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Hospital: el viejo y el nuevo

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La gestión hospitalaria es un tema muy sensible para Ñuble, pues a diferencia de otras regiones del país, por su condición de provincia y otras derivadas, tiene un evidente rezago respecto de zonas con mayor población y dinamismo económico, factores que finalmente han terminado inclinando la balanza en términos de acceso y satisfacción de los usuarios y sus familias.

Lo anterior hizo que el Hospital Herminda Martín de Chillán se encuentre superado, pues su desarrollo no fue a la par del aumento de la demanda, y pese a tener logros de gestión en varias áreas y ser el principal centro de la Región, muy superior a las clínicas privadas en los temas de alta complejidad, su capacidad hoy es claramente insuficiente para enfrentar una nueva cartera de servicios, derivada de nuevos y más complejos problema de salud.

Cambios demográficos y epidemiológicos, con una población más añosa, que consume más servicios de salud, y una alta carga de enfermedades crónicas que son más complejas y costosas de tratar, dibujan un escenario para el que el principal complejo hospitalario no está preparado. De hecho, su edificio -amén de su antigüedad- simboliza esa disfuncionalidad, al constituirse como la sumatoria de soluciones definitivas y provisorias. La nave principal fue inaugurada en 1945, en la década del 70 se le adicionó el Consultorio de Especialidades y no fue hasta la recuperación de la democracia, a través de un programa cofinanciado por el Gobierno alemán que se realizó la primera gran inversión, construyendo la torre quirúrgica que fue seriamente dañada por el terremoto de 2010. Finalmente, y producto del sismo, se instaló un hospital modular, solución transitoria que funciona hasta hoy, alojando a toda el área quirúrgica.

Y fue precisamente después del terremoto que cobró fuerza la idea de construir un nuevo complejo, proyecto que tuvo una serie de altibajos en el primer Gobierno de Piñera y el segundo de Bachelet, pero que está en marcha desde 2020, cumpliendo la semana pasada uno de sus principales hitos, como es la finalización de la obra gruesa de las cinco torres de hospitalización, incluido un helipuerto y dos subterráneos. Esto representa un 45% de avance de la obra total, la que se espera esté operativa en julio de 2024 con cerca de tres mil funcionarios y funcionarias en las tres áreas de atención que considera dl hospital regional: ambulatoria, hospitalización y urgencia.

Son 128 mil metros cuadrados y una inversión de 196 mil millones de pesos, aportados directamente por el Estado. ES, por lejos, la mayor obra en construcción en la región de Ñuble, y un símbolo del progreso que trae nuestra nueva condición político-administrativa. Tendrá 99 boxes de atención ambulatoria, 530 camas y 14 pabellones con capacidad para 8 mil operaciones al año, el doble de la actual capacidad del Herminda Martín.

Pero en salud no todo es fierro y tecnología. De hecho, es indiscutible que seguirán existiendo factores que atenten contra una óptima atención en salud, partiendo por los siempre insuficientes presupuestos del sistema público. Pero la mayor amenaza no está precisamente allí, sino en perder de vista que el eje central no es tener mayor y mejor infraestructura, sino que es el paciente, contar con más y mejores especialistas y humanizar la medicina. De no ser así, en 2024 seguiremos tal como hoy, anhelando prestaciones oportunas y de calidad.

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