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Ómicron bate récord

AFP

La variante ómicron batió otra vez el récord diario de casos al registrar ayer 12.500 nuevas infecciones. Los nuevos contagios aumentaron así 102 por ciento y 354 por ciento con respecto a los últimos siete y 14 días, respectivamente, informó el Ministerio de Salud en un reporte donde también precisa que el número de casos activos (con capacidad de contagio) también se anotó un nuevo récord, con 67.512 pacientes.

Es de prever que dentro de muy poco, como viene sucediendo en tantos países, sean evidentes los efectos de ómicron, agravados en los ciudadanos que aún no han sido vacunados. Habría que agregarle a la gravedad de la situación que estamos atravesando el período de vacaciones y una generalizada mala comprensión de los efectos de esta variante.

Lo cierto es que haber minimizado el impacto de (por ahora) la última variante del covid ha complicado, nuevamente, los sistemas sanitarios de diferentes países, todo en medio de contradicciones de los discursos gubernamentales y la irresponsabilidad de prever el fin de la pandemia con la que la humanidad convive desde marzo de 2020.

Lo primero que hay que tener claro es que ómicron no nos ayudará a controlar la pandemia. Esta variante es una más de las 1.700 secuencias genómicas distintas y una de las 10 variantes de interés o preocupación. Lo otro es tener presente que llegó cuando un gran porcentaje del mundo había accedido a la vacunación, por eso es que la gente ha presentado síntomas leves. Y sí, se ha demostrado que permite una recuperación más llevadera, pero no quiere decir que no pueda ser mortal, sobre todo para personas con enfermedades preexistentes.

Luego de dos años de pandemia, aprendidas, en carne propia, numerosas lecciones sobre el uso de mascarillas, el distanciamiento físico, el aseo personal y el cuidado propio en el nombre del de los demás, no es fácil subrayar tanto las advertencias como los llamados a resguardarse. Es claro que la economía sigue recuperándose. Es evidente que para la salud mental de cada quien resulta brutal la posibilidad de regresar a los días de los confinamientos. Pero no solo no hay otra solución al covid, aparte de insistir en la vacunación y en el autocuidado, sino que, como si fuera poco, esa es la solución definitiva al mal que ha transformado todas las vidas del planeta en los últimos veinticuatro meses.

Son verdaderamente preocupantes las imágenes de gente de todas la edades sin mascarilla, en actividades que superan los aforos permitidos que, desesperadamente, quiere volver al mundo de antes. Y, ante la velocidad con la que se está propagando ómicron, es urgente e inevitable convocar a la ciudadanía a la prudencia.

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