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Gobierno comunal

El juramento de cada uno de sus integrantes selló ayer la instalación del nuevo gobierno que tendrá la ciudad para los próximos 4 años y que está integrado por el electo alcalde Camilo Benavente PPD), que reemplaza a Sergio Zarzar (independiente pro RN), quien estuvo 12 años seguidos al frente del municipio de Chillán; y también por 10 concejales, dos más de lo que tenía habitualmente, debido a que el padrón de la capital de Ñuble superó los 150 mil electores.

En su primer mensaje a la comunidad local, el nuevo alcalde tuvo un tono conciliador, explícitamente se alejó de conceptos como refundación o nueva era y puso como prioridad la modernización de la gestión municipal y la transparencia en los actos administrativos, dos aspectos sensibles que no terminaron de la mejor forma en la administración de Zarzar (ausente ayer en el acto de instalación) y que aún tienen diversas aristas judiciales pendientes.

Precisamente asociados a ellos, la autoridad municipal entrante tendrá que concluir los procesos de licitación de áreas verdes y de instalación de nuevas luminarias para la ciudad, como también realizar una auditoría a las finanzas y procedimientos, a fin de aclarar la opacidad que hay en torno a varios contratos con empresas y profesionales.

Después de más de una década de una administración que partió bien, pero terminó devaluada por la politización y la falta probidad de algunos altos directivos, Benavente y su equipo arriban con la gran promesa de oxigenar el consistorio y renovar su gestión.

Entre los y las ediles también hay una importante renovación, pues se fueron varios consuetudinarios: de hecho, solo tres de 10 fueron reelectos. El resto son caras nuevas, hay mucha juventud y diversidad, y la derecha aparece bastante disminuida, con apenas dos representantes, más un independiente que compitió por un cupo de RN.

Será de gran interés ver cómo estos nuevos liderazgos son capaces de leer las demandas de una ciudadanía local que está mucho más empoderada y plantear nuevos modelos de gestión para mejorar la calidad de los servicios municipales, incorporando buenas prácticas en materias de participación y transparencia, pero también haciéndose cargo de problemas no menores en materia de planificación que tal vez no resultan tan evidentes, porque no son obras visibles, pero que corresponden a lineamientos estratégicos, como ocurre con el nuevo plan regulador que la ciudad necesita, lo mismo que el plan de desarrollo comunal, que terminó siendo un ladrillo de proyectos, de los cuales no se ejecutaron más del 10%.

El Concejo Municipal que ayer asumió lo hizo lleno de buenas intenciones, con expresiones fraternas entre sus integrantes y con el signo común de trabajar por la comunidad. Ojalá que ese espíritu de colaboración se mantenga y el nuevo gobierno comunal pueda satisfacer las expectativas creadas, encontrando ese necesario y justo equilibrio entre una gestión transparente y eficiente, y una ciudad más moderna y humana.

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