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Ñuble igualó su participación del 4-S mientras a nivel país disminuyó en un punto y medio

Mauricio Ulloa

Si bien la jornada electoral de ayer partió algo lenta, y se pensó que la participación en Ñuble iba a ser menor a la del plebiscito del 4 de septiembre de 2022; lo cierto es que esta se mantuvo, e incluso, aumentó dos décimas, de 88,6% a 88,8%, es decir, un 89% de concurrencia a las urnas.

A nivel nacional, en tanto, la cifra bajó de 86% a 84,4%, poco más de un punto y medio.

Entre las explicaciones a la disminución de la participación en el territorio nacional, y también en el extranjero, donde alcanzó solo el 20% (debido a la voluntariedad del sufragio); está la gran cantidad de personas que se excusó por encontrarse a más de 200 kilómetros, el desinterés generado por el proceso, y la desinformación.

También hubo situaciones especiales, como lo ocurrido en Rapa Nui, donde 800 personas no pudieron sufragar debido a que no se constituyeron cuatro mesas.

Junto con la disminución a nivel nacional de la participación, también se registró un importante alza de los votos blancos y nulos emitidos en comparación con la consulta ciudadana de septiembre del 2022. Así lo reflejaron los resultados entregados por el Servicio Electoral (Servel), que mostraron que los sufragios inválidos o que no fueron contestados más que duplicaron los que se registraron el año pasado.

Respecto de los votos blancos, el Servel reveló que con un 96,99% de las mesas escrutadas, ya se habían contado 163.601 sufragios. Esto supone más del doble de los 77.340 votos blancos del plebiscito anterior. Lo mismo ocurre con los nulos. De acuerdo al Servel, hasta el cierre de esta edición se habían contado 431.702 votos no válidos, versus los 200.881 que hubo en septiembre del 2022. En otras palabras, respecto del total de votos emitidos, los blancos y nulos pasaron de 2,14% el año pasado a 4,98% en este plebiscito.

“Lejanía influyó”

Según la politóloga y académica de la UdeC, Jeanne Simon, pese a que bajó un poco la participación, tanto en Chile como en el extranjero, “se puede decir que la población se está acostumbrando al voto obligatorio. Si bien el sistema del Servel, que aseguró que los locales de votación estuvieran más cerca de los domicilios, favoreció la concurrencia a las urnas; la baja podría deberse a aquellas personas que se encuentran trabajando, estudiando o vacacionando en otra región, y que no pudieron o no quisieron viajar para ir a sufragar”, aseveró.

Simon resaltó eso sí que “hay que poner ojo con lo que pasó en Rapa Nui, con la imposibilidad que algunas personas tuvieron para votar porque no se constituyeron sus mesas, es algo que no puede ocurrir, pero yo destaco la participación de las personas en general, y resalto que muchos llevaron a sus hijos, lo que puede aportar en votaciones futuras”, manifestó.

Desgaste constitucional

En tanto, para el experto electoral, Rodrigo Landa, la participación a nivel nacional disminuyó un poco, “lo que se pudo advertir con el aumento de excusas en comisaría virtual. Esto tiene varias razones, entre ellas, el desgaste constitucional a cuatro años del estallido y con un proceso largo, incierto, y que la ciudadanía vio con lejanía, cuando sus necesidades urgentes que deben ser atendidas por la clase política, no han tenido la respuesta que ellos esperaban. Por ello, no me extraña esta baja, sumado a que diciembre es un mes complejo, en que las personas tienen muchas preocupaciones y tienen un desgaste natural”.

Landa añadió que en general, este contexto genera “una propensión a rechazar lo que se le proponga al electorado. Y esto se puede manifestar de dos formas, rechazando lo que se les plantea -que ocurrió efectivamente con el triunfo del En Contra-, o con un desinterés hacia el proceso. Es algo natural”, advirtió.

Otro factor que influyó, a su juicio, fue la desinformación. “Tuvimos un proceso acotado, el trabajo del Consejo no fue visibilizado, fue mucho más bajo perfil, e indudablemente que eso ayudó a que las personas estuvieran menos informadas y confundidas respecto de lo que tenían que votar, pues sienten que deben votar por deber, por no ser multados, y no porque efectivamente están en conocimiento que una u otra propuesta mejora sus intereses”, sentenció.

Tarea pendiente en participación

Según el académico del Centro de Políticas Públicas de la U. Católica de Temuco, Cristian Quiroz, “podríamos decir que este nuevo proceso constituyente es un segundo fracaso para la democracia chilena. Si bien es cierto, toda instancia, mecanismo de participación, resolutiva, deliberativa, democrática, tiene un valor en sí misma, no podemos desconocer que después de cuatro años de procesos electorales, de elección de convencionales, de constituyentes, de conocer dos propuestas de carta magna -es más, podemos crear incluso un quinto año desde el estallido social-; evidentemente que lo que uno hubiese esperado es haber salido con una carta de navegación más predecible, clara y estable. Este mismo desgaste de cuatro años de elecciones, creo que generó un desgano, una desmotivación. Este proceso no generó ni la expectación ni la adhesión ciudadana como lo tuvieron los procesos anteriores. Es así como observamos a nivel país un mayor número de ausentismo en las elecciones. Gente que no fue a votar, que se excusó, además de nulos y blancos”, planteó.

Por tanto, añadió, “este 84,4% que se ha logrado con voto obligatorio también es un llamado de atención para la clase política, en orden a cómo se hace cargo de propiciar espacios de participación más consolidados y también más sustantivos. Quienes estudian los procesos constituyentes en el mundo, han señalado que en buena medida la calidad en los resultados de los procesos constituyentes tiene que ver con la calidad de la participación ciudadana y del nivel de incidencia y las etapas en las cuales participan precisamente las personas. Yo creo que en estos tres elementos debemos hacer análisis en nuestro país respecto particularmente a este último proceso. Cuál fue la calidad de la participación, la etapa de incidencia y las características de quienes participaron. Aquí se cometió un pecado de origen, al igual que en el primer proceso, sectores antisistema y de la ultra izquierda en algunos casos que llevaron a extremos la discusión constituyente farreándose una oportunidad muy valiosa. Hoy día pasó lo propio con sectores de ultraderecha liderados por los republicanos, quienes se farrearon esta segunda oportunidad”

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