La sobrecarga electoral que tendrá 2021, la carencia de facultades de los gobernadores y la crisis sanitaria, son los argumentos que usan diferentes grupos de interés para propiciar la postergación de la elección de gobernador (a) regional, pero que son secundarios ante la principal motivación del lobby oficialista: la concentración del poder.
A esta corriente que propicia el statu quo centralista se le oponen no solo centros de estudios y organizaciones regionalistas a lo largo y ancho del país, sino también la propia ciudadanía que ve en esta elección una real oportunidad de tener mayor legitimidad y representación territorial en la gobernanza regional.
Así se desprende de la encuesta de opinión realizada por la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad del Bío-Bío y el Centro de Estudios Ñuble de dicha casa de estudios, en colaboración con la Fundación Chile Descentralizado y el Núcleo de Investigación en Data Analytics de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. El estudio, efectuado entre el 10 y el 19 de agosto, tuvo como objetivo indagar sobre el nivel de interés y conocimiento de la ciudadanía regional en relación a la futura elección de gobernadores(as) que -de acuerdo a los cambios impuestos al cronograma electoral por la pandemia- está fijada para el 11 de abril de 2021.
Entre los resultados más importantes, la muestra está mayoritariamente de acuerdo con la elección de gobernadores regionales (89%), y al mismo tiempo, considera el proceso un impulso al desarrollo de la región, afirmando que puede potenciar la descentralización.
Además, un alto porcentaje de las personas participantes se declaró informada en relación a las funciones y atribuciones del gobernador(a), las fechas de votación y los posibles candidatos de su región, manifestando, además, disponibilidad para ir a votar. En cuanto al programa de gobierno de los candidatos, consideraron importantes áreas como la reactivación económica y la salud y bienestar de los ciudadanos, las que a su vez son consideradas las más relevantes para la recuperación post pandemia. Por último, desde un punto de vista “cualitativo”, las y los encuestados manifiestan como relevante que los candidatos provengan de la región, sean honestos y tengan experiencia profesional y política.
Pese a las evidentes expectativas ciudadanas sobre este proceso, la incertidumbre sigue presente y no solo porque aún no se tramita la ley corta que transferirá algunas facultades, sino porque los hechos han demostrado que el discurso de las autoridades pocas veces se traduce en voluntad política para terminar con la hegemonía centralista y profundizar la democracia local. De hecho, es esa anomia la que ha postergado históricamente el ansiado proceso descentralizador, sin el cual Chile seguirá siendo el más retrogrado de todos los países que integran la OCDE.
La pandemia se convierte en la excusa perfecta para una clase política a la que, salvo contadas excepciones, no le entusiasma la descentralización ni la profundización de la democracia local, y prefiere concentrar el poder en un puñado de aristócratas que vive en Santiago y sus intermediarios afincados en las regiones.