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Una Región esencialmente agrícola

Observatorio Laboral Ñuble

No se necesita un estudio para saber que la agricultura es un sector de gran importancia para la economía regional. No obstante, documentos como el estudio Caracterización de la Agricultura de la Región de Ñuble y el Atlas Rural, realizados por el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y el Ministerio de Agricultura, respectivamente, aportan con contundentes certezas para confirmar aquella realidad.

En efecto, la Región de Ñuble es la zona del país con la mayor población rural. Según el Atlas Rural, de las 21 comunas que integran Ñuble se observa que la capital regional, Chillán, es la única comuna urbana y el resto son rurales (20), dando cuenta del alto grado de ruralidad de la región, que alcanza el 62% de la población y el 96% del territorio regional.

Las siembras en Ñuble son lideradas por el trigo harinero, con alrededor de 33.000 hectáreas, seguido por avena y maíz que suman otras 40 mil. Los cultivos industriales, en tanto, tienen en achicoria, raps y especialmente remolacha los rubros más importantes, totalizando más de 13 mil hectáreas.

Igualmente, se observa un progresivo aumento de la superficie de hortalizas y frutales. De las primeras hay 3 mil hectáreas plantadas, principalmente espárrago, choclo, zanahoria, arveja verde, tomate fresco y cebolla guarda. Mientras que de frutales mayores (cerezo, nogal, manzano rojo, avellano, castaño, kiwi y manzano verde) hay aproximadamente 6 mil hectáreas plantadas; y casi lo mismo (5.925 hectáreas) de frutales menores: arándanos, frambuesas y moras híbridas.

Finalmente, los envíos del sector durante el año pasado aumentaron 58% respecto de 2020, alcanzando a US$341 millones y sus productos más relevantes fueron arándanos frescos y congelados, cereales, frutillas y frambuesas. También en 2021, la región exportó US$3 millones en vinos.

Este valor netamente agrario se incrementa a partir del transporte a los centros comerciales, su industrialización, los márgenes de comercialización y, en cada caso, los costos de cada eslabón de la cadena, hasta alcanzar su valor final. Tal descripción conlleva un componente social: el empleo. La producción agrícola suma 100.000 puestos de trabajo en la etapa primaria y 57.000 en la secundaria.

En suma, el agro regional es generador de riqueza, tecnología, comercio exterior y empleo, entre otros efectos de peso. Otro dato importante, es que el 78% de los desembolsos que realizan los productores se localizan en las comunidades en las que se hace la producción.

Corresponde, en consecuencia, destacar una vez más la extraordinaria contribución de la agricultura al progreso de la región y lamentar la miopía de sucesivos gobiernos que han sido incapaces de generar condiciones estratégicas para desarrollar todo su potencial y desempeñar el trascendente rol de impulsor de la economía regional que siempre ha debido tener. Es de esperar que el actual Gobierno extraiga conclusiones de errores pasados y fije un nuevo norte, previsible, responsable, pero igualmente ambicioso.

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