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Un murallón de permisos

Cristian Cáceres

Aumentar la tasa de crecimiento se logra de dos formas: mejorando la productividad de los factores productivos e incrementando la inversión. En la región de Ñuble, particularmente en la industria forestal y en los sectores agrícolas orientados a la exportación se ha logrado mejorar un poco la productividad gracias a la inversión en tecnología, sin embargo, no es la regla general en la economía local. De hecho, la información disponible habla de bajas tasas en ambos indicadores.

Como consecuencia de ello, problemas estructurales siguen agobiando a los habitantes de esta zona, como el alto desempleo y los bajos salarios, aspectos que finalmente se transforman en parte del círculo vicioso que promueve la migración de capital humano, y por lo tanto, menores posibilidades de emprendimientos locales.

La conclusión lógica de esta reflexión es, entonces, atraer inversiones a nuestro territorio, un objetivo que es abordado desde diferentes ámbitos y con diversos actores públicos y privados, pero que enfrenta un obstáculo mayúsculo, como es el exceso de burocracia y una discrecionalidad sin límites precisos a la hora de obtener permisos y autorizaciones para proyectos de inversión.

Así lo exponen empresarios locales y dirigentes gremiales del comercio y la construcción en el reportaje publicado en la Edición Domingo sobre cómo la permisología ha agravado la endeble situación económica de la región, al desincentivar las inversiones y el emprendimiento.

Este fenómeno de alcance nacional ha llegado a extremos tales que iniciar un proyecto de construcción puede tardar hasta 3 años por interminables trámites con el Estado. No sólo es insólito considerando los beneficios que trae consigo recibir grandes proyectos de inversión, sino que también inhibe la iniciativa privada cuando más urge en la región.

El diagnóstico del problema es claro, y hay bastante coincidencia en que la solución es rediseñar el sistema de permisos estatales hacia una “ventanilla única sectorial” que acelere los trámites de toda un área en una sola instancia, y no la fragmentación hoy existente. Igualmente, se requiere incrementar los recursos humanos de los servicios públicos revisores y copiar experiencias exitosas, como lo hizo el municipio de Chillán Viejo con la agencia que ofrece un acompañamiento a las personas en la tramitación de las autorizaciones.

De todos los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) Chile ocupa el último lugar en esta materia. Eso es una realidad, pero no es la única causa de la dilación de los proyectos. También son responsables la mala calidad de muchos estudios que presentan los privados, la falta de antecedentes técnicos y cuando se trata de impactos ambientales, la pobreza en la oferta de medidas de mitigación, reparación y compensación.

Por último, hay que entender que la permisología tampoco significa una ganancia ambiental, pues se ha demostrado que el exceso de burocracia termina por ahogar muchos proyectos que son sustentables. Por ello, lo que se necesita no es bajar los estándares normativos y técnicos, sino tener un sistema más eficiente.

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