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La obligada transformación de la UCI no Covid del Hospital de Chillán

Mauricio Ulloa

En los últimos meses hemos conocido las demandas en la red asistencial de Ñuble para atender a los personas contagiadas por Covid-19, lo que ha significado un complejo proceso de reconversión de camas, equipos y aumento de dotación de personal para enfrentar al virus en su etapa más mortal que es en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), pero poco se habla de los cambios realizados en otras áreas para pacientes no Covid, donde los profesionales, pese a su agotamiento físico y mental, dan lo mejor para brindar una atención que puede ser vital.

En el Hospital Clínico Herminda Martín desde que comenzó la pandemia 2 salas de recuperación de anestesia se transformaron en UCI no Covid, un cambio radical respecto a las actividades diarias que allí se realizaban.

En palabras sencillas, desocuparon todos los equipos empleados en la sala de recuperación para posteriormente implementar la sala UCI con sus ventiladores, monitores de alta complejidad, ambu (resucitador manual), entre otros equipamientos para cada una de las camas críticas habilitadas.

“El 2 de abril nos transformamos en UCI no Covid, primero con nueve cupos para pacientes, eso significó hacer un cambio total de las actividades que hacíamos porque como recuperación de anestesia nos dedicábamos a recuperar a los pacientes que habían recibido anestesia general, raquídea o lo que fuera por una cirugía electiva o de urgencia, y nos transformamos rápidamente en un servicio crítico que significó que todos los anestesiólogos pasamos hacer turnos en la UCI y nos hicimos cargo de todos los pacientes críticos del hospital que no fueran Covid”, explica Luz María Morán Ibáñez, jefa de Anestesia y Pabellón.

El requerimiento constante de camas críticas no Covid motivó nuevas modificaciones para aumentar la disponibilidad de cupos, y con ello, incrementar la cantidad de profesionales y turnos para cubrir las funciones en su totalidad.

“Estuvimos siempre llenos, en realidad era un residente y cuando ya teníamos los 9 cupos llenos a veces iba apoyarnos otro residente, porque teníamos en ese minuto dos anestesiólogos por turno, uno para la Urgencia Adulto-Pediátrico y uno para la Urgencia Maternal, y con la misma cantidad de médicos anestesiólogos, no se contrataron más. Pasamos a necesitar tres residentes por turno, es decir había que cubrir 18 puestos de trabajo con 14 profesionales y se hizo así hasta septiembre del año pasado que nos vinimos a un nuevo sector, bajamos el número de camas solamente a seis porque se creó una nueva UCI no Covid en otra área del hospital con otras seis camas porque 9 camas se hicieron poco, y subimos a 12 camas”, agrega la anestesióloga.

Hoy día la UCI no Covid del hospital de Chillán dispone de 14 camas críticas, y pasó de iniciar con un staff aproximado de 42 personas con turnos de 24 horas, a contar con más de 80 funcionarios entre médicos, enfermeras, tens, técnicos paramédicos y auxiliares con jornadas de 12 horas.

Traslados

La jefa de Anestesia y Pabellón revela que la crisis sanitaria por el coronavirus, las cuarentenas y los toques de queda no han sido un factor que motive la disminución de pacientes que necesiten una cama crítica.

“Los pacientes graves siguen estando, seguimos teniendo pacientes infartados, hay mucho politraumatizado, incluso pacientes con agresiones por arma blanca, agresiones con arma de fuego que requieren una UCI porque han sido baleados en el cuello, tenemos mucho paciente neuroquirúrgico que hemos tenido que ingresar por eso fue el aumento de camas”, agrega.

Cuando la UCI no Covid está a toda su capacidad y sigue habiendo necesidad de camas se han visto obligados a derivar pacientes que estén más estables a otras unidades críticas, ya sea al hospital de San Carlos o a centros de salud en ciudades vecinas como el hospital Las Higueras de Talcahuano, Concepción, Talca y Linares. A la fecha se han realizado 15 traslados de pacientes críticos.

“Siempre derivamos pacientes no covid, pacientes que estaban medianamente estables y que necesitan por ejemplo estar con una ventilación mecánica liviana, que en el fondo es para mantenerlo, más una diálisis pero están estables, los podemos trasladar a otros servicios y nos quedamos con aquellos pacientes que están muy inestables”, subraya.

“En el área no Covid también tenemos pacientes pronados, no solamente ocurre en el área Covid porque por ejemplo tenemos un paciente con una mediastinitis con compromiso pulmonar que la única forma de mantenerlo con vida es tenerlo pronado, entonces vivimos un poco lo mismo que se vive en la UCI Covid con la diferencia que la cantidad de patologías de los pacientes es mucho más amplia, no es solo respiratoria, tenemos mucho paciente séptico y mucho paciente politraumatizado”, añade Luz María.

Capacitación

Los profesionales de la salud se enfrentaron a un nuevo desafío al ejercer funciones en un área crítica como la UCI no Covid, pero también encararon al miedo y la angustia sufrida en las primeras semanas mientras adoptaron la nueva rutina de trabajo.

