Señor Director:
El lenguaje es la forma más primaria de la comunicación humana. Surge y se enriquece con la vida comunitaria. A más civilización, más lenguaje. Se llega a un punto cuando se hace necesario darle al lenguaje una cierta estructura que permita que todos entiendan de qué están hablando y se socializa el significado de las palabras. Sin este ordenamiento, la comunicación se torna imposible. Es la sociedad la que va cambiando el idioma y algún ente lo va ordenando.
Resulta, por lo mismo, sorprendente que un grupo ideológico se esté arrogando el derecho a imponer nuevas formas de lenguaje que no corresponden al avance social ni a un ordenamiento de autoridad reconocida. El feminismo marxistoide dice que el lenguaje tradicional tiene carga patriarcal y exigen hasta la majadería que debe hablarse de todos y todas y, como hay otros que no son lo uno ni lo otro, habría que referirse a todes. De esta exigencia, se ha hecho eco un sub secretario que habla de las remedias y los remedios y el ministro de educación habla de los departamentos y departamentas. Un alcalde rural que oyó cantar el gallo habló de todos, todas, todes y toditos.
Como la estupidez humana no tiene límites, hay algunas féminas que se niegan a hablar de Patria y prefieren hablar de Matria y no faltan las que preguntan si Dios es masculino o femenino. ¿Qué le parece? A mí por lo menos, esto me huele que, de seguir la corriente, bien podríamos convertirnos en tontilandia.
La borrachera ideológica está desatada. Una ínfima minoría está desafiando el sentido común, por fortuna bien podríamos pararle el carro diciéndoles que rechazamos la idea de convertirnos en la República de Tontilandia.
Alejandro Witker
Historiador
