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“En lenguaje actual diríamos que fue un movimiento social el que dio origen a la Universidad de Concepción”

La interacción de las Instituciones de Educación Superior (IES) con la realidad que les rodea es fundamental para que estas transfieran el conocimiento que generan y cumplan con su responsabilidad social frente a la transformación de su entorno.

En el caso de la Universidad de Concepción, el país –y particularmente las regiones del BioBío y Ñuble- ha visto como durante más de un siglo ha priorizado su compromiso y responsabilidad social a través del desarrollo armónico e integrado de las funciones de docencia, investigación y extensión, convirtiéndose así en una IES con una genuina vocación pública. Sin embargo, ese rol -ampliamente reconocido por la ciudadanía- no siempre ha tenido la debida consideración de los gobiernos y actores políticos que definen la institucionalidad de la educación superior.

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La reflexión proviene del rector de la principal casa de estudios regionales del país, que minutos después de haber sido reelecto para el período 2022-2026 fue enfático en señalar que el mayor desafío de la UdeC, en este momento, es la defensa de su rol público.

Tres días después de aquel hito, un poco más relajado por el término de un proceso electoral muy desgastante y con una felicidad tranquila -como él mismo define- el doctor Carlos Saavedra Rubilar profundiza en esa misión, analiza el escenario político y expresa su confianza en que podrán superar discriminatorios visos ideológicos que intentan fortalecer lo estatal a costa de lo privado, desconociendo el rol público que ha tenido la casa de estudios, que en la práctica han hecho un aporte al conocimiento y a la equidad en el acceso a la enseñanza, mucho mayor que buena parte de las universidades estatales.

-Usted se reunió recientemente con el Ministro de Educación, ¿qué evaluación hace de esa cita?

Tuvimos una reunión, yo diría muy franca, con el ministro y con la subsecretaria, donde ellos nos plantearon su visión acerca de la educación superior, del esfuerzo que esperan poder hacer de acuerdo a los compromisos del programa de Gobierno, también del compromiso con las universidades estatales. Nosotros, en tanto, les planteamos la importancia de entender, primero, la evolución histórica del sistema de educación superior en nuestro país. Nos situamos en 1956, cuando ya el Consejo de Rectores de Universidades Chilenas (CRUCH) estaba compuesto por las ocho universidades que llegaron hasta 1980, antes de la ley que abrió espacios para el desarrollo de otros proyectos en la educación superior. Esperamos que se reconozca el aporte histórico de esas universidades que eran no estatales y, sobre todo, que se reconozcan como resultado del empuje de la ciudadanía. El mejor ejemplo somos nosotros, pues fue un movimiento ciudadano el que dio origen a la Universidad de Concepción. En lenguaje actual diríamos que fue un movimiento social que dio respuesta a necesidades que en ese momento el Estado no era capaz de garantizar. Lo que hubo fue una ampliación de lo público desde lo social, expandiendo el concepto de público más allá de lo estatal. Y eso es lo que planteamos, aspiramos y defendemos hoy.

-Y lo mismo para el proceso constituyente. Así lo planteó el martes, tras su triunfo en la segunda vuelta, que ese rol público quede plasmado en la nueva Constitución. ¿Cómo se logra aquello?

Trabajando en diferentes dimensiones. La primera, desde una perspectiva global, a través de Foro Constituyente UdeC, que dirige la doctora Ximena Gauché Marchetti e integra a más de 25 especialistas de diversas áreas de nuestra universidad. Igualmente, con un equipo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales que ha aportado en la revisión de iniciativas populares de normas. Pero paralelamente, también hemos estado muy cerca de las personas que integran la Comisión de Conocimiento de la Convención Constitucional, a fin de que se refleje adecuadamente en el articulado el cuidado y atención que se debe tener con todas las universidades públicas, incluida la nuestra.

-¿Cree que se ha logrado permear positivamente a los convencionales con esta mirada del rol público de la UdeC?

Todavía estamos en un periodo de debate, pero creo que tuve una muy buena recepción en la Comisión, cuando me correspondió representar a las universidades del G9. En todo caso no lo vamos a saber con certeza hasta cuando veamos el articulado final aprobado por la Comisión y por el Pleno y cómo queda reflejado en la etapa de armonización. Entonces, todavía hay muchas etapas en las cuales esto puede evolucionar hasta la versión final, donde aspiramos que las universidades públicas, independiente de su naturaleza jurídica, sean reconocidas de la misma forma en que lo fueron en la reforma constitucional de 1971 a la Constitución de 1925, donde el Estado se comprometió a establecer un trato igualitario a todas las instituciones de educación superior, estatales y públicas. De hecho, hoy lo único que nos diferencia de las universidades estatales es la propiedad. Y en nuestro caso, se trata de una propiedad diluida, porque aquí no existe un propietario, sino que finalmente es la ciudadanía expresada en la Junta de Socios la que es propietaria de la Universidad.

-¿Y en el itinerario que tiene trazado la Convención, aún quedan instancias para exponer argumentos en este sentido?

Ya hicimos lo que teníamos que hacer allí, sin embargo, estamos trabajando con los convencionales, con un número importante de ellos y ellas, para ver los argumentos y las estrategias para presentar estas indicaciones en las distintas etapas, y esperamos que sean lo suficientemente convincentes.

