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¡Usted decide!

Cristian Cáceres

Hay tres episodios importantes en la historia reciente del país político, económico y social: el golpe militar de 1973, la recuperación de la democracia en 1989 y el plebiscito constitucional de hoy. Si bien unos tienen más hondo calado y más potencial transformador que otros, todos ellos han dejado profundas huellas en la sociedad chilena.

El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas -apoyadas por la derecha y un sector de la democracia cristiana- derrocaron al Presidente Salvador Allende e instalaron un régimen autoritario que violó derechos humanos, prohibió los partidos políticos y sindicatos de trabajadores, aplicó la censura sobre los medios de comunicación y limitó derechos y libertades, como la libertad de expresión y de manifestación. Además, adoptó un modelo económico neoliberal que permitió privatizar recursos naturales y servicios básicos. Y para legitimar el nuevo diseño institucional, se hizo necesaria la creación de una Constitución que fue aprobada en 1980, en un plebiscito carente de las mínimas garantías de imparcialidad.

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Con el advenimiento de la democracia, en 1990, la carta magna creada a la medida del régimen de Pinochet continuó rigiendo, en lo que se conoció como “transición chilena a la democracia”. Ello se explica porque para derrotar a la dictadura, la estrategia política de los demócratas fue usar su propia institucionalidad y tratar de minimizar la violencia política y el trauma social.

Un análisis desapasionado de este periodo de 30 años revela un resultado relativamente favorable: hubo gobernabilidad democrática y se puso en práctica la idea de “crecimiento económico con equidad”, quintuplicando el poder económico y reduciendo la pobreza de un 45% en 1990 a un 11% actual.

Sin embargo, las 147 reformas de las que fue objeto la Constitución de 1980 no fueron suficientes para modificar sus principios fundacionales y terminó convirtiéndose en el símbolo de las necesidades de transformación que reclama la mayoría de la sociedad chilena, como quedó en evidencia en el estallido social de 2019 y en el proceso de cambio constitucional al que dio origen.

El resto de la historia es reciente y conocida. Para ese objetivo se creó un organismo integrado por representantes popularmente elegidos, ajenos a la política tradicional, con escaños reservados para pueblos indígenas y paridad de género. El resultado de ese inédito proceso, no exento de dificultades y situaciones escandalosas protagonizadas por algunos convencionales, es el texto de 388 artículos y 57 disposiciones transitorias que hoy debemos aprobar o rechazar.

Con la incertidumbre del efecto que tendrá en la participación y en los resultados la obligatoriedad del voto -después de 13 años con sufragio voluntario- Chile define su rumbo institucional y proyecta lo que ocurrirá a partir del lunes, cuando se inicie una etapa clave y cuyos matices estarán determinados por lo que pase hoy en las urnas.

Una elección dicotómica, como todos los plebiscitos. Dos opciones. Dos escenarios. Y diferentes consecuencias. Usted decide.

 

 

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