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Regantes de Ñuble siguen a merced de La Niña

Mauricio Ulloa

Tardes más cálidas que lo normal y temperaturas máximas más altas son algunos de los efectos que el fenómeno de La Niña provocará este verano en la región de Ñuble, según el pronóstico de la Dirección Meteorológica de Chile, que anticipó que su influencia se extenderá hasta el otoño, pero cada vez más débil.

De acuerdo al boletín N°37 elaborado por la Junta de Vigilancia del río Ñuble (JVRÑ) en conjunto con INIA Quilamapu, este pronóstico indica que la lluvia que se registrará este verano será menor a lo normal (en Chillán, deberían caer menos de 28 milímetros en el trimestre diciembre-febrero). También indica que, pasado el mediodía, aumentará la temperatura: en Chillán, el promedio de la temperatura máxima debiera ser superior a los 28,7°C, de igual forma, la temperatura de la noche y madrugada tendrá un valor promedio de 10,9 °C. Dado lo anterior, en el boletín se recomienda tener especial atención a las olas de calor.

Lo anterior constituye una mala noticia para los agricultores, que deben lidiar con una mayor evapotranspiración de las plantas y enfrentan un nuevo verano de megasequía, “la que ya se extiende por 14 años”, según planteó el hidrólogo de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción, Dr. José Luis Arumí, quien comentó que si bien la acumulación de nieve el invierno pasado fue un poco mayor -lo que constituye una reserva para la época de deshielos-, la menor disponibilidad de agua en los ríos sigue siendo crítica, al tiempo que continúan agotándose los acuíferos subterráneos.

La preocupación incluso se observa entre los regantes del río Diguillín, pues según datos de la Dirección General de Aguas, el embalse Laguna del Laja, que alimenta el sistema Laja-Diguillín, al 31 de diciembre de 2020 exhibía un 36% de llenado respecto de su promedio histórico y de un 23,1% respecto de su capacidad.

Según el IRI (uno de los principales organismos internacionales que estudia el fenómeno), la zona está en la denominada fase Niña, la que duraría hasta otoño. “Esto explicaría que se espere una condición más seca y la baja temperatura en la zona con influencia del mar. Las heladas son poco probables en estas condiciones, pero es bueno mantenerse en alerta por cualquier eventualidad”, se advierte en el boletín de la JVRÑ.

Salvador Salgado, gerente de la JVRÑ, expresó que “las bajas precipitaciones y altas temperaturas, son cada vez más comunes en el país y en particular en Ñuble, donde conforme a lo señalado por la Dirección Meteorológica de Chile, el año 2020 alcanzó un 44% de déficit de agua caída. Estas condiciones climáticas de carácter nacional han afectado el desarrollo agrícola y no es novedad que los estudios y pronósticos indiquen lo complejo del escenario actual y futuro que enfrentará el riego. Lo anterior ha permitido afirmar a muchos investigadores, que nos encontramos en una megasequía de más de una década y con el fenómeno de La Niña instalado en el territorio nacional”.

En cuanto al río Ñuble, el boletín de la JVRÑ señala que en la estación (DGA) en San Fabián 2, en octubre y noviembre pasados los caudales registrados se encontraron por sobre el promedio. Por otra parte, los caudales pronosticados por la DGA para el verano arrojan valores bajo el promedio, entregando una proyección para enero de 31 m3/s (caudal medio mensual), el cual es 27% menor al valor promedio para enero.

Asimismo, se destaca que el volumen escurrido entre abril y diciembre de 2020 está bajo la media histórica de dicho periodo, registrando un déficit de 21% en comparación a la media desde el año 1983. Por otra parte, al comparar los valores con la temporada pasada (2019-2020), se tiene que el volumen escurrido hasta diciembre es un 20% mayor.

En cuanto a la nieve acumulada en la cordillera (zona alta del río Ñuble), en base a la información obtenida de imágenes satelitales, los resultados indican una disminución importante desde octubre, lo que se ha reflejado en los aumentos de caudales en el río.

