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Sentido de urgencia

Mauricio Ulloa

Para salir de la crisis económica causada por el covid-19, el concurso del sector privado es determinante, no solo porque es capaz de crear más proyectos de inversión que el Fisco, sino porque está más preparado para generar empleos, ponerse a producir y pagar impuestos.

El primer punto de conciencia para entender su rol es reconocer que la crisis es profunda y ha dejado muchas cicatrices. Algunas empresas lograron adaptarse, reconvirtiendo sus aparatos productivos y servicios. Otras también recortaron dividendos para invertir en la misma empresa y darle sustentabilidad, pero son la minoría. Para la generalidad de los emprendedores, la alternativa para reducir gastos fue cerrar el negocio, no pagar arriendo ni servicios, y despedir a los empleados para no tener que pensar en sus remuneraciones.

Los costos de esta crisis deben compartirse y no recaer excesivamente en ningún sector. Durante este período, lo más importante son las personas, por tanto, las empresas deben apoyar a sus trabajadores en esta coyuntura, puesto que el capital humano es un activo clave y una forma de enfrentar el indiscutible aumento de la pobreza y alta informalidad laboral que caracteriza a nuestra región.

Todos sabemos que no hay crisis financieras sin víctimas y también sabemos que la economía está profundamente interconectada, de tal manera que los problemas en un sector afectan directa e indirectamente a los demás sectores productivos y, por ende, a los ingresos de la población.

Esta crisis reveló, para bien o para mal, las condiciones estructurales en las que viven millones de chilenos, por lo que muchos de ellos requieren soportes mínimos para sobrellevar ese proceso. De ahí que la exigencia para el cumplimiento riguroso de las medidas impuestas no pueda apartarse del monitoreo de los sectores más vulnerables, una tarea muy sensible en Ñuble, que antes de la pandemia ya registraba una tasa de pobreza por ingresos muy superior a la nacional, de 16%. De hecho, era la segunda más alta del país, y ahora sería mayor, de 20%; o sea más de un quinto de la población regional.

Se evidencia así la alta vulnerabilidad de un vasto segmento de la región, que a raíz de una contingencia como la cesantía ha pasado rápidamente a engrosar las cifras de pobres.

Este cuadro significa, a no dudarlo, un fuerte retroceso en los pocos avances que la región había logrado en el mercado laboral y va a requerir una mayor proactividad de la política pública y de los responsables de aplicarla localmente, a fin de desarrollar una eficiente estrategia de creación y protección de empleos.

Los pronósticos apuntan a un empeoramiento del escenario económico en los próximos meses, principalmente a nivel de demanda interna, lo que seguirá impactando en los segmentos más vulnerables. En este sentido, cualquier iniciativa que tenga por objetivo ayudar en los segmentos más vulnerables de la población es consistente con el sentido de urgencia que exige esta crisis sanitaria que también es económica.

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