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El lento despertar de la producción de flores en Ñuble

Mauricio Ulloa

Pese a que representa una alternativa rentable para predios pequeños, la producción de flores sigue siendo un rubro menor en la agricultura nacional y regional. De hecho, a nivel regional el Indap no cuenta con programas de asesorías enfocados específicamente en este segmento (los productores reciben la asesoría como agricultores) y las estadísticas muestran un estancamiento de la superficie en los últimos 15 años.

Según estadísticas del Censo Agropecuario 2021. A nivel nacional hay 1.563 unidades productivas (939 hectáreas), que se concentran en un 40% en la Región de Valparaíso. En tanto, en la Región de Ñuble, existen 84 productores, que suman 20 hectáreas. De estos, Quillón cuenta con 23 productores. También destacan Chillán, Bulnes, San Carlos, El Carmen y Coelemu.

Amparo Guíñez, quien lleva más de 25 años asesorando a pequeñas productoras de Quillón, detalló que las especies más producidas en la región son clavel, astromelia, lilium, crisantemo Maule, gipsófilas (Ilusión de la novia), lisianthus, peonías y tulipanes, algunas de las cuales fueron introducidas en la comuna en los años noventa.

Asimismo, indicó que gran parte de la producción de flores de corte de la región se comercializa a nivel nacional, principalmente en Chillán y Concepción.

La exportación son palabras mayores. De hecho, no existen estadísticas que confirmen envíos de flores al exterior desde la región. “Lo que sí tenemos, es que algunos venden sus flores a empresas que exportan, que están ubicadas en otras regiones. Y eso, lamentablemente, no se contabiliza en las estadísticas como una exportación de Ñuble, a pesar de que hemos solicitado a las empresas indicar el origen”, explicó el director regional de ProChile, Cristóbal Herrera.

Falta de asociatividad

Al ser un producto de una vida postcosecha muy corta, el mercado es más limitado y el transporte aéreo no siempre es una opción rentable. En ese sentido, contar con cámaras de frío para almacenar la producción sigue siendo un tema pendiente para los pequeños productores, así como también avanzar en asociatividad, añadió Amparo Guíñez, quien relató la experiencia con el Comité campesino de productoras de flores de Quillón, integrada por 21 floricultoras.

“Nosotros partimos con el rubro en 1995, con los primeros invernaderos. En aquella época yo trabajaba para la ONG GIA, que desarrolló un proyecto, con recursos de Indap, para capacitar a más de 30 productores, con invernaderos demostrativos. Luego, se presentaron proyectos y las productoras comenzaron a tener sus producciones”, recordó.

Detalló que partieron “con claveles y rosas, pero lamentablemente, por las condiciones climáticas las rosas nunca tuvieron buenos resultados, y después se fueron incorporando otras especies”.

“También, en los últimos años se desarrolló otro proyecto en Prodesal, para la producción de tulipanes al aire libre, y eso se ha mantenido, pero no se ha masificado. En el sector El Peley hay una producción de tulipanes, pero ellos la venden en macetas, para obtener una mayor rentabilidad”, agregó.

El Comité Comunal de Productoras de Flores de Quillón se creó en 1998 y cuenta con apoyo del Indap a través de su programa de Gestión y Soporte Organizacional.

Comentó que el rubro tuvo un despegue, pero con la pandemia sufrió bastante, debido a la fuerte contracción de la demanda.

“Las flores son una buena alternativa para las pequeñas productoras, ya que se producen en superficies pequeñas y tienen una rentabilidad bastante alta; además, si uno programa la producción, es decir, no produce por estacionalidad, sino que planifica la cosecha para épocas de menor producción al aire libre, la rentabilidad es mayor”, destacó Guíñez.

La asesora planteó, sin embargo, que “la asociatividad es un desafío pendiente. Cuando partimos, todo se compraba en forma asociativa, y así lográbamos bajar los costos, pero en el tema de las ventas fue más complejo, porque cada una partió buscando su propio cliente. Hoy se ha perdido eso, pero queremos reactivar el Comité. La asociatividad es un imperativo para las productoras, porque acá estamos hablando de superficies pequeñas, a diferencia de la realidad productiva de la Región de Valparaíso; por ejemplo, allá un productor puede tener 5 mil a 10 mil metros cuadrados de invernaderos, son muchísimas las hectáreas que hay bajo plástico, en cambio, acá en Quillón, el promedio es de tres invernaderos de 180 m2 por productora, es decir, 540 m2, más otros 500 m2 más de cultivos al aire libre”.

