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Las experiencias en terreno de los inspectores municipales de Chillán

Cristian Cáceres

En el último tiempo el trabajo de los inspectores municipales ha concentrado la atención de los medios de comunicación. Mantener alejada la delincuencia y las incivilidades de las ciudades no ha sido tarea fácil, ya que algunos, en pleno ejercicio de la labor preventiva, han sido blanco de agresiones físicas y sicológicas.

Chillán no ha estado ajena a esa realidad, aunque en menor medida. A fines de septiembre, en medio de una fiscalización en el mercado municipal, un funcionario fue agredido por un comerciante que vendía medicamentos de manera ilegal. El inspector municipal resultó afectado en uno de sus dedos, por lo que la municipalidad se comprometió a reunir antecedentes para denunciar el caso en fiscalía.

No es primera vez que un funcionario de esta repartición es lastimado por ejercer su labor en la capital regional. En octubre de 2019, dos inspectores fueron agredidos al acudir a un llamado vecinal por vehículos mal estacionados en Parque Lantaño. Ahí uno de ellos fue golpeado con un bate, que lo dejó con contusiones en un brazo, mientras que un segundo inspector quedó con lesiones leves.

En el último año, en Chillán, en cuanto a agresiones, se han producido dos situaciones que no han pasado a mayores y que se relacionan con controles de leyes que no son aceptados por los infractores.

La directora de Seguridad pública de la comuna, Alejandra Martínez, detalló que 60 inspectores municipales se han incorporado a través de concursos públicos, durante noviembre de 2022, enero, febrero y octubre de 2023.

No todos son funcionarios policiales retirados, muchos de ellos son profesionales y técnicos de distintas áreas que han optado por desarrollar esta función preventiva. Vigilan las calles, acuden a llamados de vecinos, fiscalizan determinados temas y detectan situaciones como delitos e incivilidades que reportan a las policías o a departamentos municipales.

Uno de ellos es Francisco Sepúlveda (35), quien anteriormente trabajó en prevención de riesgos y en la actualidad es parte del equipo. La experiencia de sus cercanos vinculados a las Fuerzas Armadas lo incentivaron a tomar este camino. Postuló al concurso público para el cargo y fue seleccionado hace ocho meses.

“Estamos divididos por cuadrantes al igual que carabineros y así vamos ejerciendo la labor preventiva. La gente se contacta con nuestra central para dar a conocer alguna incidencia que estén pasando en el momento para ir focalizando el patrullaje y apoyar a las comunidades”, comentó.

En base a su experiencia in situ, las incivilidades han reportado mayor demanda de intervención en la ciudad.

“Es bastante el tema de las incivilidades, por ejemplo, pasa mucho la gente bebiendo alcohol en la vía pública, manteniendo autos desconocidos para algunas comunidades sin patente. Son varias las situaciones que generan situación de inseguridad y estamos para disipar eso. Lo que hacemos es básicamente disuasivo. Cuando alguien anda en “malos pasos”, al aparecer la patrulla hacemos que esa persona se retire. Levantamos información y nos contactamos con los vecinos, para ir elaborando estrategias de apoyo”, dijo.

Hasta ahora, Francisco no ha sido atacado por ejercer su tarea, sin embargo, advirtió que el trato carente de cortesía lo ha vivido en aquellas intervenciones que arriesgan sanciones. En su caso, comentó que no le afecta sicológicamente y que la calma es la mejor compañera para manejar las circunstancias y evitar caer en provocaciones.

“Hay mucha gente que no le gusta ser fiscalizado, por lo mismo, muchas veces se siente perjudicado o que es un tema más personal lo que estamos haciendo, pero de repente, cuando están cometiendo una falta, la persona se altera o te dice alguna mala palabra. Pero particularmente, no he tenido ningún hecho de violencia contra mí. De repente, alguna mala palabra cae, de una persona que no entiende la labor. Una fiscalización conlleva una citación al Juzgado de Policía Local y probablemente van a cobrar una multa, entonces, al saber que le va acarrear perder dinero se altera un poco. Generalmente se da en el tema de tránsito, los vehículos mal estacionados que tapan la salida o están en doble fila”, comentó.

