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Todas las vacunas

Cristian Cáceres

La pandemia del covid-19 sigue cargada de dolor en Chile y todo el mundo, pero las vacunas han frenado su expansión y están salvando millones de vidas. Es un hecho objetivo. Con ellas no existe el riesgo cero, pero sin ellas hubieran muerto millones de hombres y de mujeres que hoy tienen la oportunidad de seguir viviendo.

En nuestro país, se han aplicado cinco diferentes, todas validadas por la Organización Mundial de la Salud y principalmente dirigidas a neutralizar, bajo diferentes modalidades, a la principal y más expuesta proteína de superficie del virus conocida como la proteína “S” (por “spike” del inglés). Esta estrategia, de modificar las proteína de superficie de un virus para evitar su proceso de fusión con las células que busca infectar está siendo utilizada para el desarrollo de otras vacunas. Entre ellas la vacuna frente al virus respiratorio sincitial, como también la vacuna del SIDA.

El problema es que -como era esperable, las nuevas variantes del SARS-CoV-2 que han sido detectadas, afectan al gen de dicha proteína y han instalado la inquietante de si dichas vacunas son capaces de proteger, y con qué eficacia, a la población ya inmunizada.

La respuesta no es fácil, ya que los científicos consideran un sinnúmero de parámetros, pero en lo que hay total coincidencia, es que hasta el momento todas las vacunas ofrecen protección, por lo menos para los cuatro linajes de mayor virulencia y capacidad de contagio, esto es las variantes británica, sudafricana, brasileña e india, también llamadas Alfa, Beta, Gamma y Delta, nomenclatura asignada en base al alfabeto griego para no estigmatizar a los países donde fueron inicialmente aisladas.

En nuestro país, el Gobierno estaría apostando a reforzar la vacunación con una tercera dosis para enfrentar la amenaza de la aparición de nuevas variantes. Cuándo y cómo se hará ese nuevo proceso es todavía una incógnita.

Es evidente que la desinformación creciente por las redes sociales, la consolidación de mitos y los cuestionamientos sin rigor científico que se hacen contra algunos biológicos (como la vacuna de Sinovac, que ha demostrado alta efectividad como lo estableció un informe conocido la semana pasada) han contribuido a que muchos chilenos y chilenas aún no se hayan vacunado, pese a que ya se inmunizó a sus respectivos rasgos etáreos. Son los rezagados y rezagadas y suman cerca de 2 millones.

Aquí no se puede cantar victoria. El proceso tiene buen ritmo, pero aún está distante del objetivo final. De ahí que ajustar las cargas a cada paso sea un deber general, empezando por las autoridades, que no deben perder de vista que el éxito de este plan depende, en gran parte, de su coherencia, claridad y persistencia en sus planteamientos, bajo la premisa de que la necesaria pedagogía que respecto a la vacunación contra el covid-19 jamás puede ser aledaña ni pasajera, y menos considerarse suficiente.

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