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Candidatos(as) con contenido

Las elecciones municipales y de gobernadores regionales que se realizarán el 11 de abril de este año ya están atrayendo la atención de la opinión pública. Las candidaturas comienzan a delinearse con más claridad, lo mismo que las afinidades o conflictos entre los postulantes y las fuerzas o facciones políticas que los apoyan. La ciudadanía, en tanto, observa y no toda, pero una buena parte, intenta profundizar en los programas de cada uno de los aspirantes a la nueva jefatura regional y a las 21 alcaldías de la región.

Sin embargo, al hacer una revisión de lo que está ocurriendo, se constata que la mayoría de las figuras que se han puesto en carrera no han conseguido, al menos hasta ahora, transponer el umbral de las confesiones de objetivos de carácter individual.

Algunos podrán decir que es muy pronto para pedir detallados programas, pues recién acaban de inscribirse las candidaturas, pero la elección está a la vuelta de la esquina y lo que demanda todo lo que está en juego son más que definiciones tácticas y desplantes personales. Se requieren –incluso por ley en el caso de los aspirantes a gobernadores regionales- propuestas concretas, de alcance colectivo, y bien organizadas, explicadas y difundidas para la comprensión de la ciudadanía.

Esta carencia debe ser lamentada por muchas razones. La más importante es que la sociedad ñublensina está siendo amenazada por problemas complejos que solo serán superados al cabo de un ejercicio sistemático de estudio, voluntad política y desempeño profesional. El aumento del desempleo, el deterioro ambiental, la inseguridad, el rezago en la educación, el crecimiento desordenado de las ciudades y el generalizado aislamiento de las corrientes de inversión nacional son algunos de los desafíos que solo se resolverán al cabo de ejercicios analíticos nacidos de la participación ciudadana, el conocimiento experto y un inteligente intercambio de ideas.

Sin embargo, la política local no ofrece desde hace mucho tiempo un dispositivo analítico adecuado para ese inventario de dificultades comunales que sumadas y puestas en perspectiva , son una de las razones de la declinación que exhibe Ñuble cuando se la compara con otras regiones de características igual tamaño.

Se trata, en definitiva, de un fenómeno extendido y repetido a lo largo y ancho del país y que encuentra su origen en el paulatino vaciamiento de la actividad política, donde quienes ejercen funciones de gobierno y aspiran a ser reelectos, y los candidatos que pretenden reemplazarlo,s parecen encapsulados – con excepciones, por cierto- en la burbuja del corto plazo. Allí reinan las promesas de empleos públicos, las preferencias para acceder a beneficios y las canastas familiares, todos instrumentos ya sacralizados y mediante los cuales la dirigencia cree captar la adhesión de la gente, no obstante lo único que logra es renunciar a una de sus dimensiones esenciales: la capacidad para convocar a la ciudadanía detrás de objetivos ambiciosos.

Es entendible que algunos candidatos prescindan de grandes propuestas conceptuales, pues se sienten más cómodos con el lenguaje simple y la gestión concreta, el hacer cosas, pero lo que no se puede permitir es que el pragmatismo oculte la incoherencia de estar dispuesto a hacer una cosa o la contraria, según la conveniencia del momento. A fin de cuentas, mal se puede reprochar el incumplimiento de una promesa a un candidato o candidata que nunca fijó posición alguna.

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