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Estudio subraya rol de infraestructura frente a los efectos de la mega sequía

La urgencia de mantener un suministro amplio de agua para llenar la capacidad de almacenamiento y fortalecer un sistema de agua resiliente durante las sequías es uno de los hallazgos claves que arrojó la investigación, “The economics impacts of long-run droughts: Challenges, gaps, and way forward”, publicada recientemente en el Journal of Environmental Management, revista indexada WOS Q1.

Esta investigación, realizada por un equipo multidisciplinario de académicos y financiada por el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), la lideró Francisco Fernández, académico de la Universidad San Sebastián y en ella participaron de manera conjunta, Francisco Hernández Sepúlveda, académico del Departamento de Economía y Finanzas de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad del Bío-Bío, junto con los profesores Felipe Vásquez-Lavín, Roberto Ponce y René Garreaud, Oscar Link, Francisco Zambrano y Michael Hanemann.

El estudio propone y aplica un marco analítico para la evaluación económica de sequías de largo plazo y, permitiría evaluar y explicar los efectos económicos de la mega sequía en la zona central de Chile a través de los factores en este entorno.

“De igual forma, destacamos la importancia crucial de anticipar los puntos de inflexión futuros de escasez de agua”, señala Francisco Hernández.

Infraestructura y capacidad de almacenamiento

De acuerdo con el estudio, los factores que guían los efectos económicos de las sequías a largo plazo son la capacidad de infraestructura (CI), la cantidad de agua almacenada (CAA) y las estrategias de adaptación a corto y largo plazo, detalla el académico, y agrega que varios sectores, como la agricultura, el agua potable urbana, entre otros, se han adaptado de manera independiente a la mega sequía, mitigando los contratiempos económicos.

“Esto tiene relación con la resiliencia, donde las sequías anteriores han influido en la capacidad de adaptación frente a la actual mega sequía. Sin embargo, existe el peligro de alcanzar niveles críticos, amplificando los impactos económicos negativos”, advierte.

A pesar de esta adaptabilidad, las sequías de largo plazo llevan a un umbral crítico de agua donde las estrategias de adaptación a largo plazo pueden ser menos flexibles que las estrategias de corto plazo, lo que intensifica los efectos económicos adversos. Este hecho sugiere que la evaluación económica de la mega sequía debe centrarse en futuros puntos de inflexión (escasez sustancial de agua), el que depende de la capacidad de infraestructura, de cómo los usuarios del agua gestionan las reservas acumuladas y las estrategias de adaptación.

Estos cambios implican modificaciones de su impacto económico, ya que las sequías más prolongadas resultan en mayores pérdidas económicas acumuladas para los usuarios del agua. “Aunque cuanto más dura la sequía, otros factores también desempeñan un papel crucial en sus resultados económicos, como la capacidad de infraestructura, la cantidad de agua almacenada en embalses y acuíferos, y las respuestas a corto y largo plazo a la sequía”.

Afirma que, con una fuerte capacidad de infraestructura y un amplio sistema de alerta temprana, junto con estrategias a corto y largo plazo, es posible capear las perturbaciones inducidas por sequías extremas con repercusiones económicas relativamente modestas.

A lo anterior, sumó la necesidad de más investigación para obtener una comprensión más profunda del suministro de agua disponible y los umbrales críticos para la resiliencia regional.

Finalmente, Francisco Hernández concluye que, “dadas las posibles consecuencias de las sequías prolongadas, se necesita más información para mejorar la comprensión acerca del suministro de agua disponible y el umbral en el que las regiones pueden perder su resiliencia”.

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