Salgado explicó que “en el caso particular del río Ñuble, la agricultura se encuentra en una situación crítica de disponibilidad, las reservas de nieve (cobertura nival) prácticamente han desaparecido en la cordillera y consecuentemente los caudales del río han experimentado una gran baja, situación compleja considerando que nos encontramos en fechas donde los cultivos demandan sus más altas tasas de riego de la temporada”.

El profesional añadió que “para los meses de enero y febrero, se espera que los caudales disponibles sean del orden de un 50% menor que un año hidrológicamente normal, por tanto, el escenario es muy desalentador para los campos de Ñuble, más aún con un pronóstico de nulas precipitaciones y un aumento importante de las temperaturas, consecuencia del fenómeno de La Niña”.

ESCENARIO CRÍTICO

Al respecto, el Dr. Arumí recordó que en Chillán predomina el clima mediterráneo, lo que significa que las estaciones están muy marcadas y que el 85% de las precipitaciones se concentra entre mayo y septiembre, “por lo que en verano la condición normal es que tengamos poca lluvia, por lo tanto, cualquier lluvia que haya en el verano siempre va a ser menor”. En ese sentido, destacó que “lo importante es cuánta agua llovió en el invierno y cuánta agua está liberando la cuenca”.

A partir de eso, el académico manifestó que, en materia de disponibilidad de agua, el escenario “sigue siendo crítico; seguimos con la megasequía, que ya lleva 14 años, pues el último año lluvioso en Chillán fue el 2006, es decir, a partir de 2007 no hemos tenido años lluviosos; puede que no hayan sido todos los años secos, pero ninguno ha sido lluvioso. Y eso es una cosa increíble, nosotros nunca habíamos tenido eso antes, entonces, ocurre que tenemos disminución de los glaciares y tenemos disminución de los acuíferos, entonces no es solo que llegue La Niña, el problema es cuánto tiempo más va a durar esta tendencia, que tiene una componente de variabilidad climática y una componente de cambio climático, y el cambio climático nos dice que el promedio (de precipitaciones) va a disminuir, pero para que exista un promedio tiene que haber años con números sobre el promedio y eso es lo que estoy esperando”, exclamó.

El Dr. Arumí comentó que “la buena noticia es que La Niña viene en retirada, lo que significa que vamos a entrar en un periodo neutral. Ahora, en Chillán la presencia de La Niña durante el verano no nos complica, lo que nos complicaría mucho sería que hubiese una Niña durante los meses lluviosos. Nosotros necesitamos tener una condición de Niño en los meses lluviosos, porque tampoco nos sirve una condición de Niño en el verano”.

Consultado por el invierno de 2020, comentó que las precipitaciones de agua y nieve “fueron apenas suficientes para pasar el año, tampoco fue un invierno muy bueno, pero mejor que el año anterior; lo que pasa es que ya nos estamos olvidando de los inviernos buenos”.

De acuerdo a lo anterior, en materia de disponibilidad de agua en la región, el hidrólogo reconoció que este verano será “menos malo que el anterior, vamos a estar un poquito más aliviados, pero dentro de lo malo, no es tan malo”, lo que atribuyó, en parte, a que durante el invierno “hubo más nieve, hubo más almacenamiento, pero no es para salir a festejarlo”.

Según Arumí, las tendencias son preocupantes. “Estamos complicados, necesitamos construir embalses de cabecera”. Y sentenció que “esto ha sido tremendamente sorprendente y uno siente que llevamos mucho tiempo discutiendo sobre la reforma al código de Aguas, si vamos a hacer embalses, pero seguimos en lo mismo”.

En esa línea, Salgado expresó que “siempre es importante señalar que la agricultura es sin duda la actividad socioeconómica más importante de la región, razón por la cual se hace cada vez más imprescindible mitigar los daños y efectos de estos fenómenos, construyendo la infraestructura necesaria para almacenar y luego distribuir de manera más eficiente el recurso hídrico. La región de Ñuble tiene una necesidad imperiosa de materializar sus embalses lo antes posible”

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