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Costos ambientales y orden territorial

Mauricio Ulloa

El desarrollo supone una mejor distribución de los recursos, pero también de los costos del crecimiento, una lógica que hace décadas no se cumple mucho en Chile, donde suele ser el mercado quien, finalmente, resuelve las principales interrogantes económicas, como la localización de los proyectos de inversión.

En Ñuble los casos no son pocos y de hecho ya se comienza a hablar de comunas o zonas “de sacrificio ambiental”, como Chillán Viejo, donde la situación de los rellenos sanitarios es altamente delicada, y podría agravarse. Lo mismo en el secano interior, debido al enorme avance de la superficie forestal y en el futuro podría sumarse San Fabián, donde varios proyectos hidroeléctricos solo están en pausa.

La OCDE, en su último informe ambiental sobre Chile, advierte que después de aprovechar el boom de precios de materias primas, los costos de ese crecimiento basado en la explotación dee recursos naturales lo terminaron pagando solo algunos. Una situación que no solo pone en jaque la calidad de vida de las personas, sino que también las perspectivas de desarrollo de otras actividades económicas; en nuestro caso, el turismo, la agricultura y la industria alimentaria en general.

La buena noticia es que las nuevas reformas en materia de descentralización le otorgan al futuro gobernador regional que elegiremos el próximo fin de semana, una serie de mayores facultades, entre las que destaca la definición de un plan de ordenamiento territorial, un instrumento nuevo que puede tener enorme incidencia en el futuro de las regiones.

En concreto, Ñuble podrá contar con una definición clara sobre las vocaciones o aptitudes productivas de sus distintos territorios, lo que permitirá fijar priorizaciones, definir políticas públicas e incluso, atraer inversiones, gracias a la reducción de la incertidumbre, así como también las restricciones que se establecerán para el desarrollo de ciertas actividades en determinadas áreas.

Lo ocurrido, por ejemplo, con el emplazamiento de plantas fotovoltaicas en suelos agrícolas que están comenzando a generar amplios debates en diferentes instancias regionales, lo mismo que la instalación de torres eólicas y sus líneas de transmisión, es una señal de que conviene volver a preguntarnos cuánta claridad hay sobre hacia dónde debe ir Ñuble y cómo hacerlo. Dicha definición debe hacerse cargo de la planificación del uso del territorio, donde las actividades agropecuarias y agroindustriales y el turismo, que son el corazón de la economía local y que tienen un enorme potencial de crecimiento, deben contar con medidas de protección y fomento.

Ñuble tiene una economía que crece lento y necesita diversificarse, pero no a cualquier precio. Sobre este punto no debe haber dobles lecturas, aunque algunos sectores lo asocien a incertidumbre y eventuales desincentivos a la inversión. Filtros débiles en materia ambiental solo hipotecarán la mayor riqueza de la Región de Ñuble: sus recursos naturales.

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