Amparo Guíñez valoró el cambio que significó el cultivo de flores para las productoras de Quillón, en términos económicos y sociales. “Generaron ingresos propios, algunas pudieron educar a sus hijos gracias a las flores, accedieron a asesorías, a invernaderos, compraron equipos, incorporaron riego tecnificado, les cambió la vida; lamentablemente, la institucionalidad no ha sido permanente con ellas, yo siento que ellas no han sido prioridad para la institucionalidad”, postuló.

Los desafíos y necesidades del grupo son, principalmente, infraestructura, como invernaderos y riego. Guíñez planteó que “espero que esa organización se asocie, hay muchos proyectos que se pueden hacer, como tener cámaras de frío, acopios, comercializar en conjunto, y con ese mejorarían bastante la rentabilidad del rubro”.

Uso de tecnología

El empresario chillanejo Gregorio Baeza, retomó este año la producción de flores, en el sector Boyén, comuna de Chillán. “Hace mucho tiempo atrás tuve flores, en años noventa, pero después tuve otras actividades, tengo una empresa de paisajismo, y ahora retomé la producción de flores, pero más profesional, con más tecnología e inversión”, resumió su nueva incursión en el rubro.

Baeza cuenta con 1.500 m2 de cultivo de flores bajo plástico, específicamente claveles y astromelias. “Creo que el rubro todavía está en pañales en la zona, hubo intentos hace muchos años, en Coelemu y Portezuelo, por ejemplo, pero nunca se masificó el cultivo de flores bajo plástico, ese proyecto fracasó como negocio, porque saturaron el mercado, son muy pocos los que siguen. Yo recuerdo que, en 1996, cuando comencé, era más difícil la comercialización, no existían las redes sociales, pero ahora, con toda la tecnología, es más fácil la venta, además, la demanda ha aumentado bastante, hay más florerías, los hábitos de consumo han cambiado”.

En ese sentido, comentó que su plan, en el corto plazo, es vender en Chillán y Concepción. “La apuesta tiene que ver con ofrecer un producto más fresco, que va a durar más tiempo, a los centros de consumo más cercanos; por otro lado, en nuestra zona no es tan masivo el cultivo bajo plástico, entonces, puede ser una buena oportunidad para masificar”, sentenció.

El productor comentó, además, que está incorporando tecnología e innovaciones a sus cultivos. “Le instalé un sistema de calefacción al invernadero, utilizando aceite reciclado”, detalló Baeza.

Flores y semillas

Un caso excepcional es el de María Josefina Mas, de San Nicolás, quien comenzó formalmente con su emprendimiento Mas Flores en 2016.

Partió sola, echó mano a sus ahorros y recibió ayuda de su suegro, quien le facilitó el terreno para producir las flores y multiplicar semillas, sus actividades principales. “Partí con un pequeño invernadero que era la ternerera de la lechería y comencé plantando astromelias, para venta en Chillán, cuando todavía era dependiente, hasta que en enero de 2017 renuncié a mi trabajo para dedicarme cien por ciento, ese mismo año planté peonías para exportación de flores de corte, pero de manera indirecta; y posteriormente empecé con el servicio de multiplicación de semillas de flores y especies para el mercado holandés, la primera exportación fue en 2018”, recordó.

La emprendedora ha destacado en la producción y exportación de semillas, a través de su empresa Bloom Seeds SpA, lo que le ha valido reconocimientos de instituciones como ProChile. Actualmente, cuenta con cinco hectáreas destinadas a la multiplicación de semillas, aumentando su producción y trabajando directamente con Países Bajos y Polonia, tratando de abrirse paso a otros mercados en distintos continentes. Asimismo, continúa produciendo flores de corte, incorporando tecnologías de riego e infraestructura, con la mente puesta en seguir creciendo.

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