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Energía para la agricultura

Hace pocos años atrás, el costo de la energía representaba un freno para la competitividad del agro y de toda la industria regional. El gasto en electricidad representa una variable relevante en la estructura de costos de las explotaciones agrícolas, y su alto precio había sido un desincentivo a la inversión en tecnificación del riego.

Afortunadamente, el escenario ha cambiado y hoy el precio de la electricidad ha bajado en el mercado nacional, gracias a los incentivos a la competencia puestos por el Estado en los últimos años y al incremento de la oferta, principalmente de energías renovables no convencionales, como la solar, la eólica y la de minicentrales hidroeléctricas.

Por otro lado, el modelo de generación distribuida representa una oportunidad para los agricultores, ya que mediante la generación a escala doméstica, a través de paneles fotovoltaicos o turbinas en los canales de regadío, estos no solo pueden generar electricidad para sus predios, sino vender sus excedentes al sistema. Se trata de una opción aún tímidamente explorada en Ñuble, pero que permite lograr un ahorro significativo, gracias a la llamada Ley de Net Billing.

Precisamente, la legislación sobre medios de generación distribuida y la masificación de estas tecnologías, como paneles fotovoltaicos y turbinas hidráulicas, han favorecido el surgimiento de emprendimientos a nivel nacional que están apostando por este modelo.

En Ñuble, por ejemplo, hay empresas que están desarrollando parques solares de 3 a 10 MW en zonas rurales cercanas a centros de consumo, aprovechando la extensa red de transmisión de las empresas distribuidoras de la zona. La local Copelec fue pionera en proyectos de este tipo en la región, a las que se suman otros parques fotovoltaicos de inversionistas nacionales y extranjeros que ya están operando y a una decena de iniciativas que están en carpeta.

En una escala menor, los sistemas de bombeo fotovoltaico que han incorporado pequeños, medianos y grandes agricultores, han sido fundamentales para disminuir los costos y también para enfrentar la sequía, especialmente en la agricultura familiar campesina, que gracias al apoyo estatal ha podido mejorar sus condiciones de acceso al agua, tanto para riego como para consumo humano.

Asimismo, la región, con innegable vocación agrícola, cuenta con una extensa red de canales de regadío que supera los 5 mil kilómetros, en los cuales se podría aprovechar la energía hidráulica para generar electricidad mediante pequeñas turbinas, proyectos que podrían ser ejecutados de manera asociativa, mediante las organizaciones de usuarios de aguas, o de manera individual.

La Región de Ñuble tiene la oportunidad de desarrollar su agricultura teniendo a la energía como aliada; una energía limpia, sustentable y a bajo costo.

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