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Ex pupilos de Mario Morín destacan su tremendo legado

Gentileza Eduardo Lorenzoni

“El ‘profe’ dirigió a tantas generaciones, jugadores que hoy son padres, es como si tuviera muchos hijos. Siempre lo voy a recordar…”, reflexiona Paulo Mosqueira, antes que el llanto interrumpa de golpe su reflexión.

El otrora veloz conductor de la Selección del Colegio Padre Hurtado de Chillán y ahora entrenador de la rama cesteril del establecimiento, se emociona cuando recuerda las cualidades de su maestro, Mario Morín Díaz, cuya partida a los 82 años de vida, a raíz de un paro cardiorrespiratorio, golpeó a la familia del básquetbol chillanejo y al deporte de Ñuble.

El ex voluntario de la Cuarta Compañía del Cuerpo de Bomberos de Chillán, profesor normalista, ex seleccionado local (conductor) y capitán del combinado local de baloncesto que jugó el Nacional de 1969 logrando el segundo lugar, entrenador de la disciplina y esencialmente, formador, dejó una profunda huella en sus exalumnos y en los jugadores de diversas generaciones hurtadianas que recuerdan su legado.

Pasión y valores

Alejandro “Scooby” Sepúlveda, uno de los grandes basquetbolistas locales que surgieron de la cantera hurtadiana bajo la conducción del “Zorrito” Morín, se emociona recordando su sello.

“Estamos dolidos por la partida de nuestro profesor, querido por toda la familia del básquetbol. Fue visionario. Nos enseñó los fundamentos, cómo manejarse. Te entusiasmaba. Llegaba al corazón y salíamos con todo a jugar. Era muy cercano y me decía que le dijera tío. Revolucionó el básquetbol en el colegio. Le ganábamos a todos. A la Católica, a los colegios de Concepción en el torneo de Adicpa, a los argentinos. Siempre leal. Nunca una mala palabra”, recuerda, Sepúlveda, quien fue campeón de la Liga Central con Ñublense-Universidad del Bío Bío en 1991 y bajo la conducción de Morín. Ese equipo llenaba la Casa del Deporte con jugadores como Alfredo Aliste, Gastón Reyes, Mauricio Pérez, entre otros.

Formador

“Más que un entrenador, fue mi formador. Mi guía. Nos inculcó la responsabilidad. Yo tenía hiperactividad y déficit atencional y fui canalizando mi energía en el básquetbol. Me defendía en el Consejo de Profesores porque era desordenado y no me iba bien en el colegio, pero él canalizó todo mi talento. Agradezco todo lo que hizo por mí y el básquetbol de la región. Me incorporó al colegio y copio muchas de sus casas y sus valores”, detalla Mosqueira.

“Es todo lo mucho o poco que pude lograr en el básquetbol. Yo salí de la Escuela México con una base mínima y llegué al colegio con 1,93 mts y me agarró para la rama. Tuvo una tremenda dedicación conmigo, con un trabajo específico. Daba mucho más de sí. Entrenábamos todos los días, el colegio no apoyaba mucho, pero él generaba recursos, íbamos a los torneos a jugar a Argentina. Nos enseñó esfuerzo, cariño, dedicación. Fue más que un entrenador de básquetbol. Su legado es gigante. Cuesta encontrar hoy un técnico así”, reflexiona el ex seleccionado hurtadiano, Eduardo Lorenzoni.

“Nunca lo escuché decir una grosería o tratar mal, siempre fue cercano y asertivo. Involucraba a toda su familia. La tía Mónica llevaba las cuentas, su hijo Marcelo las cosas. Toda su familia giraba en torno al baloncesto. Nos inculcó respeto al rival, si uno alegaba no jugaba más”, acota Mosqueira.

“Muchas anécdotas con el ‘profe’. Me decía ‘que está haciendo hijo, no se acoquine’. Era para despertarnos. Nos incentivaba, nos hacía crecer el corazón. Él supo reunir a los jugadores con la familia. Ahora es mucho más frío”, complementa “Scooby”.

“Su mayor virtud fue el amor a lo que hacía. Amor al básquetbol, a sus dirigidos. Influyó mucho en mí como persona. Eso resume lo que era el profesor”, recalca Lorenzoni. El profesor nos enseñó el ‘picanroll’, que es estar sobre la línea de pase, ese concepto. Cómo marcar, cómo defender, yo empecé de pívot y me enseñó a marcar a jugadores más altos. Él dejó huella entre los entrenadores y trato de transmitir lo que me enseñó. El gran legado del profesor era su capacidad de motivarnos sabiendo nuestras limitaciones. La enseñanza del profesor era desde el corazón que no nos cabía en el pecho porque salíamos a luchar. Eso es legado del Zorrito”, enfatiza Sepúlveda.

“Si no te tirabas de cabeza a luchar la pelota, te sacaba y no jugabas”, sentencia nostálgico Mosqueira.

Los restos del maestro están siendo velados en la Iglesia San Vicente y serán sepultados mañana a las 16.00 horas.

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