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Base productiva

Cristian Cáceres

Ñuble es la región del país con la mayor población rural (31%) y la que tiene registradas más explotaciones agropecuarias y forestales. Y si su contribución se toma desde el punto de vista del PIB Ampliado de la Agricultura, que además de la actividad agrícola, ganadera y forestal, incluye los encadenamientos productivos y la prestación de servicios, el PIB agrícola se empina en cerca del 60% y se convierte en el factor más determinante de la economía regional y una hoja de ruta que considera el comercio exterior como un eje fundamental.

No obstante lo anterior, el primer desafío es la diversificación de esa oferta exportable, pues desde hace tres décadas que los principales envíos de esta zona corresponden al sector forestal.

Entre los expertos existe coincidencia en la necesidad de ampliar la base productiva de la nueva región y en consecuencia, la canasta exportadora. De igual forma, los gremios de productores agropecuarios insisten en la necesidad de contar con políticas de fomento que permitan impulsar el sector, de manera de hacerlo más competitivo en los mercados externos, así como también, avanzar en la difícil tarea de introducir mayor valor en la cadena productiva.

Una de las principales preocupaciones es que la mayor parte de los embarques del sector agropecuario corresponde a commodities, es decir, fruta fresca y congelada que no supone una agregación de valor importante, y sus precios son altamente vulnerables al comportamiento de los mercados externos.

De ahí la necesidad expresada por economistas, de agregar valor a la producción local, tal como se observa en la agroindustria, en la industria láctea, en la industria semillera y en los alimentos gourmet.

Es importante comprender que la agregación de valor no solo constituye una suerte de seguro frente a las fluctuaciones de precios de los commodities, sino que también conlleva un desarrollo económico importante para toda la cadena que está detrás.

Pero para alcanzar dicho objetivo la participación del sector privado es clave, ya que las inversiones en infraestructura, maquinaria y conocimiento son indispensables para la agregación de valor. En ese contexto, el nuevo Gobierno tiene un desafío mayor, como es potenciar a las Pymes, ya que constituyen la expresión concreta del emprendimiento. En la anterior administración la mayor parte de los esfuerzos se focalizaron en pequeños productores, lo que ha tenido un efecto social importante, pero escaso alcance en la generación de nuevos negocios, con perspectivas de altos retornos y ventajas competitivas.

La diferenciación a partir de la agregación de valor es la mejor forma de capear tormentas, puesto que al “descomoditizar” la producción se logran precios más altos y menos vulnerables frente a las crisis, cada vez más comunes en el comercio internacional. Además, el impacto económico y social que supone la agregación de valor, por la vía de la generación de empleos y riqueza, constituye un argumento más que suficiente para que la región dé este paso.

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