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A 60 años del fusilamiento del Chacal de Nahueltoro en Chillán

4 minutos. Eso fue lo que duró la ejecución de Jorge del Carmen Valenzuela Torres en la Cárcel de Chillán la madrugada del 30 de abril de 1963, hace 60 años. Los minutos se contabilizaron desde que el imputado caminó desde su celda acompañado por el sacerdote diocesano Eloy Parra rezando a su lado en voz alta, hasta que se enfrentó al pelotón de fusilamiento y a los ocho fusileros que acertaron directo a un círculo rojo que le habían colocado en el corazón.

A más de seis décadas de uno de los hechos policiales más escalofriante de la historia chilena, surgen nuevos antecedentes sobre la historia de quien hoy es venerado como un santo en el cementerio de San Carlos, hasta donde su madre trasladó su cuerpo luego de la ejecución.

El desenlace mortal

Durante el tiempo en que esperó la pena capital se rehabilitó, aprendió a leer, a escribir e incluso le compuso una canción a su madre antes de morir.

El crimen que lo trajo hasta la Cárcel de Chillán es conocido por todos. El 20 de agosto de 1960 mató a su pareja Rosa Rivas y a los cinco hijos de ella, incluido un lactante, a quien aplastó, todo por dinero. En un primer fallo, la justicia lo había condenado a 33 años de presidio perpetuo pero en las siguientes instancias, la decisión cambió. La alevosía del crimen y su confesión hicieron que en 1960 la Corte de Apelaciones de Chillán cambiara la sentencia a pena de muerte. Esto fue ratificado por la Corte Suprema.

Según los archivos históricos del Poder Judicial, Valenzuela Torres solicitó el indulto presidencial a Jorge Alessandri, sin embargo, este no le concedió la garantía por la misma recomendación de los Tribunales de Justicia. La notificación de No Ha Lugar la Conmutación de la Pena de Muerte, fue firmada por Alessandri el 25 de abril de 1963, a penas cinco días antes del fusilamiento. La abogada defensora María Urrutia de Rojas se dirigió así al Presidente: “La petición que formulo no se fundamenta en razones de índole sentimental, propias de una mujer, sino en los antecedentes jurídicos y morales que me permito hacer valer en el escrito anexo a esta presentación (una carta que se puede encontrar en el Archivo Nacional). No es un hombre a quien defiendo: es la niñez abandonada de ayer y hoy; es a aquella clase humilde e ignorante de cuyos destinos es responsable la sociedad. La muerte de uno de ellos no servirá, de modo alguno, como medida de represión de la delincuencia, mientras prime la ignorancia, mientras haya miseria”.

Quienes estaban cerca del Chacal al conocer la decisión presidencial, cuentan que lo tomó con calma y resignación y que pidió como último deseo despedirse de su madre, un hecho que se concretó un día antes de su muerte. Sus restos fueron trasladados hasta el Cementerio de San Carlos, en donde hoy su imagen es de culto y adoración.

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