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Un ecosistema de emprendimiento para Ñuble

Chile es considerado un país emprendedor. De acuerdo con el informe de competitividad mundial de 2021, somos el segundo en actividad emprendedora en su etapa inicial, llevando una delantera de por lo menos diez años frente a otros países de la región. Somos el tercer país con la mayor tasa de emprendimiento a nivel global (GEM 2019-2020) y el más innovador de Latinoamérica, según el Global Innovation Index 2020.

Contar con lo que se denomina un ecosistema de emprendimiento impacta en el crecimiento y desarrollo de un país o ciudad, porque constituye un espacio geográfico común, que, utilizando capacidades propias y respondiendo a necesidades comunes, contribuye al dinamismo económico del territorio.

El ecosistema más conocido a nivel mundial es Silicon Valley, pero también los hay en Londres, Sao Paulo y Tel Aviv, por nombrar algunos. Guardando las proporciones, en Chile existen ecosistemas dinámicos y consolidados en regiones como Valparaíso, Concepción y Antofagasta.

¿De qué depende el impulso de un ecosistema? Del desarrollo de ciencia en conexión con el mundo empresarial, mentalidad emprendedora y capital de riesgo. Pero además es fundamental intencionar su creación, no sólo a través de políticas públicas de mediano y largo plazo, sino partiendo por lo básico, articular a los actores: gobiernos regionales, municipios, agencias de fomento, inversionistas, universidades, emprendedores y empresas.

¿Ñuble cuenta con un ecosistema? ¿Qué tan articulados están sus actores? ¿Hay una masa crítica de potenciales emprendedores? Recordemos que sólo van 4 años de la creación de la región y si bien la cantidad de empresas ha aumentado durante la última década en un 32,8%, aún nos falta para consolidar un ecosistema propiamente tal. Desde Corfo estamos dando pasos en esta línea mediante el financiamiento a coworks, incubadoras, eventos para activar el emprendimiento, pero esto es sólo un aspecto.

Sin duda, iniciativas como la Semana Nacional de la Pyme, que se celebra durante estos días, son hitos importantes también para movilizar el entorno, activar redes y visibilizar instrumentos de apoyo.

Frente al desafío de crear un ecosistema, los emprendedores, empresarios y sociedad civil, tienen un rol gravitante. Pero el Estado tiene un rol clave, porque es un proceso de largo aliento, requiere recursos, un liderazgo validado, y una estrecha coordinación entre las agendas de los servicios públicos convocados. Y si bien no podemos aspirar a situaciones utópicas, es necesario impulsar las condiciones habilitantes que configuran un entorno pro inversión y emprendimiento, como la conectividad, infraestructura, capacidades logísticas, energía y acceso al agua, por nombrar algunas. Lo anterior, sumado a la sintonía con los centros de formación para contar con personas preparadas para inventar, reconfigurar y hacer crecer modelos de negocios con valor agregado.

Para crear el ecosistema entonces, es necesario contar con una gobernanza regional amplia, ejecutiva, con claridad respecto de donde se quiere llegar, con planes y acciones concretas. Ya estamos en la recta final de 2022 y está claro que tenemos un gran desafío que abordar en 2023.

Texto: Macarena Dávila

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