Su colega, Jaime Sepúlveda, es oriundo de Cauquenes y tiene 58 años. Hace poco más de cuatro años trabaja en el municipio tras retirarse de Carabineros, donde ejerció durante 30 años, gran parte de ellos en Chillán. “Obviamente, ante una jubilación muy temprana consideré que todavía tenía ganas de trabajar y vi la oportunidad de ingresar a este servicio como algo que era acorde a lo que había hecho anteriormente. Muy parecido”, expresó.

En las rutinas diarias, el inspector relató que se reciben todo tipo de llamados, desde ruidos molestos, permisos de construcción sin regularizar hasta casos de maltrato animal, y en base a ello, van evaluando la participación y derivando los antecedentes para que los departamentos o instituciones correspondientes tomen cartas en el asunto.

Pese a enfrentar situaciones al límite, su integridad física no se ha visto amenazada, aunque admitió que es habitual lidiar con vecinos que pierden la cordura en circunstancias del mal uso de las calles. “Es importante entregarle buena información a la gente, para que sepan en qué contexto están siendo fiscalizados y cuáles son las potestades legales que tenemos. Los resultados no siempre son los que la persona aludida esperaba, pero hay veces que no lo amerita y termina en infracción. En ese sentido, me interesa ser bien equitativo y no actuar de forma malintencionada. En este trabajo no me han golpeado, pero sí he vivido situaciones de gente descontrolada, que es entendible de cierto modo, y que uno debe saber tratar, en la medida que yo me apodero del escenario y marco mi presencia como corresponde. En tránsito, se ve un poco más pero en situaciones vecinales también”, sostuvo.

La sancarlina Macarena Ramírez (35) es técnico en administración de empresas, con mención marketing, y por motivos laborales de su esposo se radicó en Chillán, donde consiguió un puesto como inspectora.

Al igual que sus compañeros, reconoció que la exposición al riesgo es parte del cargo, sin embargo, enfatizó que las habilidades blandas le han servido para mantener alejada la violencia en su proceder.

“Como fiscalizadora, siempre uno está expuesta a algo. A la gente no le gusta que los fiscalicen, menos que los citen al juzgado, pero todo depende de cómo llegue a la persona. Por lo general, hacemos control de comercio ambulante y con ellos uno conversa. En tránsito, la gente se ofusca y uno le explica, pero ellos siguen y después uno tiene que hacer “oídos sordos”, porque o si no, van a seguir planteando sus puntos de vista. (…) No me genera temor y todo depende como uno aborda la situación. No llegar de manera grosera, altanera, porque uno no sabe cómo va reaccionar la otra persona. Hay que ser inteligente en cómo abordar ciertas situaciones”, reconoció.

Los vecinos cumplen un rol clave en los objetivos de los inspectores, ya que ellos muchas veces les proporcionan el insumo para intervenir y disipar situaciones que pueden alterar el orden urbano. Por eso, articulan redes de confianza y de cercanía con ellos.

No es ajeno tampoco que en ciertas circunstancias de fiscalización hayan personas que cuestionan el trabajo, apuntando a una supuesta falta de criterio. En ese sentido, Macarena expresó un punto de vista distinto.

“Empatía, aplicar criterio, entender las posiciones para llegar a un consenso. Si llegamos muy rígidos tampoco vamos a poder entregar la solución. El vecino, quizás, muchas veces quiere que escuchemos, antes que lo fiscalicemos. Entonces, uno tiene que darle los pasos a seguir, educar y no ser tan estricto o rígido y ante todo, la probidad. Tener habilidades blandas para tener cercanía y si al final entregas confianza a la gente, ellos se pueden ablandar y conversar para resolver sus inconvenientes”, destacó.

¿Más atribuciones?

En mayo pasado, el gobierno ingresó un proyecto que busca fortalecer el rol de las municipalidades en prevención de delito. La iniciativa está en tramitación y en agosto pasado se otorgó urgencia. En ella, se contempla la creación de una categoría funcionaria, “Inspectores de Seguridad Municipales” y agrava las penas a quienes atenten en contra de su cargo. Lo anterior, con el objetivo de fortalecer las funciones de seguridad y de fiscalización en coordinación con las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública.

Con ello se destinarán $5 mil millones al año para un fondo que los municipios deberán destinar a la entrega de elementos de protección a los guardias municipales, como un bastón retráctil, chaleco antibalas y formación especial.

