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El año en que terminaron los ensayos Constitucionales y Chile dijo no a los extremos

Mauricio Ulloa

Durante este 2023, varios han consensuado que se puso fin -por el momento- a la aspiración de cambios Constitucionales que nacieron hace ya varios años, y que se concretizaron con el estallido social de 2019, el cual abrió la puerta a un debate que si bien venía desde hacía tiempo, no había logrado convencer al mundo político.

La ilegitimidad de la Constitución de 1980 -pese a múltiples reformas-, plasmada en un modelo subsidiario en extremo, ha sido más que analizada durante este tiempo, que ha incluido cinco procesos electorales y dos asambleas Constituyentes, la última de ellas, hace tan solo unos meses.

Lamentablemente, el esperado consenso no llegó en ninguno de los dos procesos, ya que el amplio triunfo del En Contra el pasado 17 de diciembre, volvió a decirle a la clase política que no está sintonizando con lo que quiere la ciudadanía.

El pasado 7 de mayo, en elecciones generales nuevamente votamos por consejeros constitucionales, dándole esta vez -a diferencia del proceso pasado- mayoría a la derecha, y específicamente, al Partido Republicano.

En Ñuble, por ejemplo, las dos representantes fueron de este sector: Cecilia Medina (Partido Republicano) y Carolina Navarrete (UDI), con una amplia mayoría respecto de otras fuerzas.

Los seis meses que duró el proceso Constituyente esta vez, no estuvieron exentos de polémica.

La comisión experta -órgano que pretendía contribuir con los acuerdos y fijar ciertos bordes-, entregó un texto que a juicio de varios, era bastante consensuado. Sin embargo, en el Consejo Constitucional éste se cambió, y se radicalizó hacia la derecha, lo que culminó dándole el triunfo al En Contra, con un 56% a nivel país, no obstante Ñuble, se erigió como el bastión conservador, ya que el A Favor obtuvo un 56,1%.

“El proceso en su conjunto fracasó”

Según el abogado y académico de la U. de Concepción, Alfonso Henríquez, los dos procesos Constituyentes representan la respuesta que dieron los partidos ante la oleada de manifestaciones que marcaron nuestro país a fines del año 2019.

Pero, ¿Cuáles fueron las causas que motivaron dichos eventos?

“Se han planteado explicaciones que apuntan a la molestia de parte de la ciudadanía frente a los problemas de desigualdad estructural que presenta nuestro país. Así, las protestas habrían evidenciado la necesidad de superar el actual modelo de desarrollo. Otros, sin embargo, han planteado que las movilizaciones parecen estar asociadas más bien con la demanda por acceder de forma más rápida a los beneficios que supone la modernidad. De acuerdo con esta lectura, más que cuestionar el modelo de desarrollo, las personas parecerían más interesadas en acceder al mercado y a una mayor cantidad de bienes. Comprender este fenómeno es clave para entender lo que vino después”, sostiene Henríquez.

Respecto de lo que vino después, dijo, “el trabajo de la Convención, en 2021-2022 (con mayoría de izquierda) se dio en un clima marcado por las discrepancias entre aquellos sectores más moderados, que buscaban generar un texto transformador, pero no radical, y otros que, en línea con la primera de las explicaciones del estallido señalada más arriba, apuntaban a cambios maximalistas, tanto a nivel institucional, como económico y social. Estas dos almas de la Convención explican la dificultad para llegar a acuerdos en algunos temas críticos, tales como los vinculados con el sistema político, la protección del medio ambiente, la plurinacionalidad, o con algunos derechos. El hecho de acercarse finalmente más hacia aquellas posiciones que entendían que la ciudadanía buscaba un cambio profundo del modelo económico y de desarrollo, llevó a la Convención a proponer transformaciones de gran calado en relación con la forma de Estado, los derechos sociales, el sistema económico, la protección del medio ambiente y los derechos indígenas, sin incorporar ideas que eran importantes para la derecha. Lo cual en retrospectiva fue un profundo error”, manifestó.

Frente al categórico rechazo de esta propuesta, agregó, “los partidos políticos, optaron por iniciar un segundo proceso este año. Para evitar los problemas del proceso anterior, este nuevo intento contó con mayores límites y resguardos. Por ejemplo, se acordó una serie de bases o principios que el nuevo órgano debía respetar. También se acordó que una Comisión Experta -nombrada por los partidos- estaría encargada de redactar un borrador de propuesta Constitucional, el cual sería sometido a la discusión y eventual modificación de un Consejo Constitucional elegido por la ciudadanía”.

Uno de los principales méritos del trabajo de la Comisión Experta, afirmó Henríquez, “radicó en que lograron generar un texto equilibrado, una especie de término medio entre las ideas del oficialismo y de la oposición. Sin embargo, cuando la propuesta fue sometida al examen del Consejo (con mayoría de derecha), las cosas cambiaron. Este órgano repitió muchos de los errores de la Convención. En este sentido, asumieron que las causas que dieron origen al estallido, nada tenían que ver con la necesidad de generar transformaciones más profundas en materia de justicia social, sino que, por el contrario, lo que la ciudadanía demandaba pasaba por disfrutar de mayores libertades en el orden económico, en línea con el segundo tipo de causas que comentamos más arriba. Esto explica que el Consejo optara por profundizar el modelo económico vigente, mantener las bases del sistema de pensiones, salud y educación que conocemos, y aprobar normas con un profundo contenido identitario y conservador (por ejemplo, la objeción de conciencia), dejando al margen ideas que eran importantes para la izquierda. El mismo error de la Convención”, expresó.

