Los hechos ocurridos desde el 18-O dan urgencia a generar cambios en nuestro sistema de pensiones. Estos no solo deben garantizar una pensión base que permita una vejez digna, sino que además aumenten las pensiones de todas y todos, llegando a niveles cercanos a los de los salarios percibidos durante la vida laboral. Últimamente hemos recibido las propuestas tanto del gobierno como de la oposición. Pienso que una columna de opinión no bastaría para analizar cada punto. Así que esta vez me referiré a algunos puntos que poco se han tratado en la prensa, junto con proponer algunas ideas para el mediano y largo plazo.
Primero, creo que mejorar las pensiones de manera efectiva implica resolver ciertos problemas del mercado laboral. Uno de ellos son las lagunas previsionales (46,5% de períodos no cotizados en promedio por afiliado, en julio de 2018, que en la mayoría de los casos son generadas por la cesantía o por tener un empleo informal. Algunos han propuesto la implementación de un seguro para tales efectos y pienso que iría en la dirección correcta. Pero además, como país, tenemos que controlar la tasa de desempleo y generar incentivos a las pymes y empleados para que formalicen sus relaciones laborales. También creo que es urgente aumentar y difundir mejor las oportunidades de capacitación. La idea es que una persona no esté de por vida percibiendo el salario mínimo (dependiendo solo de los aumentos que se hacen por ley, y de subsidios), sino desarrollar sus capacidades que le permitan movilizarse a puestos de trabajo más calificados, y por ende, a mejores sueldos.
Segundo, propongo aumentar la cartera de inversiones de los fondos de pensiones en el mediano y largo plazo. Actualmente, estos montos se destinan al mercado de capitales, en el cual participan solo las grandes empresas, excluyendo a las pymes, que aún no puede acceder a la bolsa de valores, perdiendo la posibilidad de acceder a nuevas fuentes de financiamiento. Además, existe una tendencia a la baja en la rentabilidad de los fondos de pensiones. En la década de los 80’ se registró un 12,04% de rentabilidad real promedio, bajando a un 9,93% en los 90’, a un 5,72% en el período 2000-2009, llegando a 4,32% durante el período 2010-2017, datos correspondientes al Fondo C o a su equivalente, según fuentes de la Superintendencia de Pensiones. Resultaría necesario buscar nuevas formas de invertir y que entreguen retornos más atractivos. En Chile existen las empresas de crowdfunding (muchas de ellas reconocidas por la prensa y universidades de prestigio), cuya misión es generar un nexo virtual entre inversionistas y pymes para que estas últimas financien su capital de trabajo vía créditos, a cambio de garantías como la cesión de facturas de venta. Pienso que sería buena idea crear un mecanismo que permita que los fondos de pensiones puedan ser invertidos allí también. Es verdad; esta idea tiene sus riesgos, pero con un marco regulatorio y fiscalizador sólido, valdría la pena evaluar técnicamente su factibilidad.
Espero que como sociedad chilena podamos llegar a la mejor solución posible que, en su implementación se puedan ver resultados satisfactorios y justos.