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Corredor de la vida

El Corredor Biológico Nevados de Chillán–Laguna del Laja tiene 572 mil hectáreas, desde la comuna de San Fabián de Alico hasta Antuco, en la Provincia de Biobío. Se trata de una gigantesca reserva de biodiversidad, con una muestra representativa de lo que se considera un área de transición ecológica, en el límite de dos ecosistemas en peligro: el matorral mediterráneo de Chile central y el bosque lluvioso valdiviano.

Esas características le confieren que sea considerado clave a escala de paisaje y ecosistemas y desde hace seis años sitio prioritario de conservación de la biodiversidad a escala nacional y global y fue lo que hizo que en 2011 fuese reconocido por la Unesco como reserva de la biósfera.

Tal declaratoria que persigue conciliar la conservación de la diversidad biológica con la búsqueda de un desarrollo económico y social ambientalmente sostenible, entendiendo que si se degrada, no solo sufrimos una pérdida ambiental, sino que se daña un recurso fundamental para el desarrollo de antiguas comunidades.

Justamente por ello, contar con un plan de gestión tiene especial importancia, pues no solo considera la conservación de esta zona,  sino también el desarrollo productivo, pero en condiciones de lo que es estrictamente sustentable, incluyendo al turismo y actividades agrícolas que podrían ser identificadas y denominadas con un sello propio de origen, agregándoles valor por su condición de ser producidas en una zona con restricciones medioambientales.

La buena noticia es que se encuentra prácticamente terminado el plan de gestión que le fue encargado al Centro de Ciencias Ambientales EULA-Chile de la Universidad de Concepción, una de las entidades más prestigiosas del país en esta materia, con una experiencia que le ha valido importantes reconocimientos internacionales.

Nueve meses tardó este trabajo -que incluyó 12 talleres participativos y entrevistas con autoridades y representantes de los territorio,  cuya importancia radica en que comprometerá al Estado a promover el uso sustentable del territorio, procurando el desarrollo de las localidades inmersas en él a través de intervenciones que protejan los recursos ambientales existentes. De hecho, el informe contiene una cartera de inversiones que deberán ser enfrentadas por el Estado y los gobiernos regionales de Ñuble y Biobío.

En lo que concierne a Ñuble, cabe recordar que en esta área se construirá el embalse La Punilla y hay proyectadas otras millonarias inversiones en materia energética y turística, de modo que establecer los contenidos mínimos para la gestión de este territorio representa no solo una oportunidad para impedir la pérdida de biodiversidad, sino un desafío para que diversas actividades económicas puedan crear desarrollo sustentable.

Por último, no debemos olvidar que el Corredor Biológico Nevados de Chillán–Laguna del Laja tiene también una función de educador ambiental para que los ciudadanos puedan inspirarse en la naturaleza, aprender a valorarla y adoptar mejores conductas para el uso responsable de sus recursos.

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