“La dinámica de registros era totalmente distinto a lo que llevamos con los pacientes en recuperación donde son pacientes en tránsito, a adaptarnos a los registros de una UCI que son totalmente distintos. Eso fue un proceso para el personal, más que susto con el paciente como tal, el aprender los registros tan distintos que se estresaron mucho al comienzo, y ahí recibimos apoyo de enfermeros de la UCI que venían en los turnos a apoyarnos mientras que los enfermeros adquirieron la experticia y le enseñaron los registros a los técnicos. Ese proceso fue desgastante sobre todo las dos primeras semanas mientras nos acoplamos, después se estableció bien”, señala Elizabeth Gajardo Díaz, Enfermera Supervisora de Pabellones y UCI no Covid del Hospital de Chillán.

La mayor dotación ameritó capacitar al personal para que la atención de paciente crítico fuera la más óptima, por tanto, la colaboración de otros colegas fue vital para la preparación y enseñanza de nuevos conocimientos, sin dejar de lado el agotamiento producto de los extensos turnos, lo que a juicio de Elizabeth no ha afectado el desempeño y compromiso con los usuarios.

“Me prestaron personal de otros servicios sin preparación para capacitarlos in situ y eso se traduce en un desgaste del personal porque es el mismo personal que está agotado, sin salir de vacaciones porque no ha dado la posibilidad, el tiempo y la recarga de pacientes que tenemos siempre lleno, además la mayoría ingresó por la alerta sanitaria por lo que necesitan un año de contrato para salir de vacaciones y recién lo cumplen en abril. Si uno los ve a junio del año pasado y los compara ahora son expertos en UCI, pero si se nota el agotamiento en la falta de descanso pero eso no hace que bajen la guardia en el manejo de sus pacientes, se auto exigen mucho para que el trabajo se haga bien, porque nos ponemos en el caso de que se trate de un familiar nuestro”, destaca.

Entre los aspectos positivos que rescatan de su equipo de trabajo es el compañerismo y apoyo mutuo que se brindan, lo que ha dejado buenos resultados y es un gran aporte para el día a día. Además, adelantan que como una manera de respaldar a los funcionarios, la Unidad brindará en los próximos días contención para abordar la parte psico-laboral de los profesionales.

“Ahora vamos a tener un tema de apoyo de calidad de vida y contención porque esto era una recuperación de anestesias, es decir el paciente se opera, se recupera y se va sano, aquí hemos tenido varias muertes porque en la UCI el paciente llega muchas veces en muy malas condiciones, y no estaban acostumbrados a ver morir un paciente, en pabellón es muy raro que muera un paciente, en cambio han tenido que aprender a lidiar con esto porque tenemos pacientes que llevan dos o tres semanas, se van empeorando y finalmente fallecen, entonces desde ese punto de vista ha sido más difícil para los chicos”, agrega la jefa de Anestesia y Pabellón, Luz María Morán Ibáñez.

Sin repetir errores

Yasna Riveros, de 23 años, lleva cinco meses desempeñándose como Tens en la UCI no Covid del hospital Herminda Martín. Es su primer trabajo desde que egresó del Instituto Virginio Gómez en 2018, aunque su primera experiencia en el recinto de salud fue mientras realizó su internado en el área de Medicina.

“Este es mi primer trabajo después de haber egresado de mi carrera, igual ha sido un cambio muy drástico a comparación a cuando estuve aquí hace un tiempo atrás cuando hice mi internado, está todo muy distinto, es mucho más la presión que uno tiene por el tema de la pandemia, uno se tiene que cuidar, fue un cambio muy drástico”, dice.

Comenzó asistiendo de lunes a viernes para apoyar al personal de turno, posteriormente debido a la alta demanda pasó a cumplir turnos. “Tenemos que controlar los signos vitales de los pacientes, hacer cambios de posiciones para evitar las lesiones en la piel, administrarles sus medicamentos a la hora, aseo bucal y genital”, agrega.

Recuerda que se sintió temerosa tanto al ver los cambios en la unidad de cuidados intensivos como de la posibilidad de contraer el virus. “Al principio llegué con mucho temor a trabajar porque como eran grandes cambios y adaptarse a esos cambios me costó un poco, y también al llegar a la casa uno llega con temor por tratar de no traspasar todo con lo que uno entra en contacto en la UCI, entonces igual nos cuidamos harto y por lo mismo usamos pechera, guantes, antiparras”, dice.

Enfatiza el trabajo en equipo y la comunicación que existen entre los funcionarios para brindar la mejor atención.

“Hasta el momento nos comunicamos bien, tratamos de mantener una comunicación al máximo para poder complementarnos y ayudarnos mutuamente, somos un equipo, nos unimos harto. Si seguimos trabajando en equipo vamos a seguir progresando y mejorando poco a poco, porque si nos hemos equivocado en algo lo vamos a ir mejorando, tratar de no repetir esos errores, de los errores se aprende, si lo cometimos una vez hay que mentalizarse que no va haber un próximo error”, asevera.

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