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5 años de la región de Ñuble

Cumplir 5 años de vida independiente es un tiempo propicio para hacer un balance que exige matizar entre lo bueno y lo malo, entre los aspectos más grises del período en cuestión, así como sus hechos más positivos y alegres.

En materia de inversión pública se constata un significativo aumento, y no solo de los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional -que son aquellos que se deciden localmente y que se incrementaron en 300%- sino también de los sectoriales. En el área de la salud, por ejemplo, se invierten más de 200 mil millones de pesos en el nuevo hospital, un avance difícil de alcanzar si seguíamos siendo provincia. En obras públicas y vivienda ha ocurrido lo mismo, principalmente con la pavimentación de mil kilómetros de rutas secundarias, la construcción de sistemas de agua potable rural para más de 2.500 familias campesinas y soluciones habitacionales para un número similar.

El contraste, sin embargo, está dado por porfiados indicadores de desempleo y pobreza multidimensional, que nos siguen ubicando entre las regiones más atrasadas del país. Ese es un problema de origen cuya profundidad es tal, que requiere mayor tiempo y foco de políticas públicas, además de una coyuntura más favorable, no como la vivida los últimos 3 años.

A ello se suma una débil inversión privada, pese a que las expectativas apuntaban a un significativo incremento y diversificación, lo que finalmente no ha ocurrido, teniendo como condición de base el déficit de transmisión eléctrica que sufre la región y que ha obligado a postergar más de mil proyectos productivos.

Por último, a la hora del balance también juega en contra el nulo avance de obras que son clave para el desarrollo de la agricultura regional, principalmente en materia de riego. Las indefiniciones en torno al embalse La Punilla es el mejor ejemplo de aquello.

Otra dimensión que conviene analizar es la político-social, pues uno de los efectos buscados con la creación de la Región de Ñuble era una mayor proximidad de las autoridades con la ciudadanía, y por ende, una mejor identificación de sus urgencias, como los temas de mediano y largo plazo. En tal sentido, el futuro centro oncológico, la Teletón en Ñuble y la defensa del mar regional son algunas de las causas que han levantado los habitantes de la región y que han prosperado gracias al trabajo conjunto con las autoridades, que han ejercido las gestiones necesarias para que vean la luz.

Por otra parte, se ha hecho un esfuerzo real por terminar con la improvisación en materia de desarrollo y políticas públicas, integrando a las universidades regionales al trabajo de planificación y creación de espacios para la innovación, agregación de valor y diversificación de la actividad económica.

Pero la contracara también se da en la expectativa no cumplida de mayor proximidad y cercanía de los servicios públicos con los diferentes actores que son parte del territorio, lo que incluye a los municipios, organizaciones de la sociedad civil, empresarios, emprendedores y la ciudadanía, en general. Hace 5 años, cuando se puso en marcha oficialmente la Región de Ñuble, se consideró la instalación de 90 servicios públicos no solo en Chillán, sino en las comunas cabeceras de las tres provincias (Bulnes, San Carlos y Quirihue), lo que suponía también mayores posibilidades de avanzar en equidad territorial y una mayor intensidad de la relación del aparato público con las comunidades .

Lamentablemente, este factor clave para lograr el objetivo de una gestión más cercana a la realidad cotidiana de los ciudadanos y ciudadanas de las 21 comunas se ha transformado en una deuda prolongada que incluso ayer dibujó un irónico cuadro, pues mientras se preparaba el acto central que tuvo como figura estelar a la expresidenta Michelle Bachelet, los empleados fiscales estaban en paro debido a la falta de respuestas desde el nivel central. En concreto, reclaman que falta personal (hasta un 40% en algunos servicios, como el MOP), que las condiciones de infraestructura de los servicios son malas y que la presencia en las tres provincias es nula, incluso peor que antes de convertirnos en región.

Por último, hemos querido observar también los logros y desafíos de una región que aspira a introducir un sello de sustentabilidad en su desarrollo y donde se encuentra a medio camino, pues hay avances importantes en la protección y preservación de la flora y fauna, pero aún seguimos anclados a un modelo productivo basado en la explotación de los recursos naturales, para el cual la problemática ambiental es un costo aceptable para salir del subdesarrollo, los “dolores del crecimiento” que la economía nos llama a tolerar.

Como en toda evaluación del significado que ha tenido ser región, hallaremos aspectos muy positivos, avances parciales en algunas materias y también aspectos deficitarios que no pueden desconocerse.

Ese es el análisis que hoy ofrecemos a las ñublensinas y ñublensinos que se preguntan qué beneficio nos trajo convertirnos en una región: cotejar y sopesar aciertos y errores que se contraponen todo el tiempo, como dos caminos que van en direcciones opuestas, pero que forman parte de una sola trayectoria.

Por eso los balances nunca son de un solo color, nunca son en un solo sentido. Tal es la conclusión de cualquier ponderación madura sobre lo que ha sido este breve primer período de autonomía regional y también respecto de lo que realmente puede esperarse para los próximos años, y las oportunidades que debiéramos vislumbrar como realizables si se dan ciertas condiciones y la queja y el pesimismo no le terminan ganando al entusiasmo y a la convicción de que es posible un mejor futuro para Ñuble y su gente.

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