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Freno en la creación de empleos

Si bien las señales de desaceleración económica se vienen observando hace algunos meses, ahora comienzan a percibirse sus efectos en el empleo local. De hecho, el Observatorio Laboral de Ñuble, en su boletín de septiembre, advirtió sobre la ralentización de la creación de puestos de trabajo en la región y la merma en los avisos de vacantes de empleo.

De igual forma, desde el Observatorio del Sence, iniciativa ejecutada por la Facultad de Ciencias Empresariales de la UBB, apuntaron a un freno en la recuperación de la oferta de empleos y a un estancamiento de la tasa de participación laboral, un indicador clave del dinamismo del mercado del trabajo. Precisamente, la encuesta de empleo del INE correspondiente al trimestre móvil mayo-julio mostró que la tasa de participación alcanzó un 53,2%, todavía muy por debajo de los niveles prepandemia, cuando bordeaba el 57%.

Lo anterior se vincula principalmente al retraso en la recuperación del empleo entre los trabajadores menores de 25 años y a los mayores de 54 años, dos segmentos con un tradicional rezago en el mercado laboral.

La desocupación, en tanto, amenaza con traspasar el umbral de los dos dígitos, por lo que la expectativa de las autoridades locales es que la demanda estacional de trabajadores en los próximos meses logre contener la presión, por ejemplo, en sectores como la agricultura y la agroindustria.

En ese sentido, la desaceleración del consumo y el complejo escenario externo contribuirán a empeorar el panorama. En la región, indicadores como las ventas de supermercados o las ventas de automóviles vienen mostrando caídas en los últimos tres meses, un comportamiento que se repite en todos los rubros del comercio, según confirma la Cámara de Comercio de Chillán.

Para los próximos meses, según los pronósticos del Banco Central, la situación irá empeorando, de manera que durante el próximo año el país ya estará sumido en una recesión, lo que conlleva una destrucción de empleos, una consecuencia probable de la caída sostenida en las ventas de las empresas.

La contracción del consumo es el resultado del impacto de la inflación en los hogares, que se constata en la caída de los salarios reales, a pesar de los aumentos nominales; y es también un efecto del encarecimiento de los créditos, a raíz de las reiteradas alzas de las tasas de interés por parte del Banco Central, su principal herramienta para controlar la inflación, que hoy supera el 14% anual.

Se podrá criticar la magnitud de las alzas de tasas, pero se sabe que nada es gratis y que la excesiva expansión del gasto privado y del gasto público en los últimos años está pasando la cuenta; una cuenta bastante más alta debido al escenario económico global, y que lamentablemente, como ocurre siempre, la tendrán que pagar las personas de segmentos bajos y medios, que han visto mermado su poder adquisitivo y se enfrentan al temor a perder el empleo.

Será clave, entonces, implementar estímulos focalizados que permitan, por una parte, evitar un alza importante del desempleo, y por otra, mitigar el impacto de la inflación en los hogares vulnerables.

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