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“Toda la plata es mía, y solo mía”

Señor Director:

Por su intermedio me dirijo a las señoras parlamentarias y los señores parlamentarios: ¿Hasta cuándo van a seguir con su obsesión de ocupar nuestros fondos previsionales para fines ajenos a su propósito? Aunque el contexto de pandemia les proporcionó una excusa aparentemente razonable, sus principales promotores iniciales no hicieron mucho esfuerzo por disimular que su principal motivación era hacer daño a las AFP. En realidad las ganancias de las AFP se generan principalmente a partir de las comisiones sobre las cotizaciones, no de los fondos individuales, pero ustedes no han tomado ninguna iniciativa para reducir tales comisiones.

La otra motivación no disimulada era torcerle la mano al gobierno del presidente Piñera, que se resistía a hacer transferencias de recursos significativos a la ciudadanía para mitigar el impacto económico del confinamiento. Pero ya con el segundo retiro quedó en evidencia que lo que en realidad hizo el parlamento, fue tirarle un salvavidas al gobierno, lo que éste también asumió sin ningún disimulo, al transformarse en el impulsor del segundo retiro. El salvavidas no evitó que eventualmente el gobierno tuviera que hacer transferencias de recursos públicos, pero sí contribuyó a la tardanza gubernamental. Mientras tanto, la ciudadanía era tentada y virtualmente obligada a sacrificar sus magros ahorros previsionales.

A esas alturas parlamentarias y parlamentarios se dieron cuenta de que su despliegue de dudosa creatividad legislativa, les había granjeado una inesperada popularidad en una ciudadanía altamente confundida y vulnerabilizada por el impacto acumulativo del estallido social y de la pandemia.

El resultado de todo esto ha sido poner mucho más cuesta arriba la urgente reforma previsional, una de las principales demandas ciudadanas. Cualquier modelo de previsión social requiere del aporte de las y los trabajadores, pero se ha torpedeado nuestra débil cultura de ahorro previsional al caricaturizarlo como “ahorro forzoso”. Una sociedad tan tremendamente desigual como la nuestra requiere un sistema previsional con un importante componente solidario. Pero, paradójicamente, con los retiros y los discursos que los han justificado, no se ha hecho otra que reforzar la idea de la capitalización individual, “toda la plata es mía, y sólo mía”. Todo ello sin mencionar el aporte generoso que han hecho al desprestigio de la política, ni el impacto en la economía, que ha sido ampliamente comentado por personas mucho más competentes que yo.

Juan Sepúlveda González

Teólogo pentecostal

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