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Enoturismo en Itata

Archivo LD

El Valle del Itata es la cuna del vino chileno, sin embargo, el desarrollo del enoturismo en esta zona es aún incipiente, muy distinto a lo que ocurre en los valles de Colchagua, Casablanca o Maipo, favorecidas por su cercanía a Santiago, fuente de las mayores emisiones de turistas y tránsito de los visitantes extranjeros.

Pero el éxito de los destinos mencionados no se puede atribuir exclusivamente a su ubicación. En ellos ha existido una voluntad por asociarse y un trabajo constante y planificado. En el caso de la ruta del vino de Colchagua, tuvieron que pasar dos décadas para consolidar un proyecto asociativo. Itata recién está partiendo, pero también lo hace con pequeñas viñas que cuentan con apoyo del Estado.

El Programa Territorial Integrado (PTI) de Enoturismo Ancestral del Valle del Itata es una iniciativa de la Corfo que conviene alentar y seguir con atención, pues busca crear valor apostando por la identidad y la internacionalización de un valle que tiene grandes atributos paisajísticos y culturales, donde es posible encontrar parras centenarias y observar prácticas ancestrales, pero que es uno de los menos conocidos turísticamente d todo el país.

Ciertamente, el negocio aún está en pañales y no bastará con que tres o cinco bodegas hagan degustaciones para levantar el turismo en la zona. El paso necesario para construir una ruta del vino y desarrollar el enoturismo comienza por la asociatividad, pues cualquier esfuerzo individual resultará inútil. Y no se trata solo de una asociatividad entre viñedos, sino que con otros emprendimientos complementarios, por ejemplo, en gastronomía, alojamiento y servicios turísticos.

Y si se trata de desafíos, se debe mejorar la infraestructura pública y privada, para lo que se requiere el compromiso de la autoridad política para mejorar caminos, la señalética vial, generar accesos al valle desde la Autopista del Itata, facilitar la conectividad aérea de Chillán. Igual de importante será dotar a todo lo que se haga de un sello verde y de comercio justo, acorde a nuevas tendencias de consumo que se acentuarán tras la pandemia.

Sin duda, el turismo de negocios y el turismo urbano -que tienden a ser masivos- seguirán muy afectados, no así el enoturismo y el turismo de naturaleza, en el que Ñuble tiene bastante que ofrecer y se podría convertir en alternativa para el reencuentro con la naturaleza que añoran millones de viajeros luego de los periodos de confinamiento. De hecho, en el empaquetamiento de destinos que han estado más alejados de los estragos de la pandemia, el valle del Itata tiene una gran oportunidad.

Las personas no dejarán de viajar y tan pronto se empiece a facilitar la conectividad, los turistas comenzarán a analizar qué destinos representan mayor confianza. Ese debe ser el objetivo de todo cuanto se haga para promocionar una oferta que es única, con una rusticidad y tradiciones que no puede ofrecer ninguna otra zona vitivinícola chilena.

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