Por esta razón, y teniendo en cuenta los resultados del pasado 17 de diciembre, dijo, “lo cierto es que el proceso en su conjunto fracasó, dado que ni la Convención ni el Consejo entendieron bien su función. Como país fuimos incapaces de generar un texto de consenso, en el cual la mayoría se viera reflejada o se sintiera representada. Las campañas en ambos plebiscitos dieron cuenta de este hecho. En lugar de apelar a la esperanza y la unión, los partidos optaron por centrarse en la división, la revancha, y el miedo. De esta forma, es probable que las personas hayan terminado por tomar distancia de este proceso, el cual asumió el carácter de una discusión entre élites, desconectada de los intereses de la ciudadanía”, planteó.

Finalmente, sostuvo Henríquez, “al ganar la opción En Contra, el proceso se cerrará por un largo tiempo, después de todo, no existen los votos ni los ánimos para lanzarse hacia otra aventura Constituyente, pero el sistema quedará debilitado, lo cual obligará a algunas reformas puntuales para mejorar el sistema político”, reflexionó.

La era de las emociones

Para el experto electoral, Rodrigo Landa, el estallido social y el ‘ensayo Constitucional’, tienen diversas causas de origen, que son esgrimidas de forma parcial por cada sector de acuerdo a sus intereses o visión de mundo.

“Todos tienen solo una parte de la verdad. La primera causa, que es fundamentada por sectores de izquierda, tiene que ver con las necesidades que no logró cubrir la modernización capitalista, profundizando las brechas sociales o brindando bienes públicos que no estaban a la altura del esfuerzo de las familias durante toda una vida. Los casos paradigmáticos son las bajas pensiones y el alto costo de la educación superior. Otra visión, también atendible, y formulada por sectores más afines a la derecha política, es que la modernización que Chile comenzó a experimentar desde la vuelta a la democracia, permitió un avance sustantivo en la calidad de vida de los chilenos, como fue la expansión del consumo, acceso universal a la educación superior, acceso a bienes tecnológicos, disminución de la pobreza y avance de los grupos medios, entre otros. A mayor desarrollo, esgrimen los defensores de esta tesis, mayores expectativas, lo que a la larga terminó generando frustración o rechazo hacia el mismo modelo que facilitó esos avances”, manifestó.

Sumado a estas interpretaciones divergentes, Landa cree que durante los últimos cuatro años “se ha consolidado el uso de redes sociales, lo que ha incidido en un clima de caos, donde la vida cotidiana invadió el espacio de lo público. En otras palabras, la realidad se hizo líquida, con crisis impredecibles, alta fragmentación y mayor encono en el debate público, mezcla perfecta para que la economía social de mercado que conocimos en los gobiernos de la Concertación, esto es, una armonía entre el Estado y privados, colapsara o entrara en un proceso entrópico de desgaste natural. El sistema institucional no fue capaz de resistir o adecuarse a la crisis del sistema social, produciéndose un desacople de las élites respecto de la vida real. Esta es una explicación de por qué casi todos los países están en crisis, unos más que otros”, esgrimió.

También, añadió Landa, “el péndulo que comenzamos a experimentar desde el primer gobierno de la Presidenta Bachelet, con sucesivas alternancias en el poder y con dos procesos Constitucionales antagónicos en su línea ideológica, demuestran que las posturas cambian todo el tiempo de forma y son las emociones las que determinan el curso de la política. Las emociones ahora operan con más fuerza en el corto plazo, mientras que las razones terminan siendo totalmente sobrepasadas por la inmediatez. Todo ese ambiente, basado en una realidad efímera y superficial, nos encaminó a buscar una salida al conflicto por una vía institucional: una nueva Constitución”, afirmó.

El primer intento, a su juicio, “con posibilidades infinitas a partir de una ‘hoja en blanco’, y con una asamblea elegida democráticamente, terminó interpretando de manera errónea el anhelo ciudadano, proponiendo un texto que, a todas luces, no representó la identidad nacional. El segundo intento de este año, se alimentó del fracaso del proceso anterior, lo que sumado a una baja aprobación del gobierno, terminó pavimentando nuevamente la teoría del péndulo. Si bien se trató de un proceso más sobrio y prolijo que el anterior, en el resultado se plasmó una visión de sociedad muy distinta al primer ensayo”, advirtió.

Sobre qué ocurrirá a partir del 2024, Rodrigo Landa sostuvo que “al ganar la opción En Contra, es muy probable que el tema Constitucional duerma durante el período presidencial actual y que se retome en el próximo. Una salida que quizás algunos promoverán, será la concreción de cambios graduales desde el congreso, en la medida de lo posible. Proyectando el futuro, la concordia será la utopía de la minoría, y la intolerancia, la manifestación de la mayoría. A no ser que nuevos cambios culturales y sociales permitan que nos reconozcamos y respetemos como habitantes de un mismo país”, aseveró.

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