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La esperanza es joven y tiene nombre de mujer

El rol de las mujeres en la promoción del cambio social es indiscutible. Ya en 1955, Rosa Parks se atrevió a desafiar la
supremacía blanca en uno de los estados más conservadores de Estados Unidos, generando un movimiento en el que parti-
ciparon millones de personas y que culminó con la declaración de la Corte Suprema que reconoció que la segregación era una norma contraria a la Constitución.

En 1970, Leymah Gbowee organizó en Liberia el movimiento de paz que puso fin a la guerra civil liberiana y que
condujo a la elección de Ellen Johnson Sirleaf como la primera mujer Presidenta en una nación africana. En Guatemala, la defensora de los derechos humanos Rigo-berta Menchú ganó el Premio Nobel de la Paz en 1992, por su liderazgo al frente de las luchas sociales de los pueblos indígenas.

Berta Cáceres, líderindígena, feminista y activista del medio ambiente, ganó el Premio Goldman, máximo reconocimiento mundial para activistas del medio ambiente, siendo posteriormente asesinada por la dictadura hondureña.

La lista es larga, incluye nombres como Flora Tristán, Vandana Shiva, Emma Goldman, Sola Sierra, Azucena Villaflor, Elizabeth Nyamayaro, Wu Rongrong, Hortense Lougué, entre muchas otras. Recientemente, son mujeres jóvenes las que han protagonizado las luchas sociales; por ejemplo, Joy Wathagi en Kenia, está defendiendo a una adolescente que vive en Noruega y sueña con ser médica, Taibeh Abbasi, estudiante de 18 años, que corre peligro de ser deportada a Afganistán, un país en el que nunca ha vivido. Zuriel Oduwole es una defensora de la educación, en noviembre de 2014, a la edad de 12 años se convirtió en la cineasta más joven del mundo y es conocida por sus trabajos sobre la defensa de la educación de las niñas en África.

La activista, bloguera y estudiante universitaria pakistaní Malala Yousafzai, residente en Inglaterra desde el atentado sufrido el 9 de octubre de 2012, fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz en el 2014 a los 17 años, convirtiéndose en la persona más joven en recibir esa distinción.

En la actualidad, la adolescente sueca de 16 años, Greta Thunberg, inició una protesta solitaria para exigir a los políticos acciones concretas contra el cambio climático y decidió faltar cada viernes al colegio para sentarse con una pancarta escrita a mano frente a la sede del Parlamento en Estocolmo, y ha sido recientemente nominada al Premio Nobel de la Paz.

Además de su edad, estas jóvenes tienen en común el haber logrado un reconocimiento que las ha llevado a ser escuchadas en las Naciones Unidas, la Unesco y en importantes foros internacionales. Han liderado demostraciones ante decenas de miles de personas, pero sobre todo, estas jóvenes tienen en común un sentido casi innato de comunicación política. Sus discursos, caracterizados por consignas con alto potencial movilizador, las ha convertido en activistas con un fuerte sentido público, que viene a generar esperanza en una sociedad donde han primado las visiones individualistas, despolitizadas y apáticas.

Tal vez esta es una nueva ola que viene a refrescar al mundo con un cambio paradigmático, urgentemente necesario. Tal vez la esperanza es joven y tiene nombre de mujer.

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