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Chillán capital chilena de la agroindustria

Con la mirada puesta en las aguas del río Ñuble, un 26 de junio de 1580, el mariscal Martín Ruiz de Gamboa fundó la ciudad de Chillán. El fundador tenía la convicción de que el desarrollo de la ciudad se lograría mediante su rol de articulador en la integración social, cultural, y económica de los conquistadores con el pueblo Mapuche. Empero, tuvieron que pasar doscientos cincuenta años de vida para que la ciudad pudiese recién establecer una estructura mínima de servicios para sentar las bases de su consolidación como cabecera de la futura región de Ñuble.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, junto con mejorar la conectividad con el puerto de Talcahuano y la llegada del ferrocarril, se desarrolla el sector agrícola como la principal actividad económica. Este atributo territorial ha sido el principal sustento para proyectar a la ciudad de Chillán como la capital de la agroindustria de Chile proveyendo de la calidad y seguridad alimentaria que el país y el mundo necesitan.

Las principales dificultades en el camino hacia el desarrollo

En sus inicios, la ciudad tuvo que ser reconstruida en tres oportunidades. En 1655 un levantamiento indígena provocó la destrucción de la ciudad; en 1751, un terremoto y una inundación del Río Ñuble tuvieron similares consecuencias y en 1835 un nuevo terremoto obligó a disponer un nuevo emplazamiento para Chillán. A partir de 1880, después de tres décadas de bonanza económica por el aprovechamiento intensivo de la cuenca del río Ñuble en la producción de cereales, el crecimiento de los servicios se ralentizó.

La incorporación de nuevas tierras agrícolas con la integración a la soberanía nacional de los territorios al sur del río Biobío y la falta de visión de los agentes locales para capitalizar las ganancias económicas mediante valor agregado y servicios a la actividad agrícola, condujeron a debilitar la importancia relativa de Ñuble. Lo anterior generó años de estancamiento en la infraestructura de servicios de la ciudad y la invisibilidad del potencial de generación de riqueza en el territorio. El centralismo nacional e intrarregional, hicieron que se esfumara el interés de los inversionistas para apostar por el desarrollo de la agroindustria local.

Para muchas generaciones de chilenos, la cultura, el patrimonio, y los atractivos turísticos de la ciudad, pasaron casi inadvertidos. Baste recordar que grandes personajes de la humanidad como el pianista Claudio Arrau, el pintor Arturo Pacheco Altamirano, el poeta Nicanor Parra, y la escritora Marta Brunet, entre otros, nacieron en Chillán.

Para el poder central, la invisibilidad de la ciudad tuvo una pausa dramática: el terremoto de Chillán de 1939. Los registros de la época dan cuenta de la destrucción total de la ciudad, junto con decenas de miles de muertos.

Expectativas incumplidas

La década de 1990 muestra en el país un acelerado crecimiento de las exportaciones de la industria forestal. Durante el período 1990 – 2000 el valor FOB de las exportaciones aumentaron de US$1.000 millones a US$2.500 millones. Fruto de esta expansión, en el año 2006 se inaugura el Complejo Industrial y Forestal Nueva Aldea, en la comuna de Ranquil. El crecimiento de las plantaciones forestales en el territorio, junto con la inversión de más de US$1.000 millones para una producción anual superior a los 3 millones de toneladas de celulosa, fueron argumentos suficientes para generar expectativas favorables en el devenir de Chillán.

Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. Las plantaciones forestales crecieron, en buena parte, en desmedro del uso agrícola del suelo, lo que impactó en el aumento de la migración de familias rurales a zonas urbanas. La producción de celulosa, por su parte, no tuvo impacto significativo en el mercado laboral y tampoco en el desarrollo de la industria de servicios en la comuna.

Chillán como capital regional, un futuro esplendor

El 5 de septiembre de 2017, se observa un punto de inflexión. Se publica en el Diario Oficial la Ley que crea la XVI región de Ñuble. La conformación definida estaba compuesta por veintiún comunas, y consideraba como capital regional a la comuna de Chillán. El 6 de septiembre de 2018 comienza la vigencia oficial de la nueva región y el funcionamiento de Chillán como su capital regional.

A partir de esta nueva realidad, se comienza a dibujar el futuro esplendor de una ciudad que está experimentando un profundo proceso de transformación.

Chillán camina a ser un referente en innovación agroindustrial, articulando el tejido productivo, el emprendimiento local, y la transferencia de conocimiento en la actividad agroalimentaria de la Macrozona Agrícola de Chile.

La capital regional contará con un Centro de Investigación y Desarrollo en Industria Agroalimentaria Inteligente; un Centro de Innovación y Emprendimiento, así como también de Infraestructura de Docencia Tecnológica en instalaciones que estarán emplazadas en el campus de la Universidad de Concepción de Chillán.

Chillán será la capital de la agroindustria y la alimentación saludable del país. Para ello dispondrá de la infraestructura, las personas, y las capacidades necesarias para la oferta de servicios, logística, innovación, digitalización, y sistemas de trasferencia de conocimiento para la consolidación del sector agroalimentario de Chile.

En la capital regional se apoyará a la Macrozona agrícola del país en la atracción de inversiones, la innovación, la atracción del talento y la creación de un tejido productivo fuerte para la agroindustria y la alimentación saludable.

Chillán tendrá la misión de conectar las tierras agrícolas, la producción, el procesamiento, la logística, y la exportación de servicios y productos agrícolas frescos y procesados para contribuir a satisfacer la demanda mundial de alimentos.

Por último, la capital regional dispondrá de los servicios públicos, privados, financieros, personales, y turísticos que sean necesarios para la consolidación y el desarrollo de la actividad agroalimentaria del país.

Empero, para que toda esta proyección se materialice, se requiere de unidad, generosidad, y empatía de los agentes locales, con el foco puesto en el devenir de su gente y de las futuras generaciones.

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