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Más del 57% de los microemprendimientos en Chillán son informales

Para Natalia Cabrera, su microemprendimiento nació de la necesidad, como ocurre con la mayoría. La técnico en educación diferencial tiene una discapacidad física que le impide ejercer su profesión, por lo que hace cuatro años, cuando sus hijos mellizos tenían apenas ocho meses y escaseaban el dinero, la madre soltera decidió tomar el único camino que le permitiría cuidar a sus hijos y generar ingresos: emprender.

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“Comencé vendiendo los ajuares de bebés, ahora vendo pijamas y ropa interior de temporada, pantys para niños, pantuflas y manteles, y otras cositas que la gente siempre anda buscando”, explicó Cabrera, quien vende principalmente en su domicilio -en la población 20 de agosto, en el sector oriente- y ocasionalmente participa en ferias, y sostuvo que promociona sus productos a través de Facebook, las redes de contactos y el boca a boca. “Tengo clientes de mi barrio, pero también de otros sectores de Chillán, también de Bulnes, de Coihueco, y hago envíos a todo Chile”, destacó.

Sin embargo, su emprendimiento no es formal, es decir, no está registrada como tal en el Servicio de Impuestos Internos. “Quiero formalizarme en algún momento, mi intención es que mi negocio siga creciendo, al punto de ser mayorista. Ése es mi sueño, y ojalá tener gente que pueda trabajar conmigo. Actualmente, como informal, sólo puedo acceder a fondos del Fosis, de hecho, el año pasado me gané un proyecto. Pero para acceder a créditos, para postular a Sercotec, a Corfo, para poder facturar a otras empresas, es necesario ser formal”, argumentó, al tiempo que destacó el trabajo de la Municipalidad de Chillán, a través de la Dirección de Desarrollo Productivo, que promueve la formalización.

La emprendedora reconoció, no obstante, que la formalización no es un paso sencillo, “porque hay que pagar impuestos y porque para el Estado dejamos de ser pobres, yo pertenezco al 40% más vulnerable de acuerdo al registro social de hogares, pero si me formalizo perderé todos los beneficios, es como si me transformara en millonaria”.

Encuesta

Como Natalia Cabrera, un 57,8% de los microemprendimientos de la comuna de Chillán son informales, según los datos más recientes sobre la materia, que corresponden a la Sexta Encuesta de Microemprendimiento, que aplicó el Ministerio de Economía en 2019 y cuyos resultados se conocieron en 2020.

Según dicho estudio, de los 44.177 microemprendedores encuestados, un 30,4% son mujeres. En el caso de las mujeres, un 46,8% son informales, mientras que en los hombres la informalidad llega al 63,5%.

En cuanto a las razones para no estar formalizados, lidera el argumento “el negocio es demasiado pequeño o la actividad es poco frecuente”, con un 69,7%, una cifra que se eleva a 97,6% entre las mujeres, lo que da cuenta del menor tamaño, en promedio, de los emprendimientos femeninos, asociado al menor tiempo que muchas mujeres pueden destinar al negocio, debido a su rol de madre o cuidadora.

Otras razones esgrimidas, principalmente entre los hombres, son que “el registro no es esencial”, “que ningún negocio como el suyo está registrado” y que “el proceso de registro es demasiado caro”.

Según sector económico, los microemprendimientos de mujeres se concentran principalmente en los sectores comercio (49,3%) y servicios (24,3%). En los hombres, en tanto, se concentran en comercio (25,3%), construcción (24,0%) y agricultura (14,9%).

El promedio de ganancia mensual para los microemprendedores informales de Ñuble es de $250 mil, mientras que entre los formales es $638 mil. En términos de ganancia por género, la formalidad paga a los empresarios $666 mil y a las empresarias, $594 mil; en cambio, la informalidad margina $281 mil a los hombres y $154 mil a las mujeres.

Desincentivos

Para Bárbara Aedo, presidente de la Red de Emprendedoras Ñuble, que agrupa a 27 socias, hoy existen desincentivos para formalizarse, como la excesiva burocracia o la pérdida de beneficios sociales.

