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La profecía de Prado

Hace unos días murió Francisco Prado, se lo llevó una mezcla de cigarrillos y COVID.

A muchos no les dice mucho este nombre. Prado -como le decíamos- fue unos de los más lúcidos criminólogos chilenos.

Allá por los años 90, apartó el café y el cigarro de la mesa y trazó sobre un papel un círculo y luego un segundo círculo, como si fuera una golilla del círculo central y dijo: “Estos somos nosotros, los que vivimos en un espacio social, que es el espacio de la normalidad, o así al menos lo creemos, los delincuentes de antes vivían en este segundo círculo, entraban y salían del espacio de la normalidad sin permanecer en él”. Y agregó: “Hoy eso ha cambiado, ya no roban alimentos o artículos de primera necesidad, sino que roban ropa de marca, zapatillas y mochilas igualmente de marca, roban aquellas cosas que son los símbolos del sistema de la normalidad, es más quieren ser parte de este.”

Prado explicó a continuación que la delincuencia está cambiando, ha migrado de una delincuencia vinculada a las necesidades básicas hacia una delincuencia propia de una sociedad de consumo, en las que los símbolos son las cosas y estás son su identidad. “En el futuro esto será mucho más profundo”, sentenció, porque la delincuencia cuando penetra en el círculo central y se apropia de sus símbolos, ya no retorna a la periferia.

Sucedió exactamente lo que Prado pronosticó. Hoy los delincuentes ya no son esa marginalidad resignada, sino que es una delincuencia que busca apropiarse de los objetos símbolos del sistema, para ser parte de él. Por ello roba televisores, celulares, autos de alta gama, relojes, ropa top, etc. Todo ello teniendo como telón de fondo la droga y el narcotráfico.

Los delitos que cometen son de gran violencia, y muchos de ellos obedecen a bandas organizadas en lo que se llama crimen organizado, que ha instalado una cadena de extorsiones para rentabilizar al sistema criminal.

La profecía de Prado se transformó en un verdadero tsunami. Y hoy nos encontramos en la encrucijada de cómo resolver un problema que se incubó por años en nuestras propias narices y que hoy más allá de la sociología, necesita soluciones de corto plazo. Y seguimos entrampados en una eterna discusión respecto a mano blanda o mano dura, o a cómplices pasivos o redentores en los matinales, en una búsqueda eterna de responsables para sacar ventajas políticas. Todo esto, sin buscar o tener claridad respecto a las soluciones que la gente espera con ansiedad y cada vez con menos paciencia.

Prado sostenía que la delincuencia se combate con garrote y zanahoria, esto significa corto y largo plazo: “el corto plazo es de la policía y los tribunales y el largo plazo de la sociología y la política”. Ojalá la política entienda este mensaje y se aboque a buscar fórmulas de rescatar a la sociedad para ese espacio que entendemos como normal.

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