No son pocos quienes han manifestado en reiteradas ocasiones, cada vez que visitan la región, que Chillán es una de las ciudades más alejadas de Santiago. Y no lo afirman precisamente por su ubicación geográfica, sino por la cantidad de horas que deben destinar para trasladarse. Y es que mientras no existan vuelos regulares entre ambas ciudades y el ferrocarril siga siendo el hermano pobre del transporte nacional, esa afirmación seguirá teniendo vigencia.
En ese contexto, el interés por revitalizar y modernizar el servicio de transporte ferroviario en el país puede contribuir mucho a superar este “aislamiento”, sin embargo, hasta ahora los esfuerzos de los gobiernos han sido más bien tímidos. De hecho, además de los proyectos para unir la capital con Valparaíso mediante un tren rápido y el mejoramiento del tramo hacia Rancagua, no han existido otras iniciativas concretas para revertir esta situación.
Y si bien se valora el proyecto que pretende implementar un mejor servicio del tren entre Santiago y Chillán para 2023, el despegue ferroviario requiere de una mirada más integral.
Como se recordará, en el anterior gobierno se anunció la licitación pública internacional para la compra de seis nuevos trenes de última tecnología que, junto a diversas inversiones en infraestructura, permitirían contar con el tren más moderno de Sudamérica.
Como muchas promesas de la administración de Piñera, el llamado “tren rápido” entre Santiago y Chillán nunca se concretó y por lo mismo, el anuncio del actual gobierno de materializar un servicio con 12 las frecuencias diarias en ambos sentidos y llegar a 800 mil pasajeros al año beneficiando a una población estimada de 2 millones de personas entre las regiones de Ñuble, Maule, O´Higgins y Metropolitana- es una positiva noticia que habrá que seguir con mucha atención, a fin de que no se repita el rito de prometer y no cumplir.
El progresivo incremento del parque vehicular en el país, que queda de manifiesto en el recurrente colapso de la Ruta 5, así como el virtual monopolio del transporte de carga por parte de los camioneros, exige tener una mirada de largo plazo sobre el desarrollo del ferrocarril en el país, pensado no solo como una alternativa segura y rápida para el movimiento de pasajeros, sino que también de la carga, un aspecto relevante si se considera la aspiración de Ñuble de ser una potencia agroalimentaria.
La conectividad ferroviaria constituye la gran llave para mejorar el transporte, pero también para aumentar la competitividad de los actuales y futuros exportadores locales.
Es de esperar que el compromiso del Gobierno -a diferencia de sus antecesores- se concrete en los plazos anunciado, pero también es clave que las autoridades asuman el desafío de dotar a Ñuble y al país de un servicio ferroviario que represente una alternativa eficiente y segura para el transporte de carga, conectando a la región no solo con Santiago, sino con los puertos de Biobío y con el sur de Chile.