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Complejo futuro enfrenta escultura de Baquedano, obra de Virginio Arias

Agencia Uno

Desde el 18 de octubre del año pasado, la escultura que recuerda al general Manuel Baquedano en la plaza del mismo nombre en Santiago, no ha tenido tregua y se ha convertido en uno de los blancos preferidos de los manifestantes,que sagradamente se reúnen en el sector cada semana desde el estallido social. 

La obra fue realizada por el escultor y artista ñublensino Virginio Arias (nacido en Ránquil en 1855) e inaugurada el 18 de septiembre de 1928. Desde entonces ha sido testigo de celebraciones deportivas, e incluso de la alegría por la primera Miss Universo que tuvo Chile, pero también de las protestas que desencadenaron en la decisión de contar con una nueva Constitución.

Desde hace un tiempo, la obra de Arias también se ha convertido en una lucha de fuerzas entre los manifestantes y la autoridad. Algunas noches es pintada de rojo, y a la mañana siguiente ya está limpia otra vez, custodiada férreamente por Carabineros. La Discusión consultó en el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) si es que existe la posibilidad de trasladar la escultura para su resguardo. A través de un comunicado, indicaron que “luego de tomar conocimiento de los resultados del monitoreo reciente de la escultura, relieves y su base, que no dan cuenta de nuevos daños de tipo estructural, el Consejo de Monumentos Nacionales acordó por mayoría de sus miembros ratificar el acuerdo que adoptó en su sesión del 8 de enero de 2020, en el sentido de mantener el monumento en su actual emplazamiento, y continuar el monitoreo permanente del conjunto escultórico”.

Quién fue Arias

El historiador Alejandro Witker, en su libro La Silla del Sol, precisa que Virginio Arias nació en Ránquil y a los tres años se radicó en Concepción junto a su madre viuda y hermanos. Ahí recibió la protección del acaudalado Manuel Arístides Zañartu, quien lo promovió a seguir en las artes desde pequeño. Fue ayudante de los artistas Tomás Chávez y Francisco Sánchez, quienes estaban a cargo de la restauración de la Catedral penquista. Con el tiempo se fue a Santiago para estudiar en la Academia de Pintura y Escultura bajo la enseñanza de Nicanor Plaza, que lo promovió para que viajara a Europa,en donde residió largos años.

Sus obras son variadas. Además de Manuel Baquedano, en la rebautizada “Plaza Dignidad”, cuentan Diego Barros Arana a un costado de la Biblioteca Nacional; Manuel Antonio Matta en Copiapó; “El roto chileno” en la Plaza Yungay de Santiago (obra que tiene una réplica en la Plaza de Ránquil); y “El Descendimiento”, mármol que se halla en el Museo Nacional de Bellas Artes. Con esa obra obtuvo, en 1887, su tercera medalla de oro en el Salón de París, entre tantas otras.

La seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, María Soledad Castro, eleva la figura del ñublensino. “El valor de la estatua del general Baquedano no solo está definido por la figura histórica que representa, también tiene un alto valor artístico producto de la gran destreza del escultor ñublensino Virginio Arias”.

Por qué es blanco de ataques

El sociólogo, magíster en Estudios Sociales y docente de la Universidad Pedro de Valdivia, Kevin Villegas, explica el contexto dentro del cual los chilenos han hecho de las esculturas en general un foco de rechazo. “Esto no ocurre solo en Chile, hemos visto lo que ha ocurrido en Estados Unidos o España, donde se han llevado a cabo actos como los de la Plaza Dignidad en nuestro país. Claramente estos actos tienen que ver con una batalla simbólica, y en ese sentido esta la presenciamos hoy debido a lo menos a dos razones, los niveles de desigualdad que el sistema ha producido durante todo este tiempo. Estamos viviendo un momento de mayor radicalidad, debido a la exclusión, la pobreza, la falta de trabajo, el encarecimiento de la vida, los procesos migratorios. Esos niveles de exclusión hoy nos indignan más. La gente tiene hoy un mayor nivel de conciencia, donde las tecnologías y los medios han hecho mucho”.

“En segundo lugar, y a raíz de lo anterior, en la sociedad se ha instalado un discurso crítico, estamos menos obedientes, menos sumisos. Eso hace que las luchas sociales actualmente sean y se materialicen en gran medida en ámbitos simbólicos, que nos vincula con lo ceremonial, con lo patrimonial. Nos preguntamos cuál es el nivel de apropiación que tienen las personas respecto del espacio público. A mi me parece perfecto que esté sucediendo porque habla de una necesidad de apropiarse de eso público que incluso involucra a la historia y nuestros héroes. Esto va de la mano con una necesidad de justicia. Quién puede discutir el carácter de estas figuras que hoy se vandalizan. La misma figura de Baquedano, que fue un genocida, que participó en la Pacificación de La Araucanía. La gente hace una revisión más crítica del pasado y trata de hacer justicia. Lo que vemos son movimientos sociales o colectivos que han alcanzado una toma de conciencia antes nunca vista”, detalla.

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