“No está en nuestro horizonte tener policías municipales, pero sí coadyuvantes en materia de seguridad, que especialmente permita que lo que hoy día ya hacen los municipios en materia de patrullaje, de apoyo a las víctimas, de fiscalización, lo hagan con más protección, en mejores condiciones, con más capacidades y con un reconocimiento legal que hasta el día de hoy ha sido relegado”, aclaró la ministra del Interior y Seguridad Pública, Carolina Tohá.

Contarán con elementos de protección que serán proporcionados por los municipios, entre los que no se cuentan armas de fuego ni elementos cortopunzantes.

En ese sentido, la Municipalidad de Chillán ha adelantado el trabajo. “Las capacitaciones que se han realizado para los inspectores, son aquellas ligadas a las leyes atingentes a la fiscalización y ordenanzas municipales. La idea es que los funcionarios estén preparados para hacer frente a toda suerte de situaciones y de esta manera, entregar los beneficios que la comunidad espera. A los inspectores se les entrega indumentaria como el chaleco antibala, para la protección física y además, desde la Dirección Jurídica se realiza el estudio de los eventuales casos de agresiones”, indicó la directora de Seguridad Municipal, Alejandra Martínez

“Los inspectores en las calles tienen contacto permanente con Carabineros e incluso, participan juntos en patrullas mixtas, lo que hace que los antisociales se desistan de delinquir. El modelo implementado por Chillán, que ha sido exitoso, ha sido ejemplo para muchas comunas de Ñuble y del país, que han pedido a Seguridad Pública asesoramiento para generar sus planes”, añadió.

Según una encuesta de Asociación de Municipalidades de Chile (Amuch), de 2022, la mayoría de los consultados (79,4%) respaldó que guardias municipales posean elementos de protección como lumas, cascos, esposas y gas pimienta (42,1% muy de acuerdo y 37,3% de acuerdo). En esta misma línea, un 72,3% se manifestó a favor de darle más atribuciones a personal de seguridad y guardias municipales.

El tema de si deben tener o no más capacidades en la prevención del delito suele ser motivo recurrente de debates. Desde la óptica de los inspectores municipales es visto con cautela.

“Creo que más que atribuciones, debería ser una regulación como para que la gente nos vea como una figura de prevención y tenga un respeto más acotado del tema. Hasta el momento, hemos desarrollado nuestro trabajo bien y lo hemos hecho dentro de los márgenes legales; exponerse a un cambio de este tipo, puede tener un efecto contraproducente para la ciudadanía. Nos pueden mirar con otros ojos. En ese aspecto, tiene que haber cuidado. Lo que estamos haciendo en este momento ha sido acercarnos a la comunidad y que confíen en nosotros. Viví la etapa con más atribuciones y entre más tienes, en el fondo, vas a enfrentarte a situaciones mucho más complejas. Son situaciones muy puntuales de riesgo en Chillán. Llevo cuatro años y ha sido muy poco lo que he sufrido ya. Aquí hay que enfatizar en educar más a la población para que cumpla la normativa legal”, recalcó Jaime.

Si bien valoró los avances que se han alcanzado en materia de indumentaria de los funcionarios, consideró que hay otros implementos que no sería pertinente incorporar a futuro.

“Implementos para protegernos nosotros, sí, como casco balístico o gafas más resistentes, todo lo que sea para prevenir está bien, pero entrar ya a incorporar bastón o gas pimienta, no es para nosotros en este momento, porque no estamos para agredir”, opinó.

Por su parte, Macarena expuso que “ante cualquier situación debemos evaluar si es de alto riesgo o no, y obviamente si es de alto, tenemos que coordinar con carabineros. No es necesario tener más atribuciones, porque entre más, más nos podemos arriesgar a que la gente reaccione distinto”.

Desde la mirada de Francisco, los implementos son positivos para proteger la integridad, sin embargo, reconoció que a los ojos de la comunidad suele ser intimidante.

“Que lleguen más implementos siempre va ser más beneficioso, pero ojo, que los implementos personales generan cierto tipo de rechazo en la gente. Se ponen un poco a la defensiva, porque se intimidan de verlo demasiado equipado y también mucha gente hace la diferencia entre el inspector de Santiago y regiones, porque la televisión los muestra casi como un policía más y ellos están bailando en una línea muy compleja respecto a sus atribuciones. Su implementación, vaya que es importante, pero nosotros también tenemos nuestras herramientas”, cerró Francisco.

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