleja realidad.

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