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Dosis de refuerzo para la solidaridad

Una nueva expresión se ha sumado a nuestro vocabulario pandémico. La “dosis de refuerzo” quiere ayudar a cuidar la vida y darnos más seguridad, protegiéndonos frente a las amenazas del virus y sus diversas variantes. Pero en Chile también necesitamos muchas “dosis de refuerzo” para cuidar la dignidad de las personas y edificar una sociedad más justa y fraterna.

Requerimos con urgencia dosis de refuerzo en acogida a los migrantes. Contemplamos indiferentes las deportaciones decretadas por la autoridad; se multiplican experiencias de explotación laboral, con salarios bajos y condiciones abusivas, aprovechando la necesidad del que llega; a muchos extranjeros se les arrienda viviendas de mala calidad a precios carísimos; y se expresan prejuicios y discriminaciones especialmente con determinados grupos de inmigrantes. Y estas prácticas y actitudes no están solo en chilenos “poderosos”, sino también en otros compatriotas que no tienen pudor en sacar un provecho de la necesidad ajena.

Requerimos también de una dosis de refuerzo en honradez en el servicio público, que destierre el engaño y la corrupción. Hemos conocido recientemente déficits enormes en varias Municipalidades, a cargo ahora de nuevos alcaldes, por defraudación de dinero público, y no se ha proseguido -con razones poco convincentes- una investigación por eventuales delitos tributarios destinados a financiamiento irregular de campañas políticas.

Y para qué hablar de las innumerables colusiones y engaños que hemos conocido en la esfera pública y privada, y que dañan a la comunidad. Es un atentado a la solidaridad, porque no se sirve al bien común, sino a intereses propios de manera engañosa.

Urge asimismo una dosis de refuerzo en buen trato y respeto por el otro. El mundo digital muestra formas insólitas de agresividad, insultos y maltratos, y la convivencia misma en amplios círculos está cruzada por la descalificación y la belicosidad.

Vivimos en una sociedad contradictoria que, por un lado, pregona y exige con justa razón tolerancia y no discriminación, y por otro, se expresa agresivamente contra el que piensa distinto. La violencia, lamentablemente, sigue siendo un camino elegido no sólo en el mundo delictual, sino también en otros ámbitos políticos y sociales. Sólo altas dosis de no-violencia activa, diálogo y consideración a los demás, pueden edificar una sociedad solidaria, pues ningún bien duradero se cimenta sobre la destrucción.

Alberto Hurtado inyectó en la sociedad de su época la exigencia de la justicia y de una fe que se expresara en compromiso social. Es una exigencia que sigue vigente en este Mes de la Solidaridad 2021 y que se amplía como un llamado a la esperanza y a no encerrarnos en una vida autorreferencial e indiferente. Para proseguir la senda del santo jesuita, los cristianos de hoy necesitamos altas dosis de audacia, solidaridad con los que sufren y unión a Jesús. “Nuestra imitación de Cristo no consiste… en hacer lo que Cristo hizo, ¡nuestra civilización y condiciones de vida son tan diferentes! Nuestra imitación de Cristo consiste en vivir la vida de Cristo, en tener esa actitud interior y exterior que en todo se conforma a la de Cristo, en hacer lo que Cristo haría si estuviese en mi lugar” (A. Hurtado).

¿Qué dosis de refuerzo necesitas tú?.

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