-¿Cuáles cree usted que son las dificultades o amenazas para cumplir ese objetivo?

Yo pienso que la idea del rechazo al modelo de un Estado Subsidiario, para definir un Estado de Bienestar, puede llevar al olvido de lo que ha sido la historia del sistema de educación superior en nuestro país, en particular del universitario. Entonces, desde esa perspectiva, es posible que algunos sectores estén genuinamente interesados en fortalecer a las universidades estatales, lo cual bajo ninguna circunstancia podríamos cuestionar o poner en duda, pero lo que indicamos es que eso no signifique un desmedro a las instituciones que apostaron mayoritariamente a construir el sistema y que hoy siguen haciendo una enorme contribución al país. El G9 representa el 15% del sistema de educación universitaria, pero en todos los estándares, aporta por sobre el 40%. Me refiero a investigación, atención a los sectores más vulnerables, patentamiento de invenciones, a todos los indicadores de calidad y de inclusión. Entonces, desde esa perspectiva, el Estado no podría abandonar a quienes han jugado un rol histórico y lo siguen haciendo, en el desarrollo del sistema educación superior chileno.

-¿Qué opina de las críticas que está recibiendo el proceso constitucional? ¿Pueden ser también una amenaza para los fines de reconocimiento del rol público de las universidades tradicionales no estatales?

Efectivamente, hay mucho ruido y muchos intereses contrapuestos en torno al proceso. Hay voces que alertan acerca de ciertos comportamientos al interior de la Convención Constitucional, pero yo tendría cuidado en las valoraciones y calificaciones, porque mucho de lo que sale a la luz pública tiene que ver más bien con iniciativas que quedan en el camino, y que no se han ido reflejando en los textos finales. Entonces, se va generando un cierto estado de ánimo adverso.

-¿Una acción concertada para que a la Convención le vaya mal?

No sé qué tan concertada, pero lo real es que hay esfuerzos de algunos sectores que tienden a generar una perspectiva de rechazo hacia lo que resulte de la Convención Constitucional. Y creo que eso resulta peligroso, inadecuado y temporalmente improcedente, porque no conocemos los textos definitivos. Pienso que la prudencia debiese tender a poner las cosas en su lugar en la etapa final del desarrollo de este proceso, porque si no es así, el riesgo al rechazo es mayor. Yo todavía tengo esperanza en que el resultado final represente las aspiraciones de todas las personas que habitan el país.

-Cuando la universidad definió las acciones de acompañamiento del proceso constituyente, tenía considerado este fenómeno de divulgación de información falsa o incompleta para promover su rechazo?

Hay que recordar que la idea de un proceso constituyente como el que se está desarrollando hoy llevaba años y siempre tuvo resistencias. Y con esto no quiero decir desestimar las alertas sobre temas que preocupan porque no son adecuadamente abordados, pero la verdad es que desde un inicio hemos visto sectores que aspiran a que la Constitución de 1980 no sea modificada. Y yo no puedo estar de acuerdo con esas posiciones, porque pienso que nuestra Carta Fundamental debe evolucionar y dar respuesta efectiva a los cambios que han ocurrido en nuestra sociedad. Yo sigo esperanzado en que podamos llegar a un buen resultado, que nos permita generar las condiciones para avanzar hacia un desarrollo humano que no esté basado exclusivamente en el crecimiento económico.

-¿Y esa visión optimista la extiende al Gobierno y a esta nueva generación de líderes políticos?

Que yo esté en la Rectoría de la UdeC es resultado del movimiento social y estudiantil de 2011. Hasta el año 2010 estaba tranquilamente trabajando en mi laboratorio, formando estudiantes y dirigiendo un centro de excelencia, y al igual que muchas de las personas que conforman hoy el equipo de Rectoría, asumimos un compromiso activo por una educación superior gratuita y de calidad. Es lo que nos permitió reconstruir la Asociación de Académicos y luego levantar la primera postulación en 2014 y posteriormente, el año 2018, acceder a la Rectoría. Entonces, creo que hay una afinidad con esta generación que hoy conduce al país, una comunidad de intereses y por supuesto, desde la perspectiva institucional siempre ha existido un compromiso de colaborar con las políticas de Estado; lo hicimos con el anterior gobierno y lo haremos con este gobierno.

-Su generación ya tiene un camino recorrido en esta pequeña república que es la Universidad de Concepción. Desde esa experiencia, qué lecciones podrían servirle a este nueva generación que hoy conduce al país?

Al inicio de toda nueva administración hay resistencias a los cambios que se quieren instalar, porque están los grupos que naturalmente buscaban mantenerse en el gobierno -sea universitario, comunal o nacional- y por lo tanto, los cambios tienen que ir avanzando con gradualidad, con una buena comunicación de lo que se está haciendo, del por qué se está haciendo. Y en esa perspectiva, yo creo que el nuevo gobierno lleva un tiempo muy breve y por supuesto están todos los ojos puestos en este grupo humano joven, pero también muy comprometido, y espero que puedan ir, con el pasar de los días, consolidándose no solo en lo que le corresponde al Ejecutivo central, sino que al resto del país, en las regiones, con serenidad, trabajo en conjunto afianzándose en su base de apoyo, que son los movimientos sociales. Como universidad pública nos interesa que le vaya lo mejor posible y estaremos disponibles a apoyar y a trabajar en todo lo que nos requieran.

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