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Proyecciones

Al comenzar un nuevo año se suele planificar, anticipar y poner metas. Ejercicio positivo para poder tener una guía que permita ir revisando los logros y mejorando las fallas, así como para pensar en aquello a lo que se deben dedicar los esfuerzos y enfocar las energías.

Anticipar ciertos escenarios es parte del rol de los medios de comunicación y junto con proponer algunas hipótesis de lo que se avecina para 2020, también esperamos que se produzcan reales compromisos, de parte de los diferentes actores políticos y sociales, para responder a las demandas que motivaron la mayor movilización ciudadana desde el retorno a la democracia. La idea de que “lo peor ya pasó”, expresada por el Presidente Sebastián Piñera días atrás, es más bien una aspiración, un buen deseo, pero está muy lejos de ser una realidad. Por el contrario, de no haber avances sustanciales en temas como pensiones, salud y agenda antiabusos, lo peor puede estar por venir. 

2020 estará también marcado muy fuertemente por el proceso constituyente, el cual tendrá como punto de partida el 26 de abril, con la realización del plebiscito de entrada para aprobar o rechazar una nueva Constitución y definir el mecanismo mediante el cual se construirá.

Igualmente, habrá conflictos propios de un año de elecciones municipales y de gobernadores regionales, donde oficialismo y oposición se juegan cosas muy importantes, primero a nivel interno y luego entre ambas coaliciones. En la derecha, la actual crisis UDI-RN pinta un escenario muy complejo, mientras a la centro-izquierda le sigue penando su incapacidad para estructurarse.

Por otro lado, la situación económica este año es para temer.El desempeño de Chile ya iba mal y el estallido social lo acentúo. En Ñuble -tal como lo anticipó en la edición domingo el intendente Martín Arrau- el gran desafío y preocupación del Gobierno será el empleo, donde habrá un reenfoque de políticas públicas a fin de estimular la contratación de mano de obra.

En materia de inversiones, el sector público se hará presente de manera importante para apalancar precisamente la creación de nuevos puestos de trabajo, mientras que a nivel privado los sectores energía y agroindustria debieran dinamizar nuestra alicaída economía regional.

En Chillán, el negocio inmobiliario debería seguir con cifras azules, pues hay cerca de 2.000 viviendas en carpeta para iniciarse este año, a lo que se suman obras de adelanto con dineros fiscales por más de 13 mil millones de pesos, además de grandes proyectos urbanos que están en sus etapas finales de estudios y requerirán gestión profesional y política para conseguir el siempre escaso financiamiento. Igualmente, la necesidad de dotar a la ciudad de un parque forestal público, es un tema que también debería estar presente en la agenda pública local de 2020.

Finalmente, éste será también el año en que tendremos la primera estrategia de desarrollo regional, un instrumento de planificación inédito para este territorio y que está llamado a ser el relato que la nueva Región necesita para desarrollar sus potencialidades y garantizar un mejor futuro a las próximas generaciones.

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