“En nuestro gremio, cuyas socias se dedican principalmente a la artesanía, manufacturas y servicios de alimentación de reparto, como los desayunos a domicilio, solamente el 10% está formalizada”, detalló.

“La formalización es un proceso con varias trabas, entonces, al momento de formalizarse se encuentran con hartos obstáculos, y muchos deciden no seguir con el trámite. Por ejemplo, en la alimentación, los permisos sanitarios son la principal traba; y en la artesanía el problema radica en que los ingresos son muy irregulares, no todos los meses son buenos, entonces, al formalizarse, si hay meses malos hay que seguir pagando los permisos”, aseguró Aedo.

La dirigente también mencionó el temor a perder beneficios del Estado como otro desincentivo. “Al tener un ingreso fijo, se pierden postulaciones a beneficios para la casa. En nuestro caso, todas las socias pertenecemos al 40% más vulnerable. Yo creo que eso hay que cambiarlo. Si trabajamos y queremos formalizarnos para poder estar más estables, que no nos quiten beneficios que ayudan a la economía del hogar, que son fijos”, expuso.

En ese sentido, la presidente de las Red de Emprendedoras Ñuble explicó que la necesidad de formalizarse llega cuando surge el deseo de hacer crecer el negocio. “Cuando uno quiere pasar a otras ligas, se formaliza, y cuando ve que tiene rentabilidad, cuando uno puede vivir de eso, y por otro lado, también hay buenos beneficios del Estado para emprendimientos formalizados, de acuerdo a su volumen de ventas”, comentó.

Fomento

En el municipio de Chillán no tienen dudas sobre los beneficios de la formalización para la economía local. Renato Segura, director de Desarrollo Productivo del municipio, sostuvo que “el mercado laboral es el principal damnificado (de la alta tasa de informalidad). La debilidad del microemprendimiento es el bajo nivel de productividad. La informalidad cierra la posibilidad de acceder a fuentes de financiamiento de bajo costo para aumentar la escala de producción. Ergo, afecta la capacidad del mercado laboral para aumentar la demanda de empleos de mayor calidad y mayor nivel de salarios”.

En cuanto al diagnóstico, explicó que “formalizar un emprendimiento implica bajar el nivel de vulnerabilidad en el Registro Social de Hogares. Esto genera el riesgo de perder beneficios sociales y temor a la incertidumbre en la capacidad de mantener la generación de ingresos de emprendimiento. La incorporación del riesgo asociado al negocio versus la seguridad de los beneficios sociales, desincentiva la formalización”.

Por ello, desde el municipio están impulsando acciones para revertir la alta informalidad, y están apostando por un modelo asociativo. “El temor y la incertidumbre se maneja mucho mejor cuando existe mayor acumulación de capital social. El municipio ha privilegiado apoyar el trabajo de agrupaciones de emprendedores y emprendedoras que se hayan constituido como tales de acuerdo con los requisitos que exige la ley. El emprendimiento colectivo facilita romper los temores individuales a la formalización, toda vez que se basa en la vivencia de una comunidad organizada”, planteó Segura

No obstante dicho trabajo, el director de la Didepro, de la Municipalidad de Chillán, criticó la falta de políticas que incentiven la formalización. “El error es no tener políticas sociales que incentiven la formalidad. Se argumenta que la formalidad trae beneficios económicos más que suficientes para compensar la pérdida de beneficios (criterio económico). Se olvidan que existen factores sociológicos que generan fuertes lazos de convivencia entre los integrantes de las comunidades que encarecen la pérdida de beneficios sociales. En este sentido, la política social debiese considerar mantener inalterable el registro social de hogares para los microemprendedores que decidan formalizar su negocio”.

En ese sentido, argumentó que “la formalización abre puertas para acceder a los recursos que disponen los organismos de fomento productivo, como Corfo y Sercotec, principalmente. Disponer de dichos recursos es lo que hace la diferencia en los ingresos de los microemprendedores formalizados y los que no”.

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