Hasta la Escuela José María Caro de Chillán llegaron Óscar Ibaca y Luisa Mieres, dos adultos mayores con movilidad reducida que participaron durante la jornada de la tarde de las elecciones de consejeros constitucionales.
Con escasa motivación y más bien para cumplir con el deber cívico, llegó el chillanejo y residente de la Villa Santiago Watt, Óscar Ibaca, acompañado de su esposa, Marta Briones, quien lo ayudaba a trasladarse por las calles. Su local de votación estaba relativamente cerca de su vivienda, por lo que el sistema georreferenciación del Servel funcionó su favor.
Óscar, de 80 años, usa silla de ruedas y a veces camina con bastón, ya que fue operado de la columna tras sufrir un accidente en una construcción en la década del 60′. Cuando en ese entonces trabajaba como obrero, un fierro que cayó sobre su cabeza le dejó un problema en su columna.
Respecto a la elección señaló que “hay que hacerlo porque es una obligación, porque si no fuera obligatorio, quizás no vendría. Hasta ahora no tengo claro por quién votar, lo voy a ver cuando entre a la cámara. Tampoco me informé mucho, no llegó ningún papel informativo a mi casa. Tampoco he conversado mucho del tema porque la política y la religión me la guardo en el corazón, no estamos metidos en política. Hubiese preferido que el voto sea voluntario, sino viniera voy a pagar una multa y uno desgraciadamente con sueldo que uno tiene quedaría un mes sin comer”, manifestó.
Su esposa Marta, quien también votó en la escuela José María Caro, complementó los dichos de Óscar señalando que “faltó un poco más de difusión, por lo menos para saber el perfil de los candidatos, quiénes iban, por qué partido y que temas iban a tratar”.
Si bien el chillanejo reconoció que el proceso constituyente en curso es trascendental para el país sobre todo para los más jóvenes, manifestó cierta desconfianza en las promesas políticas.
“Es importante para el país, pero depende de lo que hagan porque todo prometen algo y al final nada. Hay que hacerlo, pero no hay mucho interés, sobre todo para la generación que venga”, indicó.
Madre e hija
Luisa Mieres Jara es vecina de avenida Chile llegó al local de votación en compañía de su hija, quien le ayudó a desplazar su silla de ruedas, la que usa con regularidad ya que por problemas en su columna camina poco. Luisa reconoció que solo llegó a votar porque es obligación y hay una multa de por medio, ya que no estaba interesada a su edad, 80 años, en participar del proceso.
“No, porque ya uno debe estar fuera de todo esto, ya no tiene edad para pensar igual que antes, ni hacer nada. Entonces la tercera edad ya no tiene que participar, porque uno ya no sabe igual que antes. Tampoco puede elegir a la persona, porque ni siquiera la ve. No la veía, porque uno no sabe por qué candidato votar, ni nada de la vida”, dijo.
Si bien ambas fueron trasladadas en vehículo y ayudadas por personal militar de su local, María señaló que por su condición de salud hubiese preferido quedarse en su casa, ya que le complica trasladarse por sus propios medios. Su hija Margot le ayudó a ingresar en la urna con la silla de ruedas que usa hace cinco años.
“Claro que sí, porque uno está en la casa ya de años y yo no puedo ni andar y la traen para acá a uno obligada. Yo creo que eso es malo, porque eso debe ser para los jóvenes, no para nosotros los viejos. De qué nos va servir a nosotros en esta etapa”, dijo.
Luisa confiesa que para ella no es importante este proceso constitucional, porque ya está en una etapa final de la vida y probablemente no será testigo de los cambios.
“No, porque uno es de tercera edad. No, ya no esta para esto. Eso es para la gente joven que elija su candidato, sus cosas, todo. Pero no para uno que ya está fuera, ya que está en la etapa final de la vida”, expresó.
En su caso la georreferenciación del Servel acercó un poco más el local de votación a su domicilio, ya que antes votaba en el Instituto Santa María.
