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Un principio orientador

Con frecuencia asistimos a la existencia de problemas medioambientales, lo mismo que al imperativo -cada vez más socializado- de que el desarrollo debe ser sustentable. Igualmente, se constata con frecuencia que existen fuertes discrepancias frente a lo que es el desarrollo sustentable y la forma de solucionar los problemas que se plantean en este campo, donde no todos entienden que la sustentabilidad es un requisito para el desarrollo.

No sería desarrollo si no fuera sustentable.

Sobre esa afirmación, incorporada de manera progresiva en la gestión de los organismos de Gobierno y en el diseño de las políticas públicas que norman la actividad del sector privado, se ha configurado nuestra institucionalidad ambiental, cuyo objetivo primario es que este principio, el del desarrollo sustentable, sea preservado por quienes desarrollan actividades económicas que generan impactos en el medio ambiente.

Por lo mismo, al observar el actual panorama en Ñuble, el resultado es preocupante, pues durante los últimos años hay decenas de proyectos rechazados por el Servicio de Evaluación Ambiental.

La preocupación, en todo caso, no proviene del rigor con que está actuando la institucionalidad ambiental, sino de la calidad de los proyectos que están presentando las empresas que pretenden desarrollar actividades en nuestro territorio.

Sobre este punto no debe haber dobles lecturas, aunque algunos sectores lo asocien a incertidumbre y eventuales desincentivos a la inversión. Filtros débiles en materia ambiental solo hipotecarán la mayor riqueza de la Región de Ñuble: sus recursos naturales.

Además, la evaluación ambiental tiene un sentido práctico muy importante, que los empresarios deberían valorar, pues contribuye a que los proyectos puedan mejorarse en una fase inicial, de tal manera que en las etapas siguientes tengan una tramitación expedita, reduciendo las posibilidades de conflictos posteriores, tanto con los entes fiscalizadores, como con la propia ciudadanía.

Finalmente, debemos convenir que la variable medioambiental no puede ni debe ser soslayada, pero tampoco considerada en términos que obstruya el emprendimiento y la inversión.

Ñuble tiene una economía que crece lento y necesita diversificarse, por tanto es de esperar que los diferentes proyectos de inversión que pretenden desarrollarse en la Región tengan la calidad suficiente para sortear exitosamente las exigencias ambientales y finalmente concretarse, aportando no solo a la competitividad de diferentes sectores de nuestra economía, sino también al bienestar de toda la población.

La Región de Ñuble debe proyectarse hacia un porvenir de bajas emisiones y a una industria agroalimentaria que si es capaz de acreditar su sustentabilidad tendrá abiertas las puertas de los mercados de todo el mundo y, al mismo tiempo, aportará a conservar la salud del planeta.

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