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Una crisis que nos salpica

Se entiende la preocupación de los vecinos de Chillán Viejo por esta nueva “amenaza” que representa la eventual llegada de basura de Talcahuano y Hualpén, pero también es necesario contribuir a la búsqueda de soluciones desde ya, porque en cinco años más, cuando cumpla su vida útil el relleno Ecobío y deje de operar -sin posibilidad de ampliación-, es probable que los chillanvejanos deban tragarse sus palabras e ir a buscar alternativas en Los Ángeles o en Concepción.

La controversia entre autoridades de Biobío y Ñuble que se generó esta semana por la eventual llegada de basura domiciliaria de Talcahuano y Hualpén al relleno sanitario de Chillán Viejo, no solo evidenció un mal manejo comunicacional de la situación, con declaraciones destempladas que nada contribuyeron a alcanzar un acuerdo, sino que, además, representa una señal de alerta sobre una discusión que es necesario abordar a nivel local desde ahora.

El conflicto tiene su origen en el rechazo a la ampliación del relleno Hidronor, en Copiulemu, comuna de Florida, que tendrá que poner fin a sus operaciones en abril próximo, lo que obliga a Talcahuano, Hualpén, Lota y Florida a buscar alternativas de disposición temporal, como Chillán Viejo y Los Ángeles. En ese sentido, el mayor problema para los municipios es el mayor costo de transporte, por lo que en diciembre se alcanzó un acuerdo para apoyarlos, con recursos de la Subdere, hasta hallar una solución definitiva.

Lota está enviando su basura al relleno Cemarc, en Concepción; y Florida lo está disponiendo en Ecobío, en Chillán Viejo; por lo que sólo restan Talcahuano y Hualpén, mucho más grandes que las dos primeras.

En los últimos días, el alcalde de Chillán Viejo, Jorge del Pozo, manifestó su rotundo rechazo a la eventual llegada de esos desechos, pese a que no tiene las atribuciones para impedirlo. Recibió el apoyo del gobernador regional, Óscar Crisóstomo, lo que generó la respuesta de su par de Biobío, Rodrigo Díaz, quien fustigó la falta de responsabilidad po- lítica de las autoridades al plantear una mirada autárquica, argumentando que esa misma lógica se podría aplicar a los pacientes de Chillán que se atienden en Concepción.

Es sabido que el mercado de la disposición de residuos domiciliarios no tiene que ver con límites regionales, sino que obedece a la oferta y demanda, donde se logra mayor eficiencia cuando los rellenos están más cerca de donde se genera la basura. Sin embargo, en la práctica, la basura cruza regiones en busca de los pocos rellenos disponibles.

El caso de Chillán Viejo, donde se emplaza el relleno Ecobío y donde anteriormente operó otro, es un ejemplo de zona de sacrificio, puesto que sus habitantes también deben asumir las externalidades de otras actividades, como un centro de tratamiento de desechos industriales, planteles porcinos y una planta de tratamiento de aguas servidas. De hecho, la presión de la comunidad y la mala calidad del proyecto impidieron la aprobación, el año pasado, de un nuevo relleno sanitario muy cerca del actual.

En ese sentido, se entiende la preocupación de los vecinos por esta nueva “amenaza”, pero también es necesario contribuir a la búsqueda de soluciones desde ya, porque en cinco años más, cuando cumpla su vida útil el relleno Ecobío y deje de operar -sin posibilidad de ampliación-, es probable que los chillanvejanos deban tragarse sus palabras e ir a buscar alternativas en Los Ángeles o en Concepción.

Es fundamental abordar el problema de los desechos domiciliarios con un enfoque integral, que por un lado, apunte a reducir los volúmenes a través de políticas de reciclaje y compostaje, y por otro, que promueva la instalación de nuevos rellenos en Ñuble, con altos estándares ambientales y tecnología de punta para reducir sus impactos, porque una región sustentable no es aquella que carece de rellenos, sino aquella que cuenta con una gestión inteligente de sus residuos.

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