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“Con harto ñeque y harto sueño; pensando siempre en grande”

Robinson Cabrera Parada (37 años) entró a estudiar Pedagogía y Traducción Inglés en la UBB Chillán sabiendo que lo suyo era emprender. Nacido en Coihueco, las condiciones económicas de su familia le impedían seguir la enseñanza superior fuera de la región, por lo que tomó una decisión práctica, por su facilidad con el idioma inglés. De hecho, después de titularse alcanzó a ejercer un año, pues ya se había embarcado en su primer emprendimiento.

Hoy, junto a su socio y amigo Robert Jobin, lidera Agencia Lunetas, una empresa que nació precisamente para poner publicidad en el vidrio trasero de buses y colectivos, pero que ha evolucionado hasta convertirse en una exitosa agencia de publicidad.

Recordó que cursando el segundo año de su carrera, “con la ayuda de mi hermano, a los 19 años, viajé a Estados Unidos a trabajar en centros de esquí en empleos de temporada, que era verano para nosotros”.

Y así se gestó su primer emprendimiento: “siempre fui fanático de las pantallas, entonces allá me compré un marco de fotos digital, estamos hablando de 2007 más o menos, en que no había internet en las manos como hoy (…) Me surgió la idea de usar el marco como vehículo publicitario. Pensaba colocarlo en lugares estratégicos, como en baños, urinarios, peluquerías, ascensores, en tiempos muertos para hacer publicidad. Y de repente pensé en los colectivos, tuve que resolver algunas cuestiones técnicas para que fuera viable comercialmente. Fue todo un ensayo y error de hacer fundas, medidas de seguridad, le inventé un sistema eléctrico para que funcionara, fue todo un proceso de desarrollo de un producto que no existía en Chile”, relató.

La apuesta comenzó en 2009 con 25 pantallas en Chillán y tuvo excelentes resultados. El primer año, entre las clases como docente, se dedicaba a actualizar los dispositivos y vender el servicio a más clientes, por lo que, al segundo año, en 2010, ya no continuó trabajando como profesor y se dedicó por completo a Spot Frame.

“Era un emprendimiento y una innovación”, dijo Cabrera, quien luego de Chillán se expandió a Talca. En 2011 se asoció con Robert Jobin, con lo que llegó a Rancagua y Temuco.

“Con harto ñeque, con harto sueño, pensando siempre en grande, pensando en abarcar harto, pero hacerlo bien al mismo tiempo; yo soy muy disciplinado, me gusta planificar y organizar cómo deben ocurrir las cosas y en qué tiempo”, complementó.

El negocio se mantuvo hasta 2015, completando seis años que recordó como exigentes, con escepticismo de su entorno en el comienzo. “Me decían que las pantallas me las iban a robar el primer día”.

“Mi vocación es emprender. Pudo haber sido una panadería, una carnicería o un taller mecánico, pero siempre me gustó eso, porque, en general, mi visión de vida era liderar, no me gustaban los jefes”, aseguró.

En 2014, ante la consulta de uno de sus clientes, una inmobiliaria, por lunetas en las micros, Cabrera decidió ampliar su giro en lo que sería un nuevo batatazo en su vida. Era verano de 2014 y comenzó a aprender sobre este negocio. “Una empresa grande me contrató a mí, porque no había mucha competencia, así es que vi una oportunidad de negocio”, explicó, bautizando el nuevo emprendimiento como “Lunetas.cl”, con una proyección nacional desde el comienzo, “porque este rubro es para grandes clientes, como establecimientos de educación superior, inmobiliarias e instituciones de salud, porque es caro”. Partió con Linares, luego siguió con Iquique, Copiapó y Valdivia. “La clave era tener cobertura nacional”, subrayó, y siguió creciendo en todas las regiones, excepto Santiago.

“Aprendí mirando, preguntando, ensayando, equivocándome. Tenía que hacerlo yo, tenía que hacer la pega completa, de manera que, si yo lo sé hacer, después puedo pedirle a alguien que lo haga por mí”, reflexionó.

Sin embargo, la informalidad del rubro del transporte colectivo, lo que conlleva ausencia de contratos o facturas y problemas tributarios, lo ha llevado a seguir ampliándose.

“Llega el 2015 y me adjudiqué un convenio marco con el Estado por seis años, como agencia de publicidad para hacer campañas del Estado. En ese entonces era más un medio publicitario, y ahora me iba a convertir en agencia. Eso marcó un antes y un después”, reveló. “La empresa empezó a crecer, teníamos más especialistas, profesionales, y yo me preocupaba por las ventas”, detalló.

Después se adjudicó el convenio marco de impresiones y artículos corporativos por seis años. Así, ahora es agencia y taller de impresión digital en múltiples formatos, especializada en el sector público en todo el país, excepto Santiago. “Por eso el 2017 rebautizamos la empresa como Agencia Lunetas”. Hoy las lunetas representan apenas el 5% de los ingresos.

Cabrera puso de relieve su interés por brindar buenas condiciones laborales a sus colaboradores, lo que se evidencia en la baja rotación de su planta de 15 personas. Precisamente, este año, la agencia obtuvo el primer lugar en el Premio Impulso, que fomenta las buenas prácticas de gestión de personas, reconocimiento que entrega la Escuela de Administración y Negocios de la U. de Concepción y Diario La Discusión.

Respecto a su futuro, reveló que está explorando negocios en el rubro inmobiliario y además, se asoció con una pareja de emprendedores que crearon la gelatería Rozzeto, que va a cumplir tres años en febrero, donde su apuesta es construir una fábrica para la distribución de helados en el sector Horeca, nuevamente con una perspectiva nacional, pensando en grande.

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