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Fumar opio

A finales del 2012, cuando el liderazgo de Michelle Bachelet parecía irremontable para volver nuevamente a ocupar la presidencia de Chile, hubo quienes con argumentos parecidos a los esgrimidos después del denominado estallido social, intentaron que el programa presidencial de Bachelet incorporara una asamblea constituyente como eje de su propuesta programática.

Surgió en ese momento la figura de Camilo Escalona, a la sazón Presidente del Senado, quien se opuso radicalmente a la idea, argumentando que se le introducía a la candidatura de Bachelet un elemento de tensión innecesario. El senador consideraba que por la vía de las reformas se podrían alcanzar los mismos objetivos, planteados por los que propiciaban una asamblea constituyente. Escalona utilizó una metáfora durísima para descartar dicha opción, dijo que ello sería como “fumar opio”. Es más, argumentó que sería un salvavidas de plomo para la opción presidencial de Bachelet.

Esa frase tuvo altísimos costos para el senador, como él mismo lo reconoce en una entrevista reciente, pocos días antes del segundo plebiscito constitucional. Señala Escalona en esa entrevista que: “ yo advertí esto, cuando hablé del opio, en una frase que no fue afortunada ni precisa, pero no cabe ninguna duda que siempre fui de las personas que estimaron que hacer un proceso constituyente era absolutamente complejo y difícil, que no era cosa de juntarse a redactar, que tenía alcances insospechados. La frase significó para mí una especie de ostracismo de 6 años, tuvo un alto costo. Se desató la intolerancia y fui excluido por varios años. No lo dije bien. Pero no cabe duda que reemplazar la Constitución no era una cosa fácil, ni que se podía solucionar en un abrir y cerrar de ojos, se ha demostrado con estos dos procesos”, concluyó el histórico dirigente socialista.

Pocos días después de la entrevista, el 17 de diciembre, la opción en contra ganó nítidamente. La tesis de Escalona se consolidó y el segundo proceso constituyente fracasó, al igual que el primero. Luego de cuatro años de tensiones, de dimes y diretes en foros televisivos y en los matinales, de discursos maximalistas, de discusiones sobre temas valóricos, todo mezclado con programas encubiertos de gobierno, cálculo electoral e intereses de grupo, volvimos a fojas cero. Cuatro años demoramos en validar una Constitución nacida en dictadura, la de “los cuatro generales”, como dijo el Presidente Boric.

Durante esos cuatro años hubo quienes quisieron refundar el país y otros, amarrar el futuro. Hoy estamos nuevamente en el punto de partida, y es la hora en que los partidos políticos, sin excepción, se hagan una autocrítica en serio. No es posible que el pueblo chileno que ha demostrado en estos dos procesos sabiduría sensatez y sentido común, sea conducido nuevamente a un callejón sin salida.

Como dice el ex senador Escalona, “con la Constitución y el destino del país no se juega”. Se requiere reflexión, generosidad, tolerancia e inclusión, sin este conjunto de valores y principios nunca será posible llegar a un consenso respecto al país que queremos construir. Es el momento de seguir los consejos de Escalona, porque fumar opio muy seguido puede tener graves